Frente a una CGT en pie de lucha pero dividida entre sectores moderados y combativos, Javier Milei les dejó saber a sus asesores de mayor confianza que está dispuesto a recibir personalmente a los líderes sindicales para apaciguar los ánimos en el sindicalismo, que se caldearon desde que el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) entró en vigencia.

El presidente no se movió de la postura que tenía días atrás, cuando se mostró dispuesto a recibirlos "para explicarles" que "el decreto a ellos no los jode". "Los recibiría encantado de la vida porque no tengo un modelo contra ellos", fue el mensaje que le dio a interlocutores, según reconstruyó este diario. Pero ahora, declarado el paro, advierte, que el primer paso "lo tendrán que dar ellos". "Veremos si piden la reunión", indican en el entorno presidencial, ante la consulta sobre su postura a una convocatoria.

Los reparos tienen que ver con que los gremios por ahora no han extendido un pedido formal de audiencia a Presidencia y que, tras quedar expuesto por hacerles un guiño previo a la marcha a Tribunales, al resaltar que la CGT "sí la ve", Milei no quiere exponerse a un nuevo desaire. "No puede decir que está dispuesto a recibirlos cuando todavía no se sabe si ellos quieren reunirse. Si hacen un planteo concreto, lo evaluará con mucha seriedad", sostuvo un estrecho colaborador del mandatario. "Por ahora es sólo teoría", habría respondido el jefe de Estado ante alguien que le transmitió la idea.

Javier Milei no descarta convocar a la CGT para frenar el paro del 24 de enero
Marcha de la CGT

En el entorno de Milei no supeditan una eventual cumbre entre el Presidente y la CGT al levantamiento del paro pero sí advierten que "para entablar una negociación tiene que quedar claro qué es lo que les molesta. No sirve que digan que el DNU y el proyecto 'es para cerrar el Congreso'. Todavía no sabemos qué les molesta". En el núcleo más cercano al Presidente, que no participa del diálogo subterráneo, aseguran que Milei "no está enojado" con la CGT, a pesar del desplante: "Ellos hacen su trabajo y yo el mío", le aseguró a una persona de su confianza.

Entre los funcionarios que pasan en forma periódica por el despacho de Milei hay un mantra: "El Presidente entiende que la CGT no es el problema, que el problema de la Argentina son las regulaciones. Y ellos (por los sindicalistas) también lo saben. Si hay más empleo hay más afiliados”. En rigor, en los numerosos contactos que tuvieron la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y el secretario de Trabajo, Omar Yasín, con los sindicalistas, escucharon de boca de sus interlocutores hasta dónde podía llegar la "motosierra" de Milei sin que forzara el clima de un paro.

De hecho, Pettovello se esforzó para obtener la foto con Armando Cavalieri, del poderoso sindicato de Comercio, un día antes del confederal convocado por Héctor Daer. Más allá del interés del dirigente por apurarse a firmar su adhesión al "Fondo de Cese Laboral", incluido en el DNU 70, que establece un sistema de cobro de indemnización inmediato para los despedidos de su sector, la ministra aceptó hacer una enmienda en el convenio que aclara un punto que lo inquietaba: que los trabajadores de Comercio no necesitan dar el "consentimiento explícito" para hacer su "aporte solidario" al gremio, ni antes ni después de la entrada en vigencia del DNU.

En el sindicato de Comercio se apuraron en hacer esa aclaración no sólo porque la foto con Pettovello a horas de la convocatoria al paro le valió a Cavalieri la reprobación interna en la CGT: el avance sobre el aporte solidario es, junto al capítulo de las obras sociales, uno de los puntos que más inquieta a la CGT. El dictamen jurídico de Trabajo sobre el DNU, según dicen en la tropa de Cavalieri, es favorable a la expectativa de los gremios.

Algo similar interpretó Federico Sturzenegger, el ministro sin cartera y cerebro de Milei detrás del DNU y de la profunda reforma del Estado que impulsa el proyecto. Nadie quiere admitir una interna en el Gobierno, pero tampoco pueden ocultar que el texto final incluyó una versión más audaz de la que sugerían quienes propician acuerdos políticos y que le aconsejaron al Presidente diferenciar a los gremios de los reproches que lanza a otros sectores opositores: como contó este diario días atrás, varios ministros y funcionarios de primera línea se enteraron de la redacción final una vez que el secretario Legal y Técnico, Javier Herrera Bravo, giró el texto al Congreso.

Al ministro del Interior, Guillermo Francos, que venía manteniendo contactos con los popes sindicales, sintió el impacto: varios de ellos apostaban a su muñeca para atemperar el alcance de esas reformas. Ahora, los únicos puentes de diálogo se mantienen bajo la órbita de Pettovello y Yasín: en el Gobierno insisten en que al menos otros dos gremios importantes se mostraron interesados en sumarse al igual que Cavalieri al Fondo de Cese Laboral. "A nosotros nos sirve y ellos creo que están empezando a verle el costado redituable al tema del seguro", resumió, enigmático, un funcionario al tanto de las negociaciones.

"El diálogo está abierto con todos, los contactos son permanentes", aseguran en el Gobierno, aunque conceden que hasta que las aguas se calmen ningún pope sindical va a querer volver a pasar por despachos oficiales como ocurrió días atrás: "El único que está fanatizado es (Héctor) Daer, que todavía no digiere la derrota de (Sergio) Massa. Con el resto se puede hablar".

En esta nómina incluyen al líder camionero Hugo Moyano, que a pesar del tono belicoso que suele usar su hijo Pablo cuando se refiere a Milei, también se reunió con funcionarios antes de la convocatoria la paro. Con todo, en el Gobierno no pierden la esperanza de que haya un final feliz al conflicto: "Falta un montón para el 24 (de enero). La negociación no empezó, hay que ver qué plantean", dicen. Y afirman que la pelota está "del lado de los gremios".