Con el inicio de la primavera en el hemisferio sur, las temperaturas suben, los días se alargan y la luminosidad aumenta.

Aunque estos cambios suelen ser recibidos con entusiasmo, para una gran parte de la población traen consigo un fenómeno poco conocido pero muy real: la astenia primaveral.

Desgaste físico

Esta condición, que afecta a la mitad de las personas, especialmente mujeres entre los 30 y 60 años, provoca un desgaste físico e intelectual marcado por fatiga, debilidad y falta de motivación.

El origen de este trastorno radica en la adaptación del cuerpo a las nuevas condiciones ambientales. La luz solar y las temperaturas influyen en la actividad del hipotálamo, una región del cerebro sensible a los cambios de luz y oscuridad.

Este proceso afecta la producción de hormonas clave para nuestro bienestar, como la serotonina, que regula el estado de ánimo, y la melatonina, que ayuda a conciliar el sueño.

A pesar de su incomodidad, es importante destacar que la astenia primaveral no es una enfermedad, sino una reacción natural del cuerpo.

Cuáles son los síntomas

Los síntomas, que incluyen cansancio generalizado, falta de concentración e irritabilidad, suelen ser transitorios y desaparecen en pocas semanas.

Para minimizar los efectos de esta condición, los expertos recomiendan adoptar hábitos saludables: llevar una dieta equilibrada rica en frutas y verduras, mantenerse bien hidratado, evitar el consumo excesivo de cafeína y nicotina, y asegurarse de dormir al menos ocho horas diarias.

Además, la actividad física moderada, como caminar o hacer yoga, puede ayudar a liberar endorfinas y mejorar el estado de ánimo.

Si bien la astenia primaveral es pasajera, su impacto en el día a día puede ser considerable, por lo que es fundamental estar atentos a los síntomas y consultar a un médico en caso de dudas.