Este 2024 es un año bisiesto, una característica particular que se presenta cada cuatro períodos anuales en nuestro calendario gregoriano.

Un año bisiesto se caracteriza por tener 366 días, en vez de los habituales 365, jornada que se acomoda al final del mes de febrero, que llega así a 29 días.

Pero, ¿por qué ese año cada cuatro es bisiesto y a que se debe esta peculiaridad en nuestro sistema de medición del tiempo?

La idea de un año bisiesto se remonta al calendario juliano, instaurado por Julio César en el año 46 a.C.

El propósito principal de este ajuste que agrega un día cada cuatro años, era alinear el calendario con las estaciones en que solemos dividirlo.

César, con la ayuda del astrónomo Sosígenes, notó que el año solar (el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del sol) es ligeramente más largo que 365 días.

2024, año bisiesto: cómo y por qué nacieron los calendarios de 366 días

Inexactitud astral

Debido a esta inexactitud astral, de casi un cuarto de día cada año, sin el ajuste de un día extra cada cuatro años, nuestro calendario se desincronizaría de manera gradual con las estaciones.

Por ejemplo, sin años bisiestos, eventualmente se llegaría a la situación de tener que festejar el día de la primavera en el hemisferio sur abrigados para soportar el invierno.

No todos los años que son divisibles por cuatro son años bisiestos. Hay una regla adicional: un año que es divisible por 100 no es bisiesto, a menos que también sea divisible por 400.

Por ejemplo, el año 1900 no fue bisiesto, pero el año 2000 sí lo fue. Esta regla adicional ayuda a corregir la sobrecompensación que resulta de agregar un día extra cada cuatro años.

Por lo tanto, 2024 es un año bisiesto al ser divisible por 4, Pero no cae bajo la excepción de los años centenarios ya que no es divisible por 100. Esto significa que febrero de este año alcanzará 29 días en lugar de los habituales 28.