El Vaticano ha hecho públicas las primeras imágenes del papa Francisco en su ataúd, tras su fallecimiento. Las fotografías capturan al pontífice en un estado de reposo, dentro de un ataúd abierto, situado en la capilla privada de Santa Marta, lugar que le sirvió de hogar desde que inició su pontificado en el año 2013. Este acontecimiento, que marca el fin de una era en la Iglesia católica, ha generado un amplio espectro de reacciones entre los fieles y la comunidad internacional, reflejando la profunda conexión que el papa Francisco estableció con personas de diversas culturas y creencias a lo largo de su papado.

Francisco aparece vestido con una túnica roja, símbolo litúrgico utilizado tradicionalmente en funerales papales, con la mitra —el tocado característico de los pontífices— colocada sobre su cabeza.

En sus manos sostiene un rosario negro, otro de los emblemas religiosos ligados a la oración y la devoción mariana, a la que el papa Bergoglio tenía profunda veneración.

Francisco yace dentro de un féretro de madera forrado en terciopelo rojo, donde permaneció rodeado de sus colaboradores más cercanos y numerosos cardenales presentes en Roma.

Durante la noche del lunes, el cuerpo del papa fue trasladado a la capilla de la residencia Santa Marta. El miércoles, se llevará a cabo su traslado a la Basílica de San Pedro, donde se dispondrá una capilla ardiente para que los fieles puedan rendir homenaje. La ceremonia de traslado, anunciada por la oficina de prensa del Vaticano, marcará el inicio de un multitudinario homenaje que convocará a peregrinos de todo el mundo en Roma.

En paralelo, el apartamento del papa fue sellado de acuerdo con los protocolos establecidos para este tipo de situaciones, marcando el inicio de un proceso que conlleva diversas tradiciones y formalidades en la Iglesia Católica.

Francisco será sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, en la capital italiana, un deseo que él mismo dejó por escrito en su testamento. La tumba, situada en la Capilla Paulina, será sobria: sin adornos, ni epitafios, sólo su nombre en latín: Franciscus.

Así, se convierte en el primer papa en más de un siglo en ser enterrado fuera del Vaticano, frente al icono de la Salus Populi Romani, ante el cual solía rezar antes y después de cada viaje apostólico.