2022-07-10

Tres pueblos de Jujuy que no se puede dejar de visitar

Ubicados en la imponente Quebrada de Humahuaca, combinan, historia, tradición, bellos paisajes y la seducción de un estilo de vida muy poco común.

La Quebrada de Humahuaca se extiende de sur a norte atravesando el corazón de la provincia de Jujuy, atravesada por el río Grande y tachonada por pequeños poblados que han sabido mantener sus costumbres y hasta su imagen ancestral, mimetizada con el particular entorno, convirtiéndose en los últimos años en un recorrido ideal para el turismo, que permite al visitante, asomarse a un estilo de vida único, enmarcado además por paisajes imponentes y un clima digno de disfrutar, sobre todo en invierno.

En este recorrido virtual a lo largo de la ruta nacional 9, que como un sedal une y conecta a las comunidades de la región, conoceremos tres poblados que vale la pena visita, recorrer e incluso habitar.

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Purmamarca

El primer escalón de nuestro recorrido no está precisamente sobre la ruta 9, de la que hay que apartarse por un corto tramo, adentrándose en la ruta nacional 52 para llegar al que los pueblos originarios bautizaron como "la ciudad de la tierra virgen".

Su ubicación privilegiada, al pie del mundialmente famoso Cerro de los Siete Colores, hizo de Purmamarca uno de los destinos turísticos de la zona preferidos por los viajeros, que lo primero que suelen hacer ni bien llegan es desandar el circuito de Los Colorados, que los acerca a esa particular paleta de ocres que despliega la orografía del entorno.

Pero hay mucho más para ver recorriendo las angostas calles del pueblo, en las que se mezclan la historia, la tradición y sobre todo, la atractiva gastronomía propia de la quebrada.

Uno de los hitos más importantes es la iglesia de Santa Rosa de Lima, una construcción de adobe que data del siglo XVII y que fue declarada monumento histórico nacional.

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Muy cerca se emplaza el imponente algarrobo histórico, un asombroso ejemplar cuya edad ha sido estimada en más de 600 años, lo que no sorprende si se tiene en cuenta que el pueblo ya existía como asentamiento indígena cuando llegaron los conquistadores españoles.

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Maimará

Su nombre en lengua aimara quiere decir "el otro año", aunque cuando el turismo posó sus ojos sobre este pintoresco pueblo, le atribuyeron otro significado: "estrella que cae".

Poco más de 4.000 personas ocupan las casas, casi todas de adobe, que se extienden a lo largo de una angosta franja de tierra enmarcada por el río Grande y la ruta 9. Del otro lado, "La paleta del pintor", con sus trazos ondulados sobre las laderas de los cerros, constituyen el más importante de los puntos de contemplación que caracterizan al lugar.

Pero sus terracotas contrastan con la policromía que se despliega sobre la accidentada superficie en la que se despliega el cementerio Nuestra Señora del Carmen, otro de los atractivos del pueblo, que llama la atención por su alegre ornamentación, alejada de la sobria solemnidad que suele caracterizar a los camposantos, algo nuevo para visitantes de otras latitudes.

Varias veces centenario como Purmamarca, Maimará también tiene su iglesia histórica, la de Nuestra Señora de La Candelaria, testimonio de la evangelización que llegó con los españoles, pero que no pudo suprimir los símbolos de la espiritualidad de los pueblos originarios, presente en los antigales de Hornillos y de Iruyto, sagrados para los lugareños, además de valiosos reservorios arqueológicos que atestiguan la presencia milenaria de antiguas civilizaciones que poblaron la zona.

Tilcara

Mucho antes del arribo del español, la etnia de los Tilcaras se asentaron al pie de la sierra que tomó su nombre, lo mismo que el poblado que, en la actualidad, se transformó en uno de los más visitados del norte argentino.

Decir que Tilcara le debe su poder de atracción al Carnaval, que cada año congrega multitudes, sería soslayar otros hitos en la historia de un pueblo que, como muchos otros de la quebrada, no tienen  fecha de fundación. Por ejemplo, que la Selección Argentina entrenó allí por un tiempo, preparándose para el mundial de México, que finalmente se adjudicaría.

Pero cuando las fiestas carnestolendas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la comunidad supo aprovechar la oportunidad de desarrollar una fuerte industria turística que hizo de Tilcara el epicentro de la región.

Igualmente, además del clima, la gastronomía y el entorno, Tilcara es un lugar digno de visitar en cualquier época del año, ya que a los museos y reservorios de expresiones artísticas originarias, le suma dos hitos históricos importantes: el imponente Pucará de Tilcara y la casa donde fueron velados los restos del general Juan Galo de Lavalle, tras ser ejecutado en Huacalera.

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