Opinión (*) Máximo, de Disney a Mao

Estas cosas suceden cuando pasás, sin escalas, de cobrar los alquileres familiares a conducir el Movimiento Nacional Justicialista.
domingo 04 de junio de 2023
maximo en china
maximo en china

Antes que nada, solicitamos a todos los políticos opositores, periodistas hegemónicos y público en general que traten de ser un poco más considerados con el “presidente” Alberto. Lo están destrozando porque arrancó la semana avalando públicamente los crímenes de Maduro y la terminó cuestionando los fallos de la Corte Suprema que frenan los intentos reeleccionistas de los caudillos feudales provinciales. Sugerimos bajar un cambio y poner el problema en su justa dimensión. Alberto no es un estadista respetado en el mundo como para andar cuestionándole su complicidad con los torturadores venezolanos, ni mucho menos un jurista cuya opinión sobre los fallos de la Corte tengan algún peso en el mundo académico del Derecho. Es un simple vendedor de autos, mayormente usados, al que la vida lo depositó en un lugar insospechado. No le pidan mejillones. Déjenlo terminar su “presidencia” en paz y consagrar el resto de su vida a fabular peripecias con los muchachos de la concesionaria alrededor de una mesa de café. Punto.

Dicho esto vamos a lo importante.

Según dicen los que saben, la economía argentina está al borde del colapso y, una vez más, el país enfrenta un abismo. Para intentar evitar esta hecatombe, nuestros cracks viajaron a China a pedir la escupidera. Allá fueron Massa, Máximo, Cecilia Moreau, Pesce y otras luminarias que administran el Estado Nacional con el suceso que ya todos conocemos.

Cómo habrá sido de compleja y sofisticada la propuesta que nuestros capos llevaron a China que -según cuenta Silvia Naishtat, enviada especial de Clarín a China- la llave que destrabó la negociación y habilitó la renovación del famoso swap chino fueron las 30 camisetas oficiales de la selección argentina que llevaron de regalo. Especialmente la que tenía impresa la 10 de Messi y que le regalaron a Yi Gang, presidente del Banco Popular de China quien, al momento de la foto protocolar, la exhibió feliz.

Visto así, podríamos decir que hemos mandado a China una verdadera delegación de miserables. Hubieran llevado 1.000 camisetas y terminábamos con todos los problemas económicos de la Argentina.

También nos enteramos que Massa se llevó en el bolsillo 40 entradas que le hizo llegar Chiqui Tapia para el partido Argentina vs. Australia que se va a jugar en Beijing el próximo 15 de junio. Dicen que las usó para ir adornando burócratas a su paso. Considerando que en la reventa esas entradas no bajan de 1.500 dólares, no faltó quien supuso que Tapia le dió 100 y el tipo regaló 40. En cualquier caso, está claro que si se trataba de repartir camisetas y entradas, Pesce, Lavagna, Todesca y los demás técnicos del equipo económico viajaron al pedo.

Esa es una mirada. La otra es que Massa aceptó todas los requerimientos del gobierno chino: el 5G, la hidrovía, el puerto en Tierra del Fuego, la compra de aviones de combate, el alineamiento global y una cuantas cosas más incluido cumplir el acuerdo con el FMI porque China es, junto a EEUU, Japón y Alemania, uno de los principales miembros de ese organismo internacional. De hecho, la ampliación del swap quedó sujeta al cumplimiento del acuerdo con el FMI.

Por supuesto, Massa habrá aceptado todas las exigencias con la tranquilidad de saber que no va a cumplir con ninguna. Es la especialidad de la casa. A los chinos tampoco les importa demasiado. “Ahí vienen los mangueros de Buenos Aires, tirales una anchoa y hacé correr el rumor de que vamos a instalar una base nuclear en Alto Calafate así el Pentágono se pone nervioso”. En ese juego se meten nuestros genios.

Si a esto le sumamos la extraordinaria frase de Máximo Kirchner cuando dijo: “Destaco el carácter colaborativo de la relación donde las ayudas se realizan sin ningún tipo de presión”, queda claro que las camisetas de la selección que llevó Massa no eran para engañar a los chinos sino para engañar a Máximo.

Podemos imaginar fácilmente la escena. Primero Massa le dice a Yi Gang (el Pesce de allá) que va a cumplir con todas las exigencias chinas y después le pide un último favorcito: “cuando llegue Máximo, yo te doy la camiseta de Leo, vos te mostrás emocionado y firmás los papeles como si no te importara nada”. Para que la escena sea perfecta, solo faltaría Alberto, interpretado por Rolo Puente, guiñándose un ojo con Massa.

Estas cosas suceden cuando pasás de cobrar los alquileres familiares a conducir el Movimiento Nacional Justicialista sin aprender nada en el medio. De Disney a Mao sin escalas.

En realidad, la única novedad que trajeron de China fue el compromiso de Dilma Rousseff de que el banco de los BRICS va a evaluar el ingreso de Argentina como nuevo socio. Eso va a ocurrir en agosto, cuando también se evalúe el pedido de ingreso de Arabia Saudita, Egipto y Zimbabue.

O sea que se compraron un avión de 25 millones de dólares y trasladaron 50 personas hasta China para conseguir que una brasileña que vive a dos horas de Buenos Aires se comprometa a algo que bien podrían haber conseguido viajando un rato en la business de Aerolíneas que sale de Aeroparque (te ahorrás los piquetes en la Ricchieri que permite Kicillof) a tan solo 750 dólares por cabeza (361.011 pesos ida y vuelta para ser más exactos).

Detallecito: para entrar al banco de los BRICS y manotear algo de ahí, primero hay que pagar una cuota de ingreso de 250 palos verdes. ¿De donde los vamos a rascar? Tal vez llegó el momento de que los Kirchner, Lázaro, Cristóbal y los sponsors de Massa devuelvan algo de lo mucho que el país les dió y hagan una vaquita. Por un rato nomás. Después, una vez activado el swap, el crédito puente o lo que corno consigan de China, del FMI o de los BRICS, el gobierno podrá agarrar los dólares que valen 500 mangos y vendérselos a sus generosos aportantes al valor oficial de 240, así recuperan la inversión con alguna módica ganancia. De hecho, eso es lo que viene haciendo el gobierno desde hace cuatro años. Autos, telas, componentes, todo se importa a 240 y se vende adentro a 500. Hasta jets privados se compraron con dólares entregados al valor oficial por Alberto y Cristina o mejor dicho por Cristina y Alberto, así no hay problemas de cartel.

Lo más probable es que el viaje se haya usado más para rosquear candidaturas durante el vuelo que para salvar al país de la hecatombe económica en la que ellos mismos nos metieron. Comparativamente hablando, el rosqueo de candidaturas en Juntos por el Cambio será igual de vergonzoso pero por lo menos es un poco más barato.

La descripción de la actualidad no termina acá. Mientras medio gobierno estaba en China tratando de embaucar asiáticos, la otra mitad estaba en Brasil compartiendo el amor por los DDHH con Maduro. Al mismo tiempo Scioli y Tolosa Paz se mostraban juntos en la fábrica de alfajores Cachafaz, ambos con cofia, guantes y ropa descartable según la foto que distribuyó la Cancillería de Cafiero, ahora a cargo de la campaña del motonauta.

Por su parte Santilli, precandidato a gobernador de Bs. As. se fue a la puerta de la gobernación en La Plata e instaló una mesa con 500 tazas (con z) de café para simbolizar que, de ganar las PASO y luego las elecciones, su primera medida será eliminar 500 tasas (con s) municipales y provinciales. Si a la hora de gobernar van a tener el mismo talento que tienen para comunicar, estamos perdidos.

Todo esto mientras usted, amigo lector, no puede dormir porque tiene que renovar el alquiler del derpa y le piden más de 100% de aumento cuando su sueldo aumentó menos de la mitad. La ley de alquileres no sirve y el Congreso no sesiona porque andan con las candidaturas, las campañas, los alfajores y las tazas.

Así trabajan todos para Milei. Hoy domingo, como siempre, el tipo debe estar descansando en su casa. Tal vez, deshuesando canarios. Vivos, que es como más le gusta deshuesarlos.

(*) Alejandro Borensztein - Clarín

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