Con el regreso de The Last of Us para su segunda temporada, el inquietante escenario de una pandemia fúngica que transforma a los humanos en zombis vuelve a estar en el centro de las conversaciones. 

Aunque la historia que popularizó HBO tiene raíces en la ficción, investigadores de la Universidad de Columbia advierten que la evolución de ciertos hongos, en combinación con el cambio climático, podría representar un riesgo creciente para la salud humana y la seguridad alimentaria global.

La serie se basa en la idea de que el hongo cordyceps, conocido por infectar insectos, muta para atacar a los humanos debido al calentamiento global. 

Sin embargo, según el microbiólogo Jim Kronstad, del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Columbia Británica, esta premisa carece de sustento científico en la actualidad. 

“Nuestro cuerpo humano, con su temperatura promedio de 37°C, actúa como una barrera natural para la mayoría de los hongos”, explicó el experto. A esto se suma el sistema inmunológico, que impide que estos organismos se desarrollen fácilmente en nuestro organismo.

El cambio climático: un catalizador real de nuevas amenazas fúngicas

Aunque el escenario apocalíptico que propone la serie es altamente improbable, científicos reconocen que el cambio climático sí está generando condiciones más favorables para la adaptación y propagación de ciertos hongos peligrosos para los humanos

Uno de los ejemplos más preocupantes es el del hongo Coccidioides, causante de la conocida “fiebre del valle”, que prospera en climas cálidos y secos. 

Este patógeno puede ser inhalado a través del polvo del suelo y genera síntomas similares a la gripe, aunque en algunos casos puede causar cuadros severos.

Estudios recientes muestran un aumento sostenido en los casos de esta infección en zonas donde antes no era habitual, lo que los expertos vinculan directamente con el aumento de las temperaturas y las sequías prolongadas. 

Riesgos agrícolas y seguridad alimentaria en la mira

Más allá de la salud humana, la agricultura también está expuesta. Los hongos fitopatógenos, responsables de enfermedades en las plantas, están expandiendo su rango geográfico y afectando cultivos que antes no estaban en riesgo. Esta situación, potenciada por el cambio climático, podría tener un impacto directo en la producción de alimentos a escala global.

“El 30% de las pérdidas en los cultivos a nivel mundial se deben a hongos. Su expansión a nuevas regiones podría agudizar el problema”, alertó Kronstad, destacando que la vigilancia científica será clave para mitigar los efectos de esta amenaza emergente.

Los hongos: entre el miedo y la función vital

A pesar del tono alarmante de la serie, los expertos recuerdan que los hongos no son enemigos naturales del ser humano. De hecho, desempeñan un papel crucial en los ecosistemas: descomponen materia orgánica, reciclan nutrientes y ayudan a regular el carbono atmosférico. 

“Demonizarlos no es la solución. Lo importante es entender cómo el cambio climático está afectando su comportamiento y tomar medidas proactivas”, sostuvo el microbiólogo canadiense.

La transmisión de esporas por el aire, introducida en la segunda temporada de The Last of Us, sí representa una vía real de infección fúngica, aunque en condiciones naturales muy distintas a las de la serie. 

En la vida real, enfermedades como la criptococosis o la aspergilosis se transmiten de esta manera, afectando principalmente a personas con sistemas inmunodeprimidos.

Conclusión: la ficción como espejo de una realidad incipiente

Aunque los zombis del mundo de The Last of Us seguirán siendo materia de ciencia ficción, el vínculo entre hongos y cambio climático es una preocupación científica muy real

La expansión de patógenos, tanto en humanos como en cultivos, ya es observable en varias regiones del planeta. La comunidad médica y ambiental coincide: se necesita más investigación, monitoreo constante y políticas de adaptación para prevenir futuros escenarios críticos.