El fútbol, ese deporte que apasiona al planeta al punto de paralizarlo cuando se dan instancias como las que vivió Argentina en diciembre de 2022, con la obtención de su tercera estrella mundialista, se ha convertido en un fenómeno de masas que trasciende fronteras.

Impulsado por grandes astros como Lionel Messi, ese pequeño gran genio al que todos, sin importar su origen querían ver campeón; y también por el avance irrefrenable de la tecnología que llevó a que las principales ligas, sobre todo de Europa, comiencen a sumar fanáticos en cualquier rincón del mundo, las fronteras se desdibujaron ante la expansión que experimentó el juego.

Esto abrió una gran oportunidad para los clubes, siempre ávidos de optimizar el funcionamiento de las instituciones, objetivo que está estrechamente relacionado con el éxito deportivo, que potencia la adhesión de los hinchas y la imagen de las instituciones.

Visión de futuro

Claro que algunos, como el Atlético de Madrid, comenzaron a extender la mirada más allá de lo evidente, el mercadeo basado en la imagen del equipo de fútbol, para empezar a pensar en objetivos a largo plazo, que a la vez aseguren un sentido de pertenencia más afianzado y, sobre todo, abran la posibilidad de enriquecer las canteras abriendo puertas en otros países.

El destino elegido para comenzar a desarrollar la experiencia fue los Estados Unidos, uno de los grandes mercados donde el fútbol -soccer para los locales-, se expande en forma exponencial, sobre todo desde que el astro criollo eligió a un club de la Major League Soccer para transitar los últimos años de su carrera.

Así surgieron los campos de entrenamiento de verano, con los que el club español apostó a sumar adeptos offeciendo nada menos que la posibilidad de vivir la experiencia de entrenar al máximo nivel, como lo hacen los futuros jugadores de la institución.

En el soccer camp in San Antonio, chicos de entre 6 y 18 años, pueden vivir en ese mundo que los acerca como nunca a la rutina de un futuro astro del fútbol mundial.

La idea es que todos, ya sean jugadores de campo o guardametas, tengan la posibilidad de desarrollar todo su potencial técnico, adquiriendo nociones tácticas y optimizando su condición física, dejando en segundo plano su nivel de habilidad.

De costa a costa

Este modelo de trabajo es común sea cual fuere la ubicación, tal como se puede ver en el soccer camp in San Francisco, en la costa oeste, donde el nivel de habilidad sólo se tiene en cuenta a la hora de organizar grupos de trabajo que se identifican como recreativos, competitivos o de academia.

El entrenamiento se ordena en función de esa clasificación, pero se asemeja en todo, especialmente en exigencia, alo que se vive en las canteras del Atlético, una de las más prolíficas del deporte hibérico.

El soccer camp in Houston, otro de los 18 centros de entrenamiento juveniles instalados por el Atlético de Madrid en territorio norteamericano, comparte con los antes mencionados el éxito de convocatoria, que a mediados de año completaron sus cupos, exito que esperan repetir en las próximas convocatorias.

La experiencia dura cinco días, al cabo de los cuales los asistentes habrán incorporado a su talento natural todas las nociones técnicas y tácticas que hacen a la práctica profesional del deporte.

Y quién sabe, tal vez para alguno de ellos esa semana marque un punto de inflexión en su vida.