Milei cerró su gira por Israel y viaja a Roma para tener su audiencia con el Papa Francisco

El jefe de Estado vuela a Italia para participar de la ceremonia de canonización de Mamá Antula y reunirse a solas con el Santa Padre
viernes 09 de febrero de 2024
Javier Milei reza en el Muro de los Lamentos durante su primera visita oficial a Israel
Javier Milei reza en el Muro de los Lamentos durante su primera visita oficial a Israel

El Presidente Javier Milei culminó su gira por Israel este jueves con una actividad fuera de protocolo: terminó bailando con un grupo de rabinos en el Muro de los Lamentos.

El mandatario terminó así una gira de tres días por Israel para viajar este viernes a Italia, donde continuará con una agenda política pero también religiosa. Además de una reunión con la primera ministra Giorgia Meloni, será recibido en los próximos días por el Papa Francisco.

Milei concluyó anoche su reunión con los familiares de los secuestrados por el grupo terrorista Hamas, y de manera imprevista se desvió del camino hacia el hotel King David para enfilar rumbo al Muro de los Lamentos. El presidente quería rezar por última vez frente al Kotel y trató pasar como un creyente más en la histórica ciudadela de Jerusalén.

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El jefe de Estado llegó al Muro junto al rabino Shimon Axel Wahnish, embajador designado en Israel; el rabino Simón Jacobson, un miembro clave del movimiento Lubavitch; Richard Kaufman, guía de turismo en Israel, y el rabino Pinjas Sudry. Los cinco rezaron en paz, y cuando se encaminaban hasta los autos oficiales, Milei fue descubierto por un puñado de rabinos.

Y al instante, inició una inédita y espontánea fiesta judía: no es habitual que un jefe de Estado sea levantado en andas, mientras se canta frente al Muro de los Lamentos, la historia que cuenta cómo el Rey David derrotó a Goliath.

Cerca del mediodía en Jerusalén (cinco horas menos en la Argentina), Milei partirá en un vuelo comercial hacia la capital italiana. Será la última etapa de su gira por Medio Oriente y Europa antes de regresar a Buenos Aires, adonde van in crescendo las diferencias políticas entre la Casa Rosada y la oposición.

Milei y Francisco se encontrarán por primera vez durante la ceremonia de canonización de “Mamá Antula”, que sucederá el domingo próximo en la Plaza San Pedro. Y un día más, el Presidente y el Santo Padre se quedarán a solas cuando los relojes del Vaticano marquen las nueve de la mañana.

El jefe de Estado llegará al Patio San Damaso del Palacio Apostólico junto a la canciller Diana Mondino; la ministra de Capital Humano, Sandra Petovello; el ministro del Interior, Guillermo Francos; la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei; el futuro secretario de Culto, Francisco Sánchez, y el rabino Axel Wahnish, embajador designado en Israel.

Esta delegación oficial encierra tres situaciones políticas: no tiene embajador ante la Sante Sede -aún no fue nombrado-; incluye al embajador ante Israel -un hecho que sorprende al Vaticano-, y presenta en sociedad al secretario de Culto, Francisco Sánchez, que ha tenido opiniones agraviantes sobre el Papa.

Francisco tuvo su fumata blanca en 2013, y en once años de pontificado recibió como presidentes a Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri Alberto Fernández.

En la primera audiencia con cada uno de estos mandatarios -al margen del tiempo de duración-, el Papa escuchó sus programas de Gobierno, sus sueños y sus expectativas. Y al pasar, en un sutil movimiento florentino, Francisco dejaba entrever sus expectativas y marcaba sus líneas rojas.

Este rito papal, una creación intelectual de Jorge Bergoglio al servicio de Francisco, se repetirá con Milei. El Santo Padre no toma examen, ni hace juicios de valor. Pone atención en el discurso del otro, y desliza su mirada acorde a los tiempos vigentes. A este presidente le toca mejorar la economía, reducir la pobreza y lograr que la sociedad vuelva a creer en la democracia.

Milei es consciente de su próxima experiencia histórica, y ya demostró que tiene un vínculo especial con las religiones. Católico de niño, el jefe de Estado apuesta a tener una profunda relación personal y política.

El presidente residirá en la embajada argentina en Italia, mientras que su comitiva se alojará en un hotel tres estrellas ubicado a pocos metros de la sede diplomática. El ajuste del Estado coloca a Milei en una paradoja histórica: dormirá en el cuarto que uso Evita durante su viaje a Europa en 1947.