Rodrigo Aliendro fue la revelación de este River campeón con Martín Demichelis como entrenador. El volante llegó a Núñez de la mano de Marcelo Gallardo pero una serie de infortunios que derivaron en lesiones complicadas hizo que no pudiera jugar mucho el semestre pasado pero tras su regreso sin secuelas explotó. Hasta fue ovacionado por los hinchas en el Monumental.

El ex Colón es versátil y le dio varias opciones a Demichelis. Jugó de doble cinco, de volante interior o más suelto y como único “5”. Sí, cuando Enzo Pérez se ausentó por lesión, Aliendro se bancó, con la ayuda de Nicolás De La Cruz, la mitad de la cancha.

“Jugar como único volante central es una circunstancia que me está tocando. No es mi puesto natural, me estoy adaptando. Me gusta jugar un poco más suelto, pero Martín me pide un poco más de equilibrio porque sabe que me gusta soltarme y desordenarme", comentó Aliendro, en los momentos en los que pasó de rueda de auxilio de Pérez a único volante central.

Aliendro es un mediocampista todoterreno. Que quita, se tira a los pies y mete, pero también juega. Es iniciador de jugadas de ataque o participa del circuito de gestación futbolística. Y le sumó llegada al área rival y algún que otro gol.

El Peti aprendió a ser un jugador multifacético cuando bajó a la Primera C para jugar en Ituzaingó, luego de que no lo tuvieran en cuenta en Chacarita (y anteriormente había quedado libre de Argentinos Juniors, a los 17 años). Era 2013. Ya había soplado 22 velitas de cumpleaños. Pero lejos de caerse, el futbolista oriundo de Merlo lo tomó como un desafío para impulsar su carrera.

Los comienzos

En Ituzaingó, Aliendro se destacó. A veces parecía que jugaba él contra todos. Iba y venía de área a área. Y levantaba tierra en cada arranque o en cada disputa de la pelota con los rivales. Incluso, hasta hacía algunos chiches. Como un gol que hizo de rabona (a Dock Sud), el cual se puede ver en videos que circulan por las redes sociales.

En aquel tiempo, Aliendro no solo jugaba al fútbol. También tenía un trabajo extra. Repartía pizzas y empanadas por el Oeste del Gran Buenos Aires. Entrenaba a la mañana y dese las siete de la tarde a las nueve de la noche se subía a una moto para hacer los delivery.

Luego de un año en Ituzaingó, Aliendro volvió a Chacarita para disputar la B Nacional. Ahí sí tuvo más participación y en 2016 pegó el salto a Primera para arribar a Atlético Tucumán, donde su carrera ya dio un vuelco definitivo. Se asentó como un jugador de la máxima categoría y tres temporadas más tarde desembarcó en Colón, donde su juego creció muchísimo y lo llevó a River, pedido por Marcelo Gallardo, hace casi un año.

En Núñez, después de sufrir una lesión traumática en su cara (fractura de maxilar), por la cual tuvo que ser operado, en un Superclásico en la Bombonera, y que lo dejó cuatro meses fuera de las canchas, Aliendro se recuperó sin problemas y hoy demuestra, en el equipo de Demichelis, porqué Gallardo lo fue a buscar.

Sucedió a mediados del año pasado cuando él jugaba en Colón, club con el que fue campeón de la Copa de la Liga 2021, y lo pretendían Independiente y Boca. En los medios, incluso, se habló de acuerdos con esos clubes, pero el llamado del Muñeco lo cambió todo. Aliendro le dio el sí porque quería jugar en River y ser dirigido por el técnico más ganador de la historia del club. Incluso por más que esa decisión lo haya hecho romper relaciones con su ex representante Daniel Bolotnicoff, el mismo de Juan Román Riquelme.

Gallardo conocía a Aliendro y a su familia. De hecho, el mediocampista de River, oriundo de Merlo al igual que el Muñeco, había jugado de chico en el equipo de la Fundación que el ex entrenador Millonario tenía en esa ciudad del Oeste del Gran Buenos Aires.

Aliendro vive un momento de ensueño. En 10 años, pasó de repartir pizzas por las calles del conurbano bonaerense a distribuir pelotas por el campo de juego del Monumental. El esfuerzo y la cultura de trabajo dieron sus frutos. Acompaña con talento, claro. Desde muy abajo llegó River. Lo ovacionaron los hinchas. Y ahora es campeón./clarín.com