El Transatlantic Tunnel, un concepto que ha rondado la ciencia ficción durante más de un siglo, vuelve a estar en el centro del debate gracias a avances tecnológicos y propuestas audaces.

La idea de unir Nueva York y Londres en apenas 54 minutos mediante un tren de levitación magnética dentro de un túnel de vacío bajo el Atlántico se presenta como una de las obras de ingeniería más ambiciosas de la historia.

Sin embargo, el costo estimado de 19 billones de dólares y las complejidades geológicas plantean desafíos colosales.

Elon Musk ha reavivado la discusión al asegurar que su empresa, The Boring Company, podría construir el túnel por “mil veces menos dinero”, reduciendo el presupuesto a unos 19 mil millones de dólares.

Aunque su declaración ha generado interés, la comunidad científica y de ingeniería se mantiene escéptica ante la falta de detalles técnicos y financieros concretos.

Tecnología de punta para un desafío sin precedentes

El proyecto se basaría en la combinación de dos tecnologías avanzadas: los trenes de levitación magnética (maglev) y los túneles de vacío.

Este enfoque eliminaría casi por completo la fricción, permitiendo que los trenes alcancen velocidades superiores a los 4.800 km/h, más rápido que un avión comercial.

No obstante, el desarrollo de sistemas de transporte como el Hyperloop ha demostrado ser más lento de lo esperado, sin que aún exista un prototipo viable a gran escala.

A pesar de los avances en trenes maglev en países como Japón, Alemania y China, ninguna infraestructura ha alcanzado la velocidad necesaria para materializar un viaje transatlántico en menos de una hora.

Además, la construcción de un túnel de 5.470 kilómetros bajo el océano Atlántico enfrenta barreras tecnológicas y económicas que hasta ahora han sido insuperables.

Obstáculos geológicos y financieros

El suelo oceánico no es una superficie estable, sino una zona de intensa actividad tectónica. La Dorsal Mesoatlántica, una cadena montañosa submarina de 1.500 km de ancho, representa un desafío extremo debido a su actividad volcánica y el constante desplazamiento de placas tectónicas.

Estas condiciones han paralizado proyectos más pequeños, como el túnel submarino entre España y Marruecos, de solo 17 kilómetros.

En términos de costos, el Transatlantic Tunnel sería incomparable con cualquier otra obra de infraestructura. Para ponerlo en perspectiva, el Eurotúnel, que conecta el Reino Unido con Francia a través de 50,5 kilómetros, costó 13.600 millones de dólares.

Si se aplicara el mismo costo por kilómetro al túnel transatlántico, el total superaría los 1.47 billones de dólares, desmintiendo las cifras optimistas de Musk.

¿Ficción o realidad?

Aunque la idea de un tren que cruce el Atlántico en minutos es atractiva, los desafíos tecnológicos y económicos hacen que su viabilidad sea incierta.

La falta de un Hyperloop operativo, los riesgos de construcción en el lecho marino y el descomunal presupuesto necesario mantienen el proyecto en el ámbito de la especulación.

Si bien Musk ha demostrado capacidad para materializar proyectos audaces, como los túneles urbanos de The Boring Company, la construcción del Transatlantic Tunnel sigue siendo, por ahora, una visión futurista sin una hoja de ruta concreta.