El desafío de Francisco de contribuir a detener la invasión

El Papa fue el viernes a ver al embajador ruso ante la Santa Sede, Alexander Avdeev, cuando lo usual es que sean los embajadores los que vayan.
domingo 27 de febrero de 2022
El Papa mostró un fuerte interés en evitar la invasión de Rusia a Ucrania.
El Papa mostró un fuerte interés en evitar la invasión de Rusia a Ucrania.

Entre los observadores vaticanos nadie duda de que el Papa Francisco está haciendo discretas gestiones para contribuir a detener la invasión de Rusia a Ucrania, más allá de los reiterados llamamientos a la paz que hizo en las últimas semanas.

Gestiones que acompañó el viernes -24 horas después de iniciada las operaciones de las tropas rusas- con un gesto público: sorpresivamente fue a ver al embajador ruso ante la Santa Sede, Alexander Avdeev, cuando lo usual es que sean los embajadores los que vayan a ver a un pontífice, con el propósito de “expresarle su preocupación por la guerra”.

El contenido del comunicado que difundió El Vaticano tras el ataque ruso abonó las especulaciones sobre las gestiones de Francisco. Allí se advierte el cuidado puesto en la redacción para evitar exacerbar a (Vladimir) Putin y que el Papa quede inhabilitado como eventual componedor. Es cierto que se advierte sobre “la locura y el horror de la guerra”. Pero no se menciona la palabra “invasión”, sino “operaciones militares”, y se considera que todavía “hay espacio para las negociaciones” que permitan llegar a un acuerdo que “tutele las legítimas aspiraciones de cada uno”.

En sus casi nueve años de pontificado, Francisco mostró un fuerte compromiso en favor de la resolución pacífica de los conflictos. Cuando en 2013 parecía inminente un ataque a Siria por parte de una coalición encabezada por los Estados Unidos, Jorge Bergoglio le envió una carta al G-20 reunido en Rusia en la que señalaba la “inútil búsqueda de una solución militar”. Al año siguiente, presidió en los jardines vaticanos una invocación por la paz en Medio Oriente con la asistencia de los presidentes israelí, Shimon Peres, y palestino, Mahmoud Abbas.

Entre sus viajes más arriesgados, se contaron en 2015 su visita a República Centroafricana -escenario de una cruenta guerra civil- y el año pasado a Irak. Pero el actual conflicto bélico con la invasión de Rusia a Ucrania no solo reaviva el compromiso de Francisco con la construcción de la paz. También lo ubica en una posición privilegiada para intentar un acercamiento, ya que tiene una relación personal con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y fluida con el ruso Vladimir Putin, que lo visitó tres veces y lo saluda para su cumpleaños.

De más esta decir que Ucrania está más que abierta a cualquier intento pacificador de Francisco como lo dijo este fin de semana su embajador ante la Santa Sede, Andriy Yurash, aunque dudó de la disposición del gobierno ruso. Francisco, además, viene construyendo una relación con la poderosa Iglesia ortodoxa rusa, que goza del beneplácito de Putin. En 2016 se reunió en La Habana con el patriarca de Moscú, Kiril, en el primer encuentro en mil años entre las cabezas de ambas iglesias tras el Gran Cisma de Oriente y Occidente.

La eventual gestión de Francisco trajo a la memoria de más de un analista un antecedente relevante con ciertos puntos en común: el papel que jugó uno de sus antecesores, Juan XXIII, para desactivar en 1962 el conflicto entre los Estados Unidos y la Unión Soviética que suscitó la decisión de Moscú de instalar en Cuba unas plataformas de misiles, que constituyó el incidente más serio de la Guerra Fría. Un hecho que tuvo al mundo en vilo, ya que colocó al planeta al borde de una Tercera Guerra Mundial.

El llamado “Papa Bueno” también venía mostrando desde el inicio de su pontificado una gran preocupación por la paz mundial. En 1961, a raíz de la construcción del Muro de Berlín, hizo un llamado a la paz y el desarme. Si bien no con la intensidad de la que tejió Francisco con Biden y Putin, Juan XXIII había construido una relación epistolar con el presidente norteamericano John Kennedy (el primer mandatario católico de su país; Biden es el segundo) y su par ruso Nikita Khrushchev.

A poco de estallar la crisis de los misiles, Juan XXIII decidió encarar una gestión de buenos oficios. Obviamente, Kennedy exigía el desmantelamiento de las rampas de lanzamiento. Khrushchev dijo que lo haría si cesaba el bloqueo naval norteamericano a Cuba. La gestión del Papa fue decisiva para su superación. El presidente soviético dijo que fue “un auténtico rayo de luz” y le envió un saludo en la Navidad en el que abogaba “para que pueda seguir esforzándose a favor de la paz”.

Desde entonces pasaron 60 años. Al igual que Juan XXIII, Francisco no la tiene fácil. Pero es consciente de que no puede rehuir al desafío de contribuir incansablemente a detener una cruenta invasión de consecuencias imprevisibles.

Fuente: Sergio Rubin - Todo Noticias

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