Las fuertes lluvias y tormentas que castigaron el sur de la provincia durante la madrugada del domingo causaron estragos y si bien algunas familias, ya que se calmaron las precipitaciones, pudieron regresar ayer a sus casas, luego de haber sido evacuadas el pasado domingo, la situación en el sur tucumano todavía es precaria

El titular de Defensa Civil de la Provincia, Fernando Torres, destacó que ya empezó a bajar el caudal de los ríos y arroyos que se habían desbordado y causado la inundaciones de muchas localidades. Sin embargo, advirtió que la alerta sigue. “Tenemos tres días de alerta, hasta el miércoles, porque en cualquier momento puede volver a llover”, dijo el funcionario.

Por su parte, el ministro de Desarrollo Social, Federico Masso, afirmó que estaba satisfecho con el trabajo mancomunado que se hizo junto a los ministerios del Interior, de Educación, de Salud y de Seguridad para asistir a las familias damnificadas por las tormentas.

Dijo que alrededor de 4.000 personas resultaron afectadas por la crecida de los ríos y que se evacuaron unas 300 personas. “Hoy (por ayer) en total en todas las escuelas no hay más de 100 personas evacuadas”, informó el funcionario. Añadió que estas personas fueron trasladadas a Centros Integradores Comunitarios (CIC) o a hospitales para permitir el normal funcionamiento de las clases esta semana, porque en muchos casos se los había llevado a establecimientos escolares.

Sobre las causas de las inundaciones, el titular de la cartera social explicó: “El arroyo Barrientos desbordó porque llovió mucho en Catamarca. Es un brazo que recibe agua de los cerros catamarqueños”.

El ministro aseguró que ayer se enviaron camiones con mercaderías y otros elementos para asistir a las familias que han perdido pertenencias a causa de las lluvias y los desbordes de distintos cursos de agua.

Quejas y reclamos de los vecinos

Entre la población no es igual la sensación, ya que no todos se han sentido contenidos en esta adversidad. Norma Amaya, de Villa Nueva, Aguilares, expresó su enojo: “Aquí no ha venido nadie. No ha habido presencia de las autoridades ni para darnos un espiral”, reclamó.

Norma, que trabaja cuidando adultos mayores, explicó que además de tener las viviendas llenas de barro, y de que se han arruinado muebles y otros enseres de la casa, los vecinos están corriendo graves riesgo en este contexto de epidemia de dengue. “Si no drenan las calles, que son de tierra, se hacen lagunas, que son un criadero de mosquitos. Y la gente de aquí no tiene dinero ni para comprar agua mineral o para comprar un espiral”, lamentó.

“Cuando vengo del trabajo no puedo entrar a la casa de la cantidad de barro que hay en el camino. Ni puedo usar la moto para trasladarme. Además, la Municipalidad de Aguilares hace poco cortó un árbol y dejó las ramas desparramadas en la calle, así que se puede pinchar la moto. La verdad es que estoy indignada, porque los políticos aparecen solo para pedir el voto y después se olvidan”, disparó en una entrevista con La Gaceta.

“Yo, por suerte, no necesito nada, porque tengo trabajo. Pero en este barrio hay mucha gente que sí necesita que ventan a asistirla, que le traigan colchones, agua, y sobre todo, necesitamos que despejen las calles y que pasen las máquinas”, finalizó.

Por su parte, Nancy Ruiz, de Aguilares, contó que el domingo, el agua le llegaba hasta las rodillas. “Estamos viviendo una situación muy triste, muy penosa”, le dijo.

“Tengo mi hijo y mi marido trabajando en Mendoza y estoy sola con mi hija, afrontando este momento”, comentó la mujer, que ayer debió ser trasladada a un hospital porque tras los nervios, sus valores de azúcar subieron y necesitó de controles.

“Siento que me tocó la menor parte, porque en el caso de mi hermana, que vive detrás del puente de Río Chico, tuvo agua hasta la cintura y ella sí perdió mucho más”, comentó. “La zona de su casa es de difícil acceso por eso aún esperan por la llegada de más ayuda”, agregó y resaltó que en el día de ayer en varios barrios sí se recibió colaboración del parte del gobierno como agua, lavandina y comida, pero que en algunas zonas los vecinos tuvieron que salir a buscar lo que necesitaban. “La gente tuvo que acercarse a los puestos o ir a las red de mujeres, porque para algunas casas no llegaban”, aseveró, a la vez que remarcó la solidaridad que nace en las comunidades a raíz de estas tragedias.

“Nos estamos ayudando unos a los otros, hasta en lo más mínimo. Por ejemplo, una vecina me cuidó la casa cuando me fui al médico porque también tenemos miedo a los robos, si las dejamos solas”, finalizó.