Copa del Rey: Barcelona y Real Madrid juegan la final en medio de un escándalo
Se medirán este sábado desde las 17 horas en el Estadio La Cartuja de Sevilla. En la previa hubo denuncias contra el árbitro y rumores de no presentación del Merengue luego desacreditados.
Para Barcelona, representa el primer paso para firmar un triplete de títulos en esta temporada. Para Real Madrid, en medio del escándalo por la denuncia contra el árbitro y de los rumores luego desmentidos de no presentación, parece ser la tabla de salvación en una campaña para el olvido y, en caso de triunfo, una de las pocas cartas que podrá exhibir su técnico para tratar de conservar su puesto. Con aspiraciones tan distintas, pero con el objetivo común de quedarse con el trofeo, los dos colosos del fútbol español se medirán en la final de la 123ª edición de la Copa del Rey este sábado desde las 17 en el Estadio La Cartuja de Sevilla (transmitirá el canal 116 de Flow).
Si bien nunca es sencillo plantear escenarios de favoritismo claro en encuentros de este calibre, es claro que el Barça llega mejor parado a este mano a mano. Porque su rendimiento ha sido superior al de su adversario en las últimas semanas, lo que le permitió afianzarse en la cima de LaLiga de España y acceder a las semifinales de la Champions League (el miércoles recibirá a Inter en el Estadio Olímpico de Monjuic en el choque de ida de su llave). Pero también porque el elenco dirigido por Hansi Flick se impuso muy claramente en los dos cruces contra el Merengue en esta temporada.
El 26 de octubre y por la 11ª fecha de la Liga, los catalanes triunfaron 4 a 0 en el Santiago Bernabéu con goles del polaco Robert Lewandowski -dos-, el brasileño Raphinha y Lamine Yamal. El 12 de enero, en la final de la Supercopa de España que se disputó en el Estadio Al Jawhara de Yeda (Arabia Saudita), ganaron 5 a 2 con tantos de Raphinha -dos-, Yamal, Lewandowski y Alejandro Balde (descontaron el francés Kylian Mbappé y el brasileño Rodrygo).
Barcelona, el club más ganador de la Copa del Rey, buscará su 32° título en su 43ª final. En esta edición, de la que participaron 116 equipos y comenzó el 9 de octubre, eliminó a la Unión Deportiva Barbastro de Aragón en los 16avos de final (4 a 0), a Betis en los octavos (5 a 1), a Valencia en los cuartos (5 a 0) y Atlético de Madrid en una electrizante semifinal (4 a 4 en la ida y 1 a 0 en el desquite).
Para este partido, Flick no podrá contar con su goleador, el polaco Lewandowski, quien el sábado pasado sufrió una lesión en el músculo semitendinoso de la pierna izquierda durante el partido frente a Celta en Montjuic por la Liga. Tampoco jugará el lateral Alejandro Balde, quien se está recuperando de una afección similar.
A Real Madrid no le quedan demasiadas fichas por jugar esta temporada, puesto que fue eliminado en los cuartos de final de la Champions League por Arsenal y marcha segundo en la Liga de España, a cuatro puntos de Barcelona, al que deberá visitar en dos semanas. Por eso tanto ruido rodea al equipo y al cuerpo técnico encabezado por el italiano Carlo Ancelotti. Y por eso resulta tan importante esta final, a la que accede como punto.
“Parece que ellos están mejor que nosotros, pero poner al Real Madrid como víctima en una final me parece algo un poco exagerado”, estimó esta semana Ancelotti, quien negó que este encuentro lo colocara ante una situación apremiante. “Estoy muy contento, muy feliz, con mucha presión porque siempre es así. El estrés es gasolina para mí”, afirmó el DT italiano, quien esta temporada ya vio perder 12 veces a su conjunto. Así, igualó la mayor cantidad de traspiés en una campaña a cargo del conjunto madrileño (también había registrado una docena de reveses en la 2022/23).
El camino de los capitalinos hasta esta final, la 41ª de su historia (ganó 20), fue un poco más complicado que el que transitó su adversario. En los 16avos de final se desembarazó sin problemas de Deportiva Minera de Cartagena (5 a 0), pero después debió sudar la gota gorda para eliminar a Celta en los octavos (5 a 2 en tiempo suplementario), a Leganés en los cuartos (3 a 2) y a Real Sociedad en las semifinales (1 a 0 en la ida y 4 a 4 en tiempo extra en la revancha).
Además de sus dos lesionados de larga duración (Dani Carvajal y el brasileño Éder Militão, ambos con roturas ligamentarias en la rodilla derecha), Ancelotti también lamentará este sábado la ausencia del francés Eduardo Camavinga, quien el miércoles, ante Getafe, sufrió una rotura completa del tendón del aductor izquierdo. En cambio, Kylian Mbappé, que no había podido jugar los últimos dos encuentros del equipo por un esguince en el tobillo derecho, se recuperó y estará disponible.
La puja por Copa del Rey de dos gigantes
La de este sábado será la 123ª final de esta copa, desde aquella primera que el Athletic Club de Bilbao le ganó 3 a 2 al Madrid Football Club, antecesor del Real Madrid, en el Hipódromo de la Castellana el 8 de abril de 1903. Y será la octava vez en que los dos gigantes del fútbol español pujen mano a mano por el trofeo de nueve kilos y 78 centímetros de alto que desde 1940 se fabrica en los talleres de la joyería Alegre de Madrid. En los siete duelos decisivos previos, los blancos celebraron cuatro veces y los blaugranas, tres.
La primera final entre ambos fue el 21 de junio de 1936, apenas 26 días antes del alzamiento militar que inició la Guerra Civil Española: Madrid Football Club se impuso 2 a 1 en Mestalla en la definición del certamen que entonces se llamaba Copa del Presidente de la República. En años de la dictadura franquista, cuando el certamen se denominaba Copa del Generalísimo, se encontraron en dos finales: Barcelona triunfó 1 a 0 en el Bernabéu en 1968 y Real Madrid ganó 4 a 0 en el Vicente Calderón en 1974.
Ya en democracia y con la denominación de Copa del Rey, hubo otras dos finales en el siglo XX y quedaron en manos del Barça: ganó 2 a 1 en La Romareda en 1983 y 2 a 0 en Mestalla en 1990. En el siglo XXI, el Madrid se tomó revancha, ya que salió victorioso en las definiciones de 2011 y en 2014, ambas en Mestalla. En la primera, 1 a 0 con un gol del portugués Cristiano Ronaldo en tiempo suplementario; la segunda, 2 a 1 con tantos de Ángel Di María y el galés Gareth Bale (Marc Bartra anotó para el equipo que dirigía Gerardo Martino).
La Cartuja de Sevilla, el hogar de la Copa
Por sexta vez consecutiva y por octava en la historia, la final se disputará en el Estadio La Cartuja de Servilla, que fue inaugurado en mayo de 1999 y fue remodelado en las vísperas de esta cita: su capacidad fue ampliada de 58.000 a 70.000 asientos, lo que lo convierte en el cuarto más grande de España (solo lo superan el Camp Nou, el Santiago Bernabéu y el Metropolitano de Madrid).
A los simpatizantes de cada uno de los clubes les tocaron 26.031 entradas (un 40% del aforo). Las localidades se agotaron rápidamente y enseguida la febril industria de la reventa comenzó a trabajar a destajo. En estas horas, los boletos, que originalmente costaban entre 72 y 270 euros, se comercializaban en valores que iban desde los 200 hasta los 1.000 euros.
Las lágrimas del árbitro De Burgos Bengoechea
El juez del encuentro decisivo será el vasco Ricardo De Burgos Bengoechea, un dato que podría resultar poco relevante, de no ser por lo que sucedió el viernes durante una conferencia de prensa que brindaron los integrantes del cuerpo arbitral: el réferi lamentó, entre lágrimas, “la repercusión de los vídeos de Real Madrid Televisión (el canal oficial del club” contra él y sus colegas, ya que “los hijos de los compañeros oyen decir en el colegio que su padre es un ladrón”.
“Es muy jodido cuando un niño va al colegio, hay otros que le dicen que su padre es un ladrón y vuelve a su casa llorando. Yo intento educar a mi hijo para decirle que su padre es honrado, que se equivoca como un deportista más. Esto es muy jodido, no se lo deseo a nadie. Cuando me vaya, quiero que mi hijo esté orgulloso de su padre y del arbitraje porque el arbitraje nos ha dado muchos valores. No hay derecho a lo que estamos pasando muchos compañeros no solo entre los profesionales, sino, sobre todo, en el fútbol base”, deploró De Burgos Bengoechea, notoriamente conmovido.
Tras la rueda de prensa, se especuló con que Real Madrid pediría la sustitución del juez y también del encargado del sistema de videoasistencia, Pablo González Fuertes (en la misma conferencia exigió que “se deje de poner la diana” en los árbitros porque un día va a ocurrir “una desgracia de verdad”), por considerar que carecían de imparcialidad para conducir el encuentro. Sin embargo, el club se limitó a esperar un movimiento de la Real Federación Española de Fútbol que nunca se produjo. Más tarde comenzó a sonar fuerte el rumor de que el equipo blanco no se presentaría, pero esa versión fue desacreditada por la institución. "Ante los rumores que han surgido en las últimas horas, el Real Madrid C. F. comunica que nuestro equipo nunca se ha planteado renunciar a jugar la final de mañana", avisa. /Clarín