Por la sequía se perdió la mitad de la cosecha de trigo

El trigo perdió notablemente en este tiempo de sequía. Ahora avanza la siembra de soja para aprovechar cada gota de agua de las últimas lluvias.
sábado 03 de diciembre de 2022
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El trigo ya perdió la mitad de la cosecha por la sequía y ahora, con la soja y el maíz, se juega la etapa clave -como en el Mundial- de la campaña agrícola anual.

Quizá hoy muchos chacareros se pierdan el partido con Australia. Tras las lluvias del miércoles y jueves, que no fueron muy generosas pero abarcaron buena parte de la zona núcleo, hay que apurar la siembra, que ya viene muy atrasada. Tanto para no seguir perdiendo potencial de rendimiento como para no dejar que se escape una gota de agua.

El trigo ya está jugado. Al comienzo de la campaña se esperaban 22 millones de toneladas. La invasión de Putín a Ucrania había provocado una estampida de los precios del cereal, que ya venían en alza desde el año pasado. Hizo un pico en abril, cuando se tomaron las decisiones de siembra, pero luego perdieron fuerza aunque quedaron por encima de los precios del 2021. Se sembró razonablemente bien, los insumos clave fueron llegando. La Niña se encaprichó y dejó de llover. Un desastre que significa la pérdida de más de 3 mil millones de dólares, esos que le hacen falta a fin de año al productor para pasar el verano afrontando los gastos de “la gruesa”. Y que esperaba el Gobierno para salir de la angustiante crisis de reservas.

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Por eso el ministro Massa tuvo que apelar al experimento soja fase dos, ahora ofreciendo 230 pesos por dólar. Otra vez, operando sobre el stock, intentando rascar el fondo de la olla. Cuando lo que importa es crear condiciones para impulsar el flujo. El único estímulo que sienten los productores es que es cuestión de sentarse sobre la mercadería para que aparezca un dólar que “sirva”. Como están pidiendo ahora todos los sectores de la economía.

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Pero hablando del flujo futuro, ¿cómo viene la mano? Todo depende de si estas últimas lluvias implican un cambio de tendencia. Los perfiles están secos y la recarga viene con cuentagotas. Es lo que dicen los pronósticos. Ya pagamos un peaje caro, por atraso en la siembra de la gruesa. Rodolfo Rossi, patriarca de la soja, refrescó esta semana en el cóctel de las cuatro cadenas que cada día de atraso son 40 kilos menos de potencial de rendimiento. Esto, entre el 10 de noviembre y el 10 de diciembre. Después, la caída se espiraliza. En teoría, suponiendo que se van a cumplir las intenciones de siembra (un poco superiores a las de la campaña anterior, por sustitución de maíz por soja) los cálculos teóricos hablan de 10 millones de toneladas menos. A los precios de exportación de hoy, son más de 5 mil millones de dólares.

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En el caso del maíz, que es el otro cultivo que hace a los grandes números, la biotecnología hizo un extraordinario aporte al permitir las siembras tardías. Todos los agrónomos nos formamos en la era en la que lo importante era sembrarlo lo más temprano posible, para hacer coincidir la floración con las lluvias de fin de año y agarrar la máxima heliofanía posible. Las siembras tardías tenían el riesgo del ataque de barrenador. La llegada de los genes de tolerancia a lepidópteros dio vuelta la taba. Un salto fenomenal, que incluso permitió las siembras de segunda, en competencia con la soja. También hay pérdida de potencial de rendimiento, aunque compensadas por el menor riesgo de la falta de agua. Sobre todo este año, cuando los meteorólogos pronostican mejores lluvias desde febrero.

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Suponiendo una evolución razonable de las lluvias, el maíz puede salvar las papas. Pero el escenario más probable es contar con 10 millones de toneladas menos que la campaña anterior. Unos 3 mil millones de dólares. Si las sumamos a las del trigo y la soja, habría que calcular que en el 2023 contaremos con (por lo menos) 10 mil millones de dólares menos que en el agónico 2022.

En los últimos 20 años, el sector cedió al Estado 200 mil millones de dólares solo en retenciones. Regar una hectárea implica una inversión de 2.000 dólares. Es decir, con el 20% de "lo que el viento se llevó", se podría haber creado infraestructura de riego para la mayor parte del mapa agrícola. Una forma de cambiar rezos por pesos.

Informe diario Clarín