El 20 de octubre de 2016, Matías Juárez ingresó a un sanatorio de San Miguel de Tucumán por una cirugía de amígdalas programada. Según los médicos, la cirugía duraba 30 minutos, pero se extendió a casi una hora. Al finalizar la operación, lo llevaron a la habitación y en ese momento, María, su mamá, supo que algo no estaba bien. Cinco días después, el 25 de octubre, Matías murió a causa de un coma inducido que le produjo una arritmia.

Han pasado siete años de aquel terrible momento, que hasta el día de hoy sigue impune. Hay tres médicos imputados en la causa y esperan llevarlos a juicio donde la querella pide un máximo de pena y la inhabilitación de la matrícula para los médicos involucrados.