La casita del espanto: dos fanáticos religiosos torturaron por años a sus trece hijos
El matrimonio Lupin fue condenado por la justicia de EE.UU. luego que una de sus hijas pudo huir y denunciarlos.
Se veían como una gran familia feliz. David y Louise Turpin tuvieron trece hijos, que aparecían siempre vestdos de la misma forma en todas las fotografías que se multiplicaban por las redeso sociales, ya sea de viaje a Disney o celebrando su casamiento en Las Vegas.
Pero, tras esa marcarada, se ocutaba una verdad escalofriante. El matrimonio que vivía en California, Estados Unidos, retenía cautivos a los menores y los torturaban brutalmente: encadenados a sus camas, no les daban de comer, los dejaban bañarse una vez al año y los hacinaban en una casa en condiciones deplorables.
El calvario duró hasta que Jordan, una de las hijas de la pareja, logró escapar y alertar a la Policía de los abusos a los que la sometían a ella y a sus hermanos, que tenían entre 2 y 29 años.
Todos ellos pudieron ser rescatados y reubicados en centros de salud para rehabilitarlos, tras pasar casi toda su vida en cautiverio. Estaban desnutridos y habían sido abusados física y sexualmente por sus padres.
El caso de los Turpin se trata de uno de los más controversiales en relación con el maltrato infantil de la historia de Estados Unidos, cuyos detalles aún siguen conmocionando a la sociedad.
La casita del espanto
A los 23 años, David Allen Turpin se casó con su novia Louise Anna Robinette, que tenía 16 y se había escapado de la casa de sus padres.
Se mudaron juntos en 1985 y comenzaron una vida basada en la práctica religiosa, específicamente del pentecostalismo. Además, la pareja creía en la abstención a todas las formas de control de la natalidad. Por eso, según ellos, “Dios les pidió tener trece hijos”.
Durante 30 años, los Turpin vivieron en diferentes puntos entre Virginia Occidental, Texas y, finalmente, en la localidad de Perris, California.
David era el único que tenía un empleo, ya que trabajaba como ingeniero informático en distintas empresas. Incluso, llegó a ser el director de un centro educativo privado, mientras que Louise se encargaba de los quehaceres del hogar.
Parecían una familia normal y divertida: se iban de viaje, vestían a sus 13 hijos de la misma forma y subían fotos juntos en las redes sociales. Por eso, nadie sospechaba que detrás de ello, se ocultaba lo peor.
Los Turpin no dejaban que los chicos salieran de su casa para ir a clase o hacer amigos, casi siempre estaban encadenados a sus camas y los torturaban física y sexualmente. La excusa para mantenerlos confinados era porque “tenían miedo que tomaran mucho azúcar o cafeína”.
Otra práctica común en “la casita del espanto” de California, era que el matrimonio no dejaba que sus hijos coman. En lugar de eso, les mostraban la comida en la cara cuando estaban a punto de desmayarse del hambre, pero no les daban a probar ni un bocado.
Otro castigo frecuente era la falta de higiene, ya que a los jóvenes solo se les permitía bañarse una vez al año, vivían en medio de la basura y expuestos a pésimas condiciones higiénicas.
La rutina infernal era así: David y Louise obligaban a sus hijos a dormir de día, ya que durante la noche, tenían que mantenerse despiertos para memorizarse pasajes de la Biblia, que después tenían que recitar a la perfección.
A veces, los dejaban escuchar música y así fue cómo la chica de 17 años que escapó y advirtió a la Policía lo que su familia vivía, se dio cuenta de lo que sucedía en el mundo “real”. Desde ese momento, que ocurrió dos años antes, empezó a planificar su escape.
El comienzo del fin del calvario
El calvario de los hermanos Turpin duró hasta mediados de enero de 2018. Un día, Jordan, de 17 años, oyó una conversación en la que sus padres dijeron que todos se mudarían a Oklahoma. En ese momento, ella pensó que, de concretarse la mudanza, había una gran probabilidad de que alguno de ellos muriera. Por eso, decidió que era el momento de hacer algo al respecto.
El 14 de ese mismo mes, la adolescente huyó de su casa por una ventana y usó un celular viejo para llamar al 911 y alertar a las autoridades de las atrocidades a los que sus padres la sometían a ella y a sus hermanos.
En cuanto llegó la primera patrulla a la vivienda, los efectivos se encontraron con una escena escalofriante: había trece chicos, de entre 2 y 29 años, desnutridos y con signos de tortura. Incluso, siete de ellos, estaban encadenados a sus camas sin poder moverse.
“Esa era mi única oportunidad. Creo que estuvimos tantas veces tan cerca de la muerte, que pensé que era ahora o nunca. Si me pasaba algo, al menos moriría en el intento”, relató Jordan, tres años más tarde.
Las víctimas fueron trasladadas rápidamente a un hospital y todos los vecinos del barrio quedaron conmocionados ante la noticia. “Parecían vampiros”, dijo una mujer que vivía en la zona y que fue testigo del operativo policial en la que se rescató a los chicos.
Una vez que los hermanos Turpin fueron asistidos, se confirmó que llevaban años sin atención médica ni sanitaria, además de haber sufrido múltiples abusos físicos y sexuales.
“Tener 17 años y parecer que tienes 10, estar encadenado a una cama, estar desnutrido y tener lesiones como consecuencia de ello, a eso lo llamaría tortura”, explicó el jefe de policía, Greg Fellows, al día siguiente.
Posteriormente, los hermanos fueron reubicados en centros de salud, donde comenzaron distintos tratamientos debido a las limitaciones físicas, psicológicas y lingüísticas que tenían por haber crecido alejados del resto de la sociedad.
Detenidos y encarcelados
Con respecto a David y Louise Turpin, ambos fueron detenidos inmediatamente después de que la Policía encontrara a sus hijos en semejante estado. Se los acusó de 14 delitos, en los que se incluía los cargos de tortura, abuso infantil y secuestro.
Durante el juicio, algunos de los chicos se presentaron ante el tribunal para relatar los violentos episodios que sufrieron en primera persona. “Mis padres me quitaron toda mi vida, pero la estoy recuperando”, dijo una de las hijas, identificada como Jane Doe 4. “Todo pasa por una razón, y lo que pudo ser muy malo me hizo más fuerte”.
“No puedo describir en palabras por lo que pasamos mientras crecíamos”, relató otro de los hijos, que se identificó como Joshua. “A veces tengo pesadillas de las cosas que pasamos, de mis hermanos siendo encadenados, pero eso es el pasado y este es el presente”, aseguró.
“Nunca tuve la intención de que mis hijos sufrieran ningún daño. Espero lo mejor para mis hijos en su futuro”, afirmó el padre durante una audiencia, algo que indignó al país entero.
Finalmente, el 19 de abril de 2019, la Justicia de California condenó a David y Louise Turpin a cadena perpetua por los delitos imputados.
El juez dispuso la prohibición del contacto de los monstruos con sus hijos y dejó abierta la posibilidad de que ambos puedan solicitar el beneficio de libertad condicional recién cuando completen los 25 años de prisión efectiva.