Recientemente, el grupo yihadista del Estado Islámico (ISIS) llevó a cabo la ejecución de 54 soldados sirios que intentaban escapar de la ofensiva rebelde en la provincia de Homs, en el centro de Siria. Según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los soldados fueron capturados mientras intentaban huir de la caída del régimen de Bashar al-Assad. Este ataque intensifica el temor a un resurgimiento de ISIS, que busca aprovechar el vacío de poder tras la reciente acción de las fuerzas rebeldes, lideradas por el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS).

La aparición de ISIS es una preocupación creciente en medio de la inestabilidad, y Estados Unidos, junto con sus aliados, ha intensificado las operaciones militares para evitar que el grupo recupere el control territorial que perdió en 2017. La portavoz del Pentágono, Sabrina Singh, anunció que la coalición ha atacado más de 75 objetivos de ISIS en los últimos días para prevenir su resurgimiento, haciendo eco de alertas del secretario de Estado Antony Blinken sobre el riesgo que representa la situación actual.

A pesar de la actividad de ISIS, Estados Unidos mantiene una presencia militar en Siria con aproximadamente 900 soldados, principalmente en el norte y este del país, colaborando con las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS). La base de Al-Tanf, en el sur de Siria, juega un papel crucial para interrumpir las rutas de suministro controladas por Irán, mientras se toman medidas para asegurar que ISIS no pueda utilizar el resquebrajamiento del liderazgo sirio a su favor.

Aunque el califato de ISIS fue declarado derrotado en 2019, el grupo sigue teniendo presencia en zonas desérticas de Siria, con alrededor de 10,000 combatientes retenidos en centros de detención. La dinámica actual, en la que el líder jihadista Mohammed al-Golani de HTS ha derrocado el régimen de Al-Assad, ha generado temores de un posible resurgimiento de ISIS, que fue visto por última vez controlando vastas áreas de Irak y Siria hace una década.