Todas las personas de alguna manera u otra, necesitamos el apoyo y una cierta dosis de aprobación por parte de los demás y esto es normal, somos seres sociales. Pero entonces, ¿Dónde estaría el problema? Pedir nuestra opinión a los demás, tener en cuenta el consejo de alguien que nos quiere o que tiene más experiencia que nosotros en algo en concreto, no debería suponer un problema, es algo incluso positivo, ya que nos puede dar seguridad y nos puede ayudar a aprender. El problema viene cuando tenemos la necesidad de tener la opinión del otro en cuenta y sin ella nos vemos incapaces de tomar alguna decisión, dar un paso importante, aceptar una propuesta o simplemente hacer o no algo en concreto, porque pensamos que sin su aprobación no va a salir bien, nos vamos a equivocar o simplemente no vamos a saber tomar la decisión.

Cada vez que pides la aprobación de otra persona para tomar una decisión importante o simplemente hacer algo que es tuyo, te sientes un poquito más incapaz de decidir por ti, ya que cada vez que pospones tomar una decisión por tu cuenta, te crees que eres más incapaz de hacerlo.

Cuando actúas en base a lo que se espera de ti, a lo que te sugieren los demás y no te escuchas a ti, pierdes tu espontaneidad, tu originalidad y tu seguridad y tu independencia.

La carta de Fernando Burlando a Sergio Massa antes del balotaje

La línea entre la búsqueda de aprobación saludable (la que te permite aprender) y la aprobación problemática (la que te hace dependiente) es muy fina. Para ayudarte a identificarlo y que puedas tener en cuenta si te está ocurriendo en este momento o no, ten en cuenta estas 7 preguntas:

1. ¿Deseo saber la opinión de opinión de los demás o la necesito? Cuando delegamos nuestras decisiones en los demás, generamos relaciones de dependencia que hacen que no podamos desarrollarnos personalmente y que nos impiden fomentar nuestra autonomía. Por mi consulta han pasado muchas personas que se sentían incapaces hasta de decidir qué ropa se ponían ese día si no tenían la aprobación de alguien de su entorno. Parece algo sin relevancia, pero es importante evitar hacerlo también en las pequeñas cosas, porque cuando sentimos la necesidad de que otra persona decida por nosotros y delegamos esta decisión, fomentamos nuestra capacidad de indecisión y dañamos nuestra autoestima.

2. Si opino diferente a los demás, ¿soy capaz de mostrar mi desacuerdo?

3. ¿Dependen mis emociones de la opinión de los demás? Es decir, ¿Si te dicen cosas buenas sobre ti te sientes muy bien y válido, pero si te hacen una crítica o te dicen algo que no te ha gustado, tiendes a deprimirte y a sentirte poco válido?

4. ¿Me cuesta decir que 'no' y respetar mis necesidades frente a los deseos de los demás?

5. ¿Me preocupa mucho dar una buena imagen?

6. ¿Me permito ser yo mismo o evito hacer cosas por el miedo a que me rechacen?

7. ¿Tomo decisiones, pero cuando alguien opina distinto, cambio mi decisión para obtener su aprobación?

«No decidir ya es decidir»

¿Cuáles han sido tus reflexiones al hacerte estas preguntas? ¿Has deducido que la mayoría de las veces decides tú o decide tu miedo o inseguridad por ti? Cuando decidimos desde el miedo, decidimos desde la necesidad. Nos autoengañamos pensando que los demás son los que nos dan la seguridad que necesitamos y que sin sus opiniones no seríamos tan capaces de tomar buenas decisiones.

Cuando decidimos no decidir lo que realmente nosotros pensamos o deseamos, también estamos decidiendo no hacerlo. No olvides que decidir no decidir, ya es decidir. Cuando decides delegar tu responsabilidad de decidir en los demás, estás decidiendo anularte y destruir un poquito tu autoestima.

La necesidad constante de aprobación deriva en problemas de ansiedad y depresión. Parece que es algo sin importancia, pero buscar continuamente el visto bueno de esas personas que nos rodean, nos hace creer que no podemos ser capaces de tomar las riendas de nuestra vida.

Llegó la "campaña del miedo" a los colectivos de Tucumán

Cuando pedimos opinión para hacer o decir algo, es normal previamente sentir alivio porque pensamos que no tenemos que enfrentarnos a cometer un error, pero después, cuando nos damos cuenta de que no estamos haciendo lo que deseamos, es normal sentirnos mucho peor que antes. En consulta veo muchas personas que también me dicen: «Cuando pido opinión y hago lo que los demás me dicen, si fallo, me siento menos mal porque no ha sido porque yo lo haya elegido sino porque he seguido las recomendaciones de los demás». Ahí es cuando les recuerdo que, no se pueden olvidar que decidir que sean otros los que decidan por mí, también es decidir. Por lo que cuando hacemos lo que nos dicen los demás y no nos sale bien, los primeros perjudicados somos nosotros mismos porque hemos decidido, con nuestras mejores intenciones, no escucharnos, invalidarnos y destruir un poquito nuestra autoestima.

Nadie en el mundo te conoce tan bien como tú a ti mismo, deseo que este artículo te haya servido para reflexionar y, en el caso de que este problema te esté generando sentimientos de rechazo a ti mismo, tristeza recurrente, miedo a cometer errores o fallar o esté impidiéndote ser tú mismo, reúnas la fuerza para pedir ayuda a un psicólogo especialista.

Mereces recuperar tu autonomía, tu espontaneidad y tu autenticidad.

Si quieres reflexionar más sobre estas cosas que te pueden hacer destruir tu autoestima, si te apetece saber qué puedes hacer para evitarlo y construir una relación contigo sana, te invito a leer mi libro: 'Las 5 estaciones de la autoestima' (Zenith/Planeta).