La situación de Garbarino se complica cada vez más. En medio de la incertidumbre sobre su futuro, y el hermetismo que maneja, la empresa profundiza su crisis. La cadena continúa cerrando sucursales, al tiempo que, debido a su falta de pago, a los pedidos de quiebra que acumula en la Justicia Comercial, ahora se suman intentos de embargo de la mercadería por parte de los dueños de los locales e, incluso, empleados de la firma.

A medida que pasan los días, cierran más locales. Este viernes, bajó las persianas la sucursal de Once, ubicada en Pueyrredón al 400. Según dicen en el sector, se trata de una de las más importantes para la cadena, por su estructura y su volumen de ventas.

No es la única. Ya dejó de funcionar otra tienda emblemática, en Cabildo y Juramento (Belgrano). También dejaron de operar otras en la provincia de Buenos Aires y el interior: San Martín, José C. Paz, La Plata, Mar del Plata, Rosario, Tucumán y San Juan, entre otras plazas.

Pero la ola de cierres parece que no se detendrá. Como un tsunami, se espera que haya más bajas antes de fin de mes. Según confiaron fuentes cercanas a la compañía, en los últimos días de agosto, también cerraría sus puertas el local sobre la avenida Cuenca, en Villa del Parque.

"Ante la falta de pago, los propietarios de los inmuebles están pidiendo que Garbarino les devuelva las llaves. La situación se replica en todas las localidades", explicaron. Consultada al respecto, la compañía no dio declaraciones.

Se estima que, desde mayo a la fecha, ya cerraron, al menos, 40 sucursales de las 105 que le quedaron a Garbarino y las 46 de Compumundo. La mayoría de las que sobreviven atienden en horario reducido, de 10 a 13 horas.

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