En su primer encuentro como ministro de Economía ante la Unión Industrial Argentina, Luis Caputo aseguró que uno de los objetivos será mantener un tipo de cambio alto y competitivo. La idea es fomentar las exportaciones y al mismo tiempo que ese dólar elevado actúe como una barrera natural para las importaciones. El razonamiento para un país que precisa que de manera urgente el Banco Central recomponga reservas es impecable, salvo por un detalle: este plan podría atentar contra otro de los grandes objetivos declarados por el Gobierno, que es bajar la inflación.

 

El dólar a $800 estipulado por Economía la semana pasada representa el tipo de cambio real más alto que tuvo la Argentina desde la devaluación de 2002, cuando el estallido de la convertibilidad llevó la cotización de 1 a 4 pesos en cuestión de tres meses.

Ramiro Castiñeira, director de Econométrica, consideró que desde aquella crisis “nunca fue más conveniente exportar y nunca fue más caro importar”. Su estimación es que el superávit comercial ascenderá en 2024 a USD 20.000 millones. Otros como el IERAL, de la Fundación Mediterránea, proyecta que incluso podría llegar a cifras más altas, acercándose a los USD 25.000 millones.