En un ambiente cargado de emoción tras el pitazo final de Nicolás Ramírez, el árbitro del encuentro, los jugadores en el campo se abrazaron en un gesto de camaradería y unidad. El entrenador, Marcelo Gallardo, hizo lo propio con los suplentes y su cuerpo técnico, consolidando el sentido de pertenencia al equipo. Posteriormente, todos se reunieron en el césped, donde se unieron a los cánticos fervorosos de los hinchas, culminando la celebración con la conocida canción que rinde homenaje a la histórica rivalidad en el fútbol argentino.