Te estás lavando mal los dientes y esto explica por qué
La duración del cepillado, la cantidad de pasta de dientes, la higiene del cepillo y la forma de llegar a cada rincón de la boca son algunas de las claves que se deben tener en cuenta para mejorar la higiene bucal
¿Sabías que son muchas las enfermedades que se pueden detectar a tiempo revisando la dentadura y la higiene oral?
La salud empieza por la boca. No en vano, es la puerta de entrada a muchas enfermedades y el lugar en el que es posible identificar signos de alerta para diagnosticar de forma precoz algunos trastornos.
Desde mal aliento hasta las caries, pasando por problemas en el esmalte, en las encías o en la lengua; hasta los síntomas que apuntan a dolencias cardiacas, diabetes, algunos tipos de cáncer, celiaquía, enfermedades autoinmunes, endocrinológicas, gastritis, problemas musculares e incluso enfermedades mentales. Todas ellas están relacionadas con la boca.
Por eso es, tal como aconseja el odontólogo Iván Malagón, es importante revisar su estado y atender a sus señales. «El odontólogo muchas veces es el primero que ve algunos signos de enfermedades sistémicas, no solamente enfermedades derivadas primariamente de la mucosa oral o de los dientes», revela.
Massa anuncia medidas para profesionales, monotributistas, autónomos y Pymes
¿Nos lavamos bien los dientes?
Lavarse los dientes es el 'must' del ritual diario de higiene dental. De hecho, se le puede considerar el pilar básico de la limpieza bucal, pero, aunque est práctica esté más que interiorizada por la mayoría de la sociedad, lo cierto es que no siempre se realiza correctamente, según asegura el doctor Malagón, quien detalla así los errores que se deben evitar durante el cepillado dental.
• Duración escasa: las prisas nunca son buenas, y para cepillarse los dientes tampoco. No hay que dedicarle una eternidad, con dos minutos bastan, pero no menos. Todavía muchas personas no le dedican el tiempo necesario, especialmente los niños (a los que hay que habituar) y las consecuencias de una higiene dental insuficiente se pagan en el futuro. Si nos cepillamos durante poco tiempo, no se eliminan todos los restos de alimentos y tampoco se logra reducir a las bacterias responsables de las caries, lo que hace que corramos un mayor riesgo de periodontitis y que se debiliten las encías. Son sólo dos minutos pero a cambio se logra una mejor salud.
• Demasiada pasta: «La medida exacta de dentífrico que hay que poner en el cepillo es un guisante. Ni más, ni menos», recomienda el doctor Malagón. La explicación a esta cantidad tan medida es que la incluye, entre sus muchos componentes, unos que se denominan abrasivos y que son sustancias sólidas que ayudan al arrastre de los restos de alimentos logrando una limpieza eficaz. Si la pasta tiene demasiados abrasivos (debemos verificar el índice RDA del dentífrico) se debilita mucho el esmalte, por lo que no hay que echar mucha pasta.
• Demasiados cepillados: Tampoco hay que pasarse con la cantidad de cepillados, con tres veces al día, una tras cada comida es suficiente y así no dañaremos el esmalte.
• Evitar lengua y encías: Son las grandes olvidadas en la higiene oral, pero lo cierto es que es sumamente importante su limpieza para cuidar nuestra salud oral. Al igual que nos cepillamos los dientes también hay que hacerlo con la lengua y las encías de manera suave.
• No cepillar todas las caras: en la cara de los dientes que no vemos también se quedan restos de alimentos, y no cepillarlas implica que las bacterias permanecen en esas zonas.
• Cepillo incorrecto: utilizar cepillos grandes o de cerdas muy duras es contraproducente, pues lo que hace en lugar de limpiar es dañar los dientes. Es preferible utilizar cepillos pequeños que alcancen todos los recovecos y con cerdas suaves para que no se dañe el esmalte. Un cepillo de cerdas duras sólo lo recomienda el especialista para determinados problemas.
• Evita el cepillo mojado: la forma correcta de lavarse los dientes es con el cepillo seco antes de pasarlo a la boca, ya que si se moja, se diluye la pasta de dientes y los efectos del cepillado son menores.
• No limpiar bien el cepillo tras su uso: este es un fallo muy común, tras el cepillado se deja el cepillo de vuelta en el frasco de los cepillos sin haberlo lavado. Es necesario lavarlo ya que si no se hace, las bacterias o restos de alimentos que hemos eliminado de nuestra boca seguirán en las cerdas cuando los usemos de nuevo. Además, no hay que guardarlo húmedo con su capuchón, eso es un caldo de cultivo para las bacterias, es más recomendable dejarlo sin tapar.
• Usar el mismo cepillo durante meses: el cepillo sufre desgaste, y por ello hay que cambiarlo cada 3 meses o antes si notamos que está muy desgastado.
Candidatos 2023 presentaron sus declaraciones juradas: cuánto declararon
Por su parte, la Dra. Carla Carolina, odontóloga y que recientemente acaba de publicar el libro 'Una sonrisa para toda la vida' (Lunwerg/Planeta), aporta, además de los citados otros consejos prácticos para mejorar la higiene oral:
• Utiliza un enjuague bucal: Mantén en la boca el enjuaga durante aproximadamente 30 segundos moviendo con fuerza el producto por todos los rincones de la boca y luego escúpelo. Con esto podrás eliminar restos de comida además de hidratar la boca antes del cepillado.
• Usa el hilo dental, la seda, la cinta o el cepillo interproximal para limpiar entre dientes. Introduce el producto delicadamente, con calma pero con firmeza. Frótalo por las superficies de los dientes vecinos y realiza este procedimiento en cada rincón proximal de todos los dientes de la boca, sin olvidarte de ninguno.
• Si tienes un irrigador, úsalo para hacer de vez en cuando una limpieza profunda entre los dientes. Utiliza ese chorro de agua potente contra los restos acumulados en las zonas más inaccesibles.
• Sigue un orden al cepillarte: La idea es que ningún diente quede sin limpiarse correctamente. El cepillado total de la boca debe durar, como mínimo, unos dos minutos.
Por último la Dra. Carla Carolina recuerda que si los dientes no se cepillan con regularidad, no se utiliza una pasta de dientes con niveles óptimos de flúor y además se sigue una dieta rica en azúcares y carbohidratos fermentables, existe un alta probabilidad de sufrir destrucción de la estructura de los dientes, dolor, infección y, en ocasiones, pérdida de alguna pieza dental.