“Hermana, soltá el reloj”, la nueva campaña que es furor

El año pasado un fenómeno viral nació en el Instagram para quedarse. El hilo conductor es: “La idea de que el tiempo siempre nos corre en contra”
miércoles 20 de abril de 2022
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Mariana tiene 38 años y no tiene pareja ni hijos. Lo que sí tiene es una sensación agobiante: que ese cuco llamado “reloj biológico” la corre y la empuja hacia un abismo. Enredada en el supuesto fracaso, decide usar los 2.000 dólares que logró ahorrar durante años para congelar sus óvulos. “Lo ideal hubiera sido venir a los 25″, le comenta, al pasar, el médico. “Ok -piensa ella-. Tarde para el problema y tarde para la solución”.

Con relatos como este nació “Hermana, soltá en reloj”, la nueva campaña de las mismas autoras de “Hermana, soltá la panza”. Aquella, que fue viral, invitaba a las mujeres a desafiar a la carrera -¿otra vez una carrera?- para llegar al verano flacas y con las panzas chatas.

Así, el año pasado y con la meta de boicotear al llamado “operativo bikini” más de 4.000 mujeres enviaron a la cuenta de Instagram de “Mujeres que no fueron tapa” (MQNFT) fotos de sus panzas reales (con rollos, estrías, pelos, flacidez, cicatrices) y reflexionaron sobre el sexo, los abrazos, las piletas, los vestidos, las vacaciones y las diversiones que se habían perdido por la “pedagogía del meter la panza” que se nos enseña a las mujeres.

El hilo conductor esta vez es otro aunque la aguja pincha cerca. Lala Pasquinelli, creadora de la MQNFT, veía un relato repetirse entre los miles de mensajes que recibía a diario: mujeres -adultas y adolescentes- que contaban que se sentían viejas para hacer determinadas cosas desde los 13 años, desde los 15, desde los 25, desde los 30.

Esa suma de historias le dieron una pista para lanzar una piedra al mar y ver qué pasaba: “¿A partir de que edad la cultura, tu entorno, etc., empezaron a hacerte sentir que ya estabas vieja para ciertas cosas y que había cosas que ya no podías hacer?”, fue la pregunta que encabezó la encuesta: el 65% de las 15.000 mujeres que contestaron dijeron “antes de los 30″.

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“Crecimos con este cuentito. Antes de los 30 había que recibirse, casarse, embarazarse, tener la casa, el perro, el auto, viajar. El cuento decía que si hacías todo eso, si llegabas a ese lugar, ibas a ser feliz: te convertías en una buena y exitosa mujer. Así que, desde que nacemos, todas lanzadas a una carrera de ir tachando esa lista que dice que hay que apurarse, extenuarse, entregarle la vida a los mandatos y a ser ‘productivas’. Había que apurarse para llegar, para no quedarse afuera, para no ser ‘viejas’. ¿Para qué? ¿Para quién?”.

Así comienza el posteo que generó “un despertar” en muchas de las casi 400.000 seguidoras de la cuenta. “¿Cuántas de nosotras tomamos decisiones que fueron en contra nuestra porque creímos en el cuentito que nos contaron sobre cómo debe ser la vida de las mujeres? ¿Cuántas nos metimos en relaciones que nos dañaron o en las que simplemente no nos sentíamos bien por la presión social de ‘tener pareja’ y ‘que no se te pase el arroz’?”, sigue.

El posteo acompaña a un video en el que la actriz Emma Watson (Hermione en la saga de Harry Potter) habla, precisamente, de la horrible sensación de sentirse vieja a los 30. El video dura 40 segundos y ya tiene 300.000 reproducciones.

En el fragmento de esa entrevista la actriz, que tiene 32 años, reflexiona acerca de por qué se sintió tan estresada y ansiosa cuando estaba por salir de los 29. “Hay tanta maldita influencia de mensajes subliminales alrededor: si no has formado un hogar, si no tienes un marido, si no tienes un bebé, si vas a cumplir 30 y no estás en un lugar increíblemente seguro y estable en tu carrera o todavía estás descubriendo cosas... aparece como esta increíble cantidad de ansiedad”, se queja.

“Yo intuía algo de esto pero recibir tantos testimonios de mujeres tan jóvenes que se sienten viejas a los 18, a los 24, me voló la cabeza. Dije ‘acá hay algo muchísimo más profundo que se está construyendo en este momento”, cuenta Lala Pasquinelli.
Alcanza con abrir Instagram para entender cómo se va construyendo esa presión: publicidades e influencers con cientos de miles de seguidores que sostienen que hay que empezar con tratamientos antiage (antiedad) a los 25 años. “O sea, hay que prevenir ser vieja cuando sos todavía muy joven”, dice Pasquinelli.

“¿Viejas para qué? Para empezar un deporte, por ejemplo”, enumera. “O una piba de 20 años que decía ‘ya soy vieja para empezar la universidad’. Vieja para cortarme el pelo de determinada manera, para separarme, para estar soltera, para tener un hijo”. Y sigue:

“Si sos mujer se supone que todo lo que te va a traer realización, felicidad y éxito debe suceder antes de los 35 años. Antes de los 35 te tendrías que haber recibido, haber metido algún posgrado y tener un desarrollo profesional más o menos interesante, todo con un sesgo de clase grande, como verás. Además deberías seguir encajando en el mandato de belleza para que puedas conseguir una pareja y tener hijos. ¿Y si llega ese momento y eso no sucedió? Fracaso, esa es la sensación. Si no lo hiciste sos una loser total”.

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Te escucho

 Algunos de los relatos que recibieron
Los siguientes son sólo algunas de las historias que mujeres adultas y adolescentes fueron contando.

“Ayer el ginecólogo me dijo: ‘vos ya sos veterana’. Tengo 37. No es la primera vez que un médico me plantea algo deprimente similar, como diciendo ‘a tu edad, ya es tarde para todo’”.

“Me siento vieja desde los 13, real. ¿Para qué? Para empezar algún deporte o actividad nueva porque ya había personas que iban desde el jardín. Después de los 18 la creencia es que cada año todo pasa más rápido y que lo mejor ya pasó”.

“Siempre me sentí a destiempo, vieja, tarde. Me pegó super mal llegar a los 30. Esa carga horrible de que tenés que tener todo resuelto: trabajo estable, hogar propio, estar divina, ‘realizada’. Sé que es pura imposición pero la verdad es que me angustia y me cuesta mucho no sentirme culpable por disfrutar las cosas que vivo”.

“Yo me sigo sintiendo en falta a los 35. No tengo las cosas súper claras. Hay días que me relajo y vivo el día (tengo una vida hermosa y me da culpa) y hay otros, la mayoría, en la que me siento una loser. Y también me da culpa. Siento que hay como una dictadura de ‘lucha por tus sueños’...

Sigue ella: “Ese momento en el que se supone que sos vieja es cuando identificás que quizás muchas de las cosas que hiciste las hiciste por mandatos. Que te metiste en una relación que te hizo mierda porque creíste que te estaba corriendo el reloj, que terminaste una carrera sí, pero que te dejó un vacío tremendo. Lo que pasa con los años es que empezamos a recuperar nuestro poder, nos empezamos a liberar de los mandatos, empezamos a reconocer nuestra voz, nuestros deseos, a validarnos a nosotras mismas”.

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“Tengo 36.... A los 32 cambié de carrera porque entré en crisis, me sentía una fracasada por no haber hecho nada de mí vida (recibirme, estar en pareja, buen trabajo, etc). La mejor decisión de mi vida, ahora tengo un proyecto profesional, laburo de lo mío y estoy a punto de terminar mi carrera... Estos debates me devuelven el espíritu y me sacan esa culpa de no haber hecho todo esto antes”.

“44 años y retomando psicología de 0. La mayor parte de mi vida me la pasé cumpliendo con el deseo ajeno (trabajar, tener un hijo) cuándo lo que siempre deseé era estudiar. Hoy me hago cargo de mi deseo y la verdad es que nunca me sentí tan bien”.

“Mandatos, son solo mandatos... Tengo 35 y voy arrancar el CBC”.

 La muestra fotográfica fue en el Centro Cultural Recoleta
Entonces ¿el tiempo nos corre en contra o nos corre a favor? “Seguir contando que las vidas de las mujeres después de los 35 años es el Triángulo de las Bermudas al que nadie quiere llegar cuando, en verdad, es el momento en que nos sacamos de encima relaciones violentas, laburos opresivos, reconocemos la violencia y la rechazamos, aprendemos a poner límites... no me parece casual”, dice la creadora de la campaña.

Muchas, en el marco de la campaña, contaron eso: los 35, los 40 y de ahí en adelante, como la primera vez que se sintieron libres, que sintieron confianza para decir “esto sí, esto no”.

Fuente: Infobae