Tumor cerebral: qué es y cómo se trata lo que padeció Rozin

El 1,4% de los diagnosticados de cáncer padece la patología que terminó con la vida del famoso conductor y periodista. Síntomas, factores de riesgo y avances
lunes 14 de marzo de 2022
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La noticia del fallecimiento de Gerardo Rozin afectó, y aún lo hace, no solo al mundo del espectáculo, sino también a gran parte de la sociedad. Hace un poco más de un año, el conductor fue diagnosticado con un tumor cerebral maligno. Según la Sociedad Americana Contra El Cáncer, en 2022 se diagnosticarán más de 25 mil casos de tumores malignos del encéfalo o de médula espinal en Estados Unidos, de los cuales unos 18 mil fallecerán.

En tanto, en la Argentina, en 2020, se detectaron más de 130 mil nuevos casos de cáncer en ambos sexos, de los cuales el 1,4% fueron tumores encefálicos y de la médula espinal. “Un tumor es una masa de tejido de una parte del organismo cuyas células han sufrido un crecimiento anormal y no tienen, en realidad, una función específica o fisiológica”, explicó Alejandro Guillermo Andersson, médico neurólogo, neurofisiólogo y director médico del INBA (Instituto de Neurología Buenos Aires).

En eso tono, aseveró que la diferencia entre los “tumores cancerosos o malignos” y los “no cancerosos o benignos” radica en la propensión que tienen estas células a “invadir otras partes del cuerpo”. “Lo que conocemos como tumores benignos están, por lo general, rodeados por una cápsula y no se extienden a otras partes del cuerpo. Los malignos son aquellos que proliferan, invaden e infiltran los tejidos y los órganos sanos del organismo, y tienen la capacidad de enfermedad gravemente a estos pacientes”, explicó el experto.

Franco Rubino, neurocirujano, miembro de la Asociación Argentina de Neurocirugía, que actualmente se desempeña, con una beca en el área de investigación del Departamento de Cirugía de Base de Cráneo del MD Anderson Cancer Center, Universidad de Texas (Houston) destacó, que “los tumores cerebrales afectan a gente de todas las edades, en la minoría de los casos existe una predisposición familiar o síndromes genéticos asociados, pero la gran mayoría son de causa multifactorial, es decir, ocurren a lo largo de la vida por causas no muy conocidas”. “Los seres humanos producimos células defectuosas o con potencial oncológico siempre, pero existen mecanismos que mandan a esa célula a la muerte celular o apoptosis, cuando esos mecanismos fallan, se produce la proliferación incontrolada”, aseguró.

“Hay muchísimos tipos distintos de tumores cerebrales, pero todos ellos se originan de células normales. Algunos surgen de las neuronas, otros de las células que sostienen y que cuidan a las neuronas, también hay tumores que se originan de las envolturas del cerebro, es decir las diferentes capas meníngeas que también envuelven y cuidan al cerebro. Incluso, hay algunos tumores que dependen de la glándula hipófisis (pituitarios), de la pineal (pineoblastoma), de las estructuras del nervio óptico, de las células de la médula espinal, entre otros”, enumeró Andersson.

Estas diferencias también están relacionadas con las distintas velocidades de crecimiento y propagación que, también, “les da características distintas, síntomas diferentes, y que además dependen muchísimo de su ubicación, tamaño y tasa de crecimiento. Estos son los elementos más importantes en cuanto a los síntomas que sufrirá ese paciente”, señaló el neurólogo.

Síntomas y factores de riesgo

Los expertos advierten que los mejores pronósticos, en muchos casos, están relacionados con un tratamiento precoz. Es por este motivo que señalaron que los síntomas más comunes son: dolores de cabeza; náuseas o vómitos; problemas de la visión (borrosa o trastornos de la sensibilidad) o de la movilidad (un brazo o una pierna); del habla; de equilibrio; confusión; cambios de la personalidad, entre otros. “Muchos pacientes inician con una crisis convulsiva, como si fuera una primera crisis epiléptica y otros tienen problemas auditivos. Siempre que uno tiene síntomas o signos que son persistentes, que a uno le preocupan, que son llamativos, que son nuevos, hay que consultar al médico”, aseguró Andersson.

Hasta el momento, en la mayoría de los casos, se desconoce cuál fue el desencadenante de la afección. Aunque existe factores de riesgo que deben considerarse, entre los que enumeraron: exposición a la radiación o antecedentes familiares de tumores cerebrales. “Pareciera que la genética juega un papel importante al aumentar este riesgo”, dijo el neurólogo. Al tiempo que aclaró que, en algunos casos, los tumores cerebrales en realidad son metástasis.” Los profesionales de la salud debemos discriminar si el tumor es benigno, maligno, primario del cerebro o secundario”, señaló el director médico del INBA.

“Dado que, en la población adulta, el cáncer cerebral representa alrededor del 2% de todos los canceres, no tiene sentido alarmarse o consultar por un simple dolor de cabeza. En mi experiencia, si se tiene antecedentes en 2 o más familiares directos de primer o segundo grado de consanguineidad (padres, hermanos, abuelos) con antecedentes de algún tumor cerebral primario, conviene consultar espontáneamente a un médico ya que puede haber una predisposición familiar”, advirtió en Rubino.

Cómo se tratan estos tumores

“El tratamiento depende de lo que uno observa en la imagen. Obviamente la última palabra lo tendrá el resultado de la biopsia, donde se confirme el ‘nombre y apellido’ del tumor. Básicamente, si es benigno o de bajo grado, el tratamiento es quirúrgico por excelencia y si es maligno o alto grado, requieren tratamientos ‘adyuvantes’ como ser radioterapia o quimioterapia”, señaló Rubino. “Dada su relativa rareza, el cáncer cerebral se encuentra bastante atrás comparado con el cáncer de mama, próstata, pulmón o colon en cuanto a tratamiento. Las nuevas terapias biológicas no tienen tanto éxito como en otros cánceres ya que el cerebro tiene la particularidad de estar recubierto por una barrera que limita el acceso de las drogas (la barrera hematoencefálica)”, agregó.

Es por eso que destacó que, para tratar esta dolencia, “entran en juego muchas variables, como ser la edad del paciente, enfermedades asociadas, localización del tumor, opciones de tratamiento luego de la cirugía”. “Con todas esas variables uno analiza la mejor opción y los pasos a seguir”, aseguró. “Como neurocirujano, soy el primer contacto, ya que el primer paso siempre será la cirugía, ya sea biopsia o resección total del tumor”, dijo el experto y destacó que en los últimos 20 años “la cirugía para tumores cerebrales avanzó mucho. “En el lugar donde realizo mi beca de investigación (MD Anderson Cancer Center, Houston, Texas) se realizan cirugías en pacientes despiertos para disminuir el riesgo de lesión de áreas funcionales, se usa la robótica para biopsias cerebrales y tratamiento con termólisis de tumores profundos y a su vez existe gran disponibilidad instrumental y tecnología que agiliza los tiempos del procedimiento quirúrgico”, agregó.

En ese sentido, Andersson aseguró que “el trabajo multidisciplinario entre neurocirujano, neurólogo y oncólogo es constante para poder seguir atender lo mejor posible a este tipo de pacientes”, señaló. Los tratamientos para atacar los tumores cerebrales se encuentran en constante investigación para detectar nuevos avances, siendo que, según el experto, entre los tratamientos adyuvantes mas novedosos se encuentran la radiocirugía y la ablación laser. La radiocirugía “esterotáctica con bisturí de rayos gamma”, que consta de “un conjunto de rayos gamma que, pese a que cada uno no provoca daño, todos confluyen en un punto, destruyen las células que se encuentran allí y cauterizan la herida”. “Con este tipo de técnica se pueden tratar muy bien los tumores pequeños que están dentro del cerebro y en lugares inaccesibles”, especificó.

“Cualquiera sea el tratamiento que reciba el paciente, debe ser seguido por su oncólogo de cabecera por el resto de su vida porque el cáncer cerebral no se cura. Esto es un trípode, cirugía, radioterapia y quimioterapia, si falta una pata, la estructura se cae y por mas que la enfermedad tenga mal pronóstico, aumentarle 3 o 6 meses la sobrevida con un tratamiento completo representan un 50% de incremento, para uno es insignificante, pero para un paciente oncológico es sustancial”, concluyó.

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Fuente: Infobae