Muchas veces, aunque se ponga toda la voluntad y la energía en las cosas que se desean concretar en la vida, no se logran los resultados y la felicidad que se esperan de esas acciones. ¿Ocurre por mala suerte, por decisiones desacertadas o porque se toman caminos equivocados?

Según la psicóloga Sonja Lyubomirsky, destacada investigadora graduada en la Universidad de Harvard y doctorada en la de Stanford, todas las personas del mundo colocan la felicidad en el primer lugar de su lista cuando se les pregunta qué es lo que más quieren en la vida. Sin embargo, dijo la experta, tendemos a buscar la felicidad en lugares equivocados, ya que lo que creemos que supondrá realmente una gran diferencia en nuestras vidas sólo supone una pequeña diferencia, mientras que pasamos por alto las verdaderas fuentes de la felicidad y el bienestar.

En su libro “La ciencia de la felicidad, un método probado para conseguir el bienestar”, la investigadora planteó que la felicidad no se relaciona con un golpe de suerte, como ganarse un premio en la lotería, obtener un aumento de sueldo o encontrar a la pareja que buscábamos. Tampoco se relaciona con la acumulación de bienes materiales, logros profesionales o experiencias placenteras ni es fruto del azar. Según las investigaciones realizadas, solo un 10% de nuestra felicidad se relaciona con eventos externos.

Del porcentaje restante, un 50% estaría dado por nuestras condiciones genéticas y, esta es la buena noticia: el 40% depende de las actividades que podamos realizar intencionadamente.

Es decir, tenemos un 40 por ciento en nuestras manos para introducir cambios permanentes que nos llevarán a aumentar nuestra felicidad en la vida.

Lyubomirsky afirmó: “Otra gran falacia es la noción de que solo seríamos felices si cambiaran un poco las circunstancias de nuestra vida. Esta manera de pensar es lo que yo llamo: ´sería feliz si...´o ´Seré feliz cuando...´. Compartimos esta lógica los que recordamos épocas de nuestra vida en las que hemos sido felices de verdad, pero nos parece que jamás podremos recuperar las circunstancias exactas que provocaron esa auténtica felicidad”.

La psicóloga dió como ejemplo la época de estudiantes en la universidad, la primera vez que nos enamoramos, o en cuando los hijos eran pequeños. Sin embargó, advirtió la experta: “La realidad es que los elementos que determinaron nuestra felicidad en el pasado y que pueden traer la felicidad futura siguen estando con nosotros ahora y están aquí, esperando que los aprovechemos. Los cambios de nuestras circunstancias (por positivos y sensacionales que sean) en realidad inciden muy poco en nuestro bienestar”.

La importancia de las buenas emociones

Entre las verdaderas fuentes de la felicidad y el bienestar la investigadora citó a la gratitud y la amabilidad. “La gratitud es, básicamente, pensar en la gente que forma parte de tu vida, que agradeces tener, que te hace sentir que no estás solo y esto te hace más feliz. Y sobre la amabilidad, mis investigaciones han demostrado que la gente que ayuda a los demás y que los apoya también es más feliz, porque se sienten mejores personas y más conectados a los demás”, expresó la investigadora y destacó que durante la pandemia esto se vio por todo el mundo, cómo las personas en sus barrios, comunidades, familias, se unieron para ayudar a los demás. Por lo cual consideró que saldremos mejores de esta terrible experiencia que sufrimos.

“Otra clave para ser feliz, por todos los estudios que he hecho y leído, son las relaciones y conectar con los demás. Todo lo que podamos hacer por conectar con otros nos va a hacer más felices”, afirma la psicóloga y advierte: “A menudo hablo de que la felicidad conlleva trabajo, como todo lo que importa en la vida, si quieres criar hijos exitosos, si quieres tener una carrera brillante, si quieres perder peso… Conseguir todo esto conlleva un trabajo, y la felicidad no es distinta”, reflexionó.

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