El tercer paro de la CGT causa divisiones en el sindicalismo y suma tensión
La resistencia de la UTA a sumarse al paro general y las críticas a Héctor Daer son dos de los elementos que suman tensión a la estrategia sindical. ¿Por qué la huelga de este jueves está afectando más al gremialismo que al Gobierno?
El tercer paro general de la CGT contra el Gobierno está afectando por ahora más a la propia central obrera que a la administración libertaria: la decisión de la protesta causa fuertes divisiones internas como la resistencia a parar de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y la crisis del sector dialoguista, que incluye cuestionamiento al rol del cotitular cegetista Héctor Daer (Sanidad) y anticipa la pelea que se dará en noviembre cuando se renueven las autoridades de la entidad.
Los reacomodamientos permanentes -todo un clásico del sindicalismo- se venía insinuando en los últimos meses ante la pasividad de la CGT ante la Casa Rosada, pero se aceleraron cuando Daer se sacó el traje de dialoguista y pasó a liderar a los más duros que proponían una nueva huelga general.
La decisión de parar partió en los hechos a la alianza moderada: Daer quedó más asociado a Andrés Rodríguez (UPCN), el estatal más dialoguista que también se fue endureciendo, acompañados por José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), empujado por los planes oficiales para privatizar AYSA, mientras que quedó separado de ese sector Gerardo Martínez (UOCRA), hasta el momento el cerebro de la estrategia dialoguista y el dirigente con mejor llegada al oficialismo, junto con Armando Cavalieri (Comercio), quienes ahora se sienten más cómodos con el pragmatismo de Luis Barrionuevo (gastronómicos), crítico de Daer y promotor de un fuerte cambio de nombres para la CGT que viene.
Los dirigentes que cuestionan a Daer le achacan que tome decisiones en soledad y sospechan que su actual endurecimiento obedece a la idea de buscar consenso interno para convertirse en noviembre en el líder único de la CGT, sin triunvirato. También creen que dejó las filas dialoguistas para consolidar su nueva reelección en la Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA) Filial Buenos Aires, que tendrá comicios este año para renovar autoridades y en donde la posible presentación de una lista peronista disidente y otra de la izquierda lo obligarían a ser más opositor a Milei.
La expresión más clara de los problemas internos de la CGT es la reticencia de la UTA a sumarse al paro general con la excusa de que está dentro de una conciliación obligatoria en su conflicto salarial. Hay muchísimos antecedentes de sindicatos que pasaron por lo mismo e igualmente adhirieron a una huelga de la CGT, aunque en este caso el líder de la UTA, Roberto Fernández, también tiene muchas decisiones similares de no acatar una protesta cegetista para privilegiar el diálogo con un gobierno, además de que es otro de los que cuestionan a Daer por tomar resoluciones en forma unilateral.
En la UTA confirmaron que “adhiere a la medida de la CGT, pero no puede parar porque está en conciliación obligatoria”, mientras que los críticos de Fernández reprochan su actitud, aunque deslizan que el Gobierno lo está presionando de manera demoledora: amenaza con aplicarle sanciones si viola la conciliación obligatoria y, además, comenzó una auditoría en la obra social de los choferes de colectivos, conducida por la esposa del líder del gremio, atribuida en las filas sindicales a la intención de intimidar a la UTA para que se baje del paro general de este jueves, aunque desde el Gobierno lo negaron y afirmaron que las auditorías de ese tipo son “habituales”.
Incluso, este martes se publicó en el Boletín Oficial una resolución de la Superintendencia de Servicios de Salud que algunos interpretaron como una medida oficial adoptada contra la UTA: dio de baja a su obra social del Registro de Agentes del Sistema Nacional del Seguro de Salud para la Atención Médica de Jubilados y Pensionados.
Si la UTA efectivamente no para este jueves, el funcionamiento normal de los colectivos será un golpe casi letal para la paralización total del país que busca la CGT. Y una huelga de alcance parcial, a su vez, será un éxito del Gobierno y detonará más debates internos en la central obrera, uno de los cuales tiene eje en una pregunta sin respuesta: ¿qué estrategia seguirá el día después del paro general?
¿Qué hará Moyano ante los movimientos para renovar a la CGT? Los dialoguistas interpretan que es un aliado que tomará distancia de la alianza dura que hoy pilotean Daer y los kirchneristas. Falta mucho para que en noviembre se elijan las nuevas autoridades de la CGT hasta 2029, pero la interna se aceleró en estas horas, e incluso hay quienes presionan para que el congreso cegetista se haga antes. Es uno de los efectos del tercer paro general que, por ahora, están dañando más al propio sindicalismo.