Masiva inscripción de alumnos rusos en Argentina

Por la ola migratoria, cientos de chicos de Rusia ya están anotados en colegios del AMBA. Cómo harán las escuelas para enseñarles pese a que no hablan español
viernes 24 de febrero de 2023
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“Hay una mezcla de situaciones: mujeres rusas que han venido embarazadas y tienen hijos mayores; familias que eligen Argentina como un lugar para vivir, sencillo para ingresar y con fuerte bagaje cultural; familias que escapan de la guerra y no quieren ser llamados al servicio; familias de origen ucraniano que viven en Rusia. Los casos son variados, pero cada vez más frecuentes. Tengo más entrevistas ya agendadas con padres rusos en los próximos días”, comentó Esteban Speyer, director del San Carlos, un establecimiento privado bilingüe de Olivos.

En los últimos meses, en colegios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), las matrículas se engrosaron con estudiantes rusos. De acuerdo a las cifras a las que accedió Infobae, solo en las escuelas públicas porteñas hasta hoy se anotaron 327 chicos rusos (71 en nivel inicial, 194 en primaria y 62 en secundaria) para empezar las clases el lunes. En los años anteriores no hay registros de alumnos de esa nacionalidad en las aulas. En los colegios privados, si bien no hay números oficiales, las cámaras que nuclean a los establecimientos aseguran que la matriculación rusa también se multiplicó.

Las inscripciones no alcanzan solo a chicos en edad escolar. Ya hay 300 adultos nacidos en Rusia anotados para terminar la primaria en la Ciudad. Los motivos varían: son personas que no manejan el español y necesitan acreditar un nivel básico del idioma, o bien no terminaron la primaria en su país, o bien sí completaron el nivel en su país natal pero necesitan un diploma que los valide en la Argentina. Del mismo modo, también suman 105 personas rusas inscriptas para capacitarse en distintas áreas de formación profesional.

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El sistema educativo ruso consta de 11 años

Cuatro años de primaria y siete de secundaria; a diferencia del argentino que tiene doce años de obligatoriedad. Es decir, un alumno de primer año en Rusia sería un alumno de quinto grado en la Argentina. Aunque la equivalencia es difícil de establecer: los aprendizajes son disímiles y, de acuerdo a las consultas, todavía cuesta precisar los niveles.

En el San Carlos, cuenta Speyer, optaron por distintas estrategias para integrar a los estudiantes rusos: en matemática es más sencillo, dice, pero en literatura, en vez de una novela, se les da un cuento, se utiliza chats de inteligencia artificial para ayudarlos con el idioma, algunas docentes traducen sus propuestas al ruso con la ayuda del traductor de Google, se les intenta mostrar figuras reconocibles para cualquier cultura.

“Es una experiencia muy enriquecedora para todos. Los chicos vienen con una disciplina de estudio y un concepto de autoridad muy distinto al de acá. Por eso aprenden rápido y se sorprenden con la cercanía que hay en las aulas con el docente. No necesitan tratarlos de usted”, describió el directivo.

En el Ministerio de Educación porteño todavía no tienen un mediador que hable ruso. “Debido al ingreso escolar de niños hablantes de ruso, trabajamos con intérpretes provistos en algunos casos por las mismas familias, en otros casos contamos con la colaboración de personas de la comunidad que tienen buen manejo del español, con los que ya hemos trabajado, y asisten en las reuniones preliminares entre escuela y familia”, explicaron.

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Paula López Cano es la rectora del Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”. El colegio es muy requerido por las familias que arriban desde Rusia ya que cuenta con una larga tradición de enseñanza de lenguas extranjeras. De hecho tienen hace 45 años un programa para adultos enfocado en la enseñanza del español como segunda lengua, cuya última reforma incluye la formación de maestros justamente para integrar a los niños que llegan del exterior.

“La idea que perseguimos es la interculturalidad. Que se pueda trabajar con las diferencias culturales para integrar a niños de distintas regiones o, como en este caso, los que están llegando de Rusia. El año pasado nos sorprendió la cantidad de chicos que se anotaron en primaria y, sobre todo, en secundaria”, advirtió López Cano.

A raíz de la llegada intensa que comenzó en 2022 y se profundizó en los primeros meses de 2023, desde el colegio elevaron una propuesta específica al Ministerio de Educación para apoyar el aprendizaje de los estudiantes rusos, para no solo romper la barrera idiomática sino también aunar las diferencias culturales dentro del aula.

“Los alumnos rusos tienen muy buenos hábitos de estudio y una muy buena actitud hacia el aprendizaje. Han hecho muchos progresos y se van adaptando a las rutinas escolares así como generando vínculos con sus compañeros. Aprenden muy rápido y están muy motivados”, expresó la rectora.

Con información de Infobae