Se cumple un año de la invasión de Rusia a Ucrania

Parecía ser una guerra de corta duración, pero se transformó en un conflicto sin salida, con millones de desplazados, miles de muertos y un país devastado.
viernes 24 de febrero de 2023
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La invasión abierta y directa de Rusia sobre Ucrania cumplió este viernes su primer año. Aquello que parecía ser una guerra de corta duración, poco a poco se transformó en un conflicto sin final a la vista, con millones de desplazados, cientos de miles de muertos y un país devastado. Cómo se llegó a esta situación, cuál es el escenario actual y qué se puede esperar para los próximos meses, en palabras de los analistas Eduardo Martínez e Ignacio Hutin.
El 24 de febrero del 2022, el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, anunció por cadena nacional el inicio de lo que denominó como una “Operación militar especial” para “desmilitarizar” y “desnazificar” el territorio ucraniano. En la práctica, se trató de una movilización de tropas y vehículos blindados a través de la frontera y el ataque abierto por aire, tierra y mar.
 
Apenas unos días después, distintas ciudades del país, entre ellas Kiev, comenzaron a recibir el impacto de misiles rusos. Imágenes provenientes de la zona de conflicto mostraban escenas distópicas: las calles de la capital de uno de los países más grandes de Europa estaban cruzadas por barricadas precarias, con grupos de civiles pertrechados con armas caseras, listos para el combate.

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Las terminales de micros y trenes rápidamente se atestaron de gente urgida por abandonar el país o que tenían la intención de dirigirse hacia ciudades como Lviv, ubicada a escasos kilómetros de la frontera con Polonia, un salvoconducto hacia la protección de los ataques aéreos. Rutas y autopistas por igual reflejaban el pánico social, con miles de vehículos escapando del terror.

En aquel entonces, una de las hipótesis aseguraba que el objetivo principal de Putin era tomar la capital o al menos provocar un asedio para obligar al presidente ucraniano Zelenski a renunciar. Columnas interminables de vehículos blindados marcados con la letra “Z” avanzaban por las rutas desde el este hacia el centro del país.


El riesgo de quedar atrapados bajo una lluvia de misiles o entre un combate cuerpo a cuerpo entre el ejército ucraniano y el ruso fue in crescendo con los días. Escenas grabadas desde las cámaras personales de los soldados convirtieron rápidamente a la guerra en un "live show", mientras los ciudadanos se resguardaban en bunkers.

Ignacio Hutin, magíster en Relaciones Internacionales y experto en Europa Oriental, dialogó con Ámbito a propósito del aniversario de la invasión y dio su propia mirada sobre lo que ocurrió en aquellos días.

“A mí me quedó la idea de que Rusia no pretendía tomar Kiev. Era muy difícil que lo haga porque es una ciudad muy grande y con accidentes naturales complejos”, recordó e hizo hincapié en que, además de su extensión, se encuentra atravesada por el río Dniéper, lo que le agrega un grado más de dificultad a la tarea. Sin embargo, afirmó que uno de los objetivos del Kremlin era buscar la salida de Zelenski. “De hecho, en los primeros días Putin llamó abiertamente a los militares ucranianos a que hicieran un golpe de estado. Eso fue un fracaso”, dijo.

Para Eduardo Martínez, analista internacional y profesor de Geopolítica, la estrategia de Putin era llevar adelante una guerra relámpago, pero le salió mal. “Pensó que iba a durar una o dos semanas y que los ucranianos, al ver entrar a los rusos, se iban a acobardar e iban a cuestionar a su gobierno por no defenderlos. Nada de eso pasó”, señaló.

El fallido intento de remover a Zelenski mediante un asedio de Kiev no dio sus frutos y obligó a Moscú a revisar su estrategia. Primero apostaron por acelerar las negociaciones para un acuerdo de paz, con Turquía como mediadora, el cual tuvo avances significativos y estuvo a punto de firmarse pero finalmente en abril se frustraría por presiones del gobierno británico de Boris Johnson a Ucrania.

A partir de ese momento hubo un cambio en la estrategia militar. Moscú pasó a enfocarse en la defensa de la región del Donbass, lo que implicó un viraje en el terreno hacia el sur y al este, principalmente. En paralelo, Ucrania lanzó una contraofensiva para recuperar territorio. Actualmente, los combates se libran en torno a la región del Donbass donde se encuentran las anexadas República Popular del Donetsk y República Popular de Lugansk .

“Cuando Rusia se dio cuenta que no podía ganar la guerra fácilmente con el avance terrestre, ya que estaba perdiendo muchas vidas, apostó a los ataques aéreos”, prosiguió Martínez. Pero en los últimos combates, Moscú volvió a recurrir a las fuerzas terrestres, con blindados y tropas, para librar batallas calle por calle.

“En las últimas semanas ha habido una escalada en la provincia de Donetsk, especialmente alrededor de la ciudad de Bajmut. Rusia parece estar cerca de tomarla y ya ha lanzado ataques contra las ciudades siguientes en el mismo camino hacia el oeste”, explica Hutin, autor de los libros “Ucrania. Crónica desde el frente” y “Ucrania/Donbass. Una renovada Guerra Fría”. Medios internacionales aseguran que este viernes Moscú anunciaría la toma de dicha ciudad.

Cerca de Bajmut se encuentran dos ciudades importantes para los planes de Rusia: Kramatorsk y Sloviansk. “Las dos forman el área urbana más grande del Donbass bajo control ucraniano”, explica Hutin, quien conoce de primera mano el conflicto entre Ucrania y Rusia ya que durante cinco meses del 2017 vivió entre Kiev y el Donbass. La primera es la capital provisoria de la provincia de Donetsk, mientras que Sloviansk fue la primera ciudad que tomaron los separatistas en 2014. “Ahí empezó la guerra”, cuenta.

El principal foco ahora está posicionado sobre los territorios anexados. Putin busca lograr avances reales en el terreno. “Pero sobre todo pretende un control más eficiente de la zona, con las milicias del Grupo Wagner, que hacen el trabajo sucio”, agregó. El combate en Bajmut es puerta a puerta.

 
La importancia estratégica del Donbass para Rusia es sustancial. Su consolidación como región anexada le permitiría a Rusia tener un espacio de cobertura mayor en caso de que Ucrania sea incorporada a la OTAN. Además, tiene un componente simbólico importante para Rusia ya que es donde hay más rusoparlantes.

“En las últimas décadas del Imperio Ruso, esa región se conocía como “Nueva Rusia”. Visto desde el nacionalismo ruso, son tierras que interesan mucho más que Kiev. Además el este es la región más urbanizada e industrializada de Ucrania. Solía ser la región más rica del país”, explicó Hutin.

El rol de las potencias occidentales


Desde el inicio de la invasión en febrero del 2022, Ucrania apeló a la asistencia de las potencias occidentales para frenar el avance ruso. Un informe del Instituto de Economía Mundial (IfW) asegura que Estados Unidos destinó más de u$s73.000 millones en asistencia financiera y armamentos, mientras que la Unión Europea aportó 54.900 millones de euros.

El envío de tanques anunciado a fines de enero por Estados Unidos y un grupo de países europeos no fue contabilizado dentro del informe ya que se desconoce con precisión cuántos se enviarán -analistas estiman que pueden tardar meses en ser enviados- ni en qué condiciones están.

Más allá de las imprecisiones que aún hay sobre el tema, Martínez y Hutin consideraron que el envió de tanques permitiría ponerle un freno a la avanzada rusa que se registró en las últimas semanas. “Podría incluso hacer que Moscú tenga que retroceder”, aseveró el primero, mientras que el segundo puso el ojo en un aspecto importante que no precisamente juega a favor de Kiev: “Mientras la guerra continúe, nunca será suficiente”.

Al mismo tiempo, surgen otros interrogantes. ¿Ucrania cuenta con personal capacitado para operar los tanques? ¿Cómo hará para trasladarlos hacia el centro del conflicto sin que en el camino sean destruidos por la fuerza aérea rusa? Será cuestión de ver en las siguientes semanas cómo logran resolver este tipo de cuestiones.

Mientras tanto, la preocupación más importante pasa por el estado de las tropas ucranianas. Un artículo del sitio estadounidense Político aseguró días atrás que Zelenski se negó a un reclamo de un grupo de la ciudadanía para que vete una ley reciente que promueve mayores castigos al personal militar que afecta principalmente a nuevos reclutas.

Ante la falta de municiones y por las duras condiciones en el frente, aquellos que se incorporaron recientemente al ejército, principalmente por el salario que se le paga a los soldados, han comenzado a abandonar sus posiciones, según señaló Valerii Markus, sargento mayor ucraniano, en una conferencia sobre deserción. La desobediencia, que era sancionada con dos a siete años de cárcel, ahora será penada con cinco a ocho años. Mientras que la deserción o falta de comparecencia al servicio lo será con hasta 10 años, de no mediar una razón válida.

“El mayor problema que tiene Ucrania es la falta de personal”, consideró Martínez y explicó que no se trata solamente de tropas de combate sino también de aquellos que son idóneos para manejar el armamento que envía la OTAN y aliados para la defensa del país: “En las últimas dos semanas, cuando Alemania envió los primeros tanques Leopard 2, también tuvo que trasladar personal capacitado para el manejo de ese armamento para aprovechar sus capacidades al máximo”.

Para Hutin, es difícil saber si Ucrania está sufriendo la falta de personal por el desconocimiento general que hay sobre las bajas. “Ambos bandos dan números, pero son cifras tan distintas que es difícil llegar a una estimación más o menos real”, dijo, aunque destacó que Ucrania tiene servicio militar por lo que buena parte de la población “tiene ciertas nociones militares”.

 
Actualmente, las fuerzas de defensa de Ucrania cuentan con más de un millón de miembros, de los cuales 700.000 pertenecen al Ejército, 60.000 representan a la guardia fronteriza, 90.000 integran la Guardia Nacional y otros 100.000 son policías, según cifras del Ministerio de Defensa.

Si bien la mayor parte representan la estirpe militar tradicional, también está conformado por milicias paramilitares de ultraderecha que en los últimos años fueron incorporados al ejército regular. Fueron estos últimos los que llevaron adelante los primeros combates en la región del Donbass en 2014. "Casi todos se incorporaron al ejército regular y fueron apaciguando su discurso. Pero, a partir de la invasión, se lavó mucho su imagen a nivel internacional. Por más de que el batallón Azov, el más conocido, mostrara abiertamente simbología neonazi, hoy no se puede decir porque se cataloga de “propaganda rusa”", señaló Hutin y advirtió que el día que termine la guerra, van a tener mucho más apoyo.

Los vínculo de Ucrania con grupos nazis no es actual sino que se retrotrae a la Segunda Guerra Mundial. "El Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), al menos por momentos, se alió al nazismo por tener a la Unión Soviética como enemigo común y llevó adelante matanzas sistemáticas contra civiles no ucranianos. Hoy se reivindica a estas fuerzas como mártires de la independencia con muy poca autocrítica, cosa que le ha valido a Ucrania no pocos enojos por parte de Rusia, pero también de Polonia, Israel y Alemania", afirmó Hutin.

Martínez no dudó en considerar como "una calamidad" la existencia del batallón Azov, pero aclaró: "Estamos hablando de un batallón de una milicia infinitamente más grande".

Putin, al anunciar la invasión, utilizó como justificativo la presencia de nazis en territorio ucraniano. Para Martínez, fue "una excusa ridícula" y una "falta de respeto" a los millones de ucranianos que murieron en manos del nazismo: "Es cierto que el poder político ucraniano apoyó al principio a Alemania, pero luego se dieron cuenta lo que ocurría, le retiraron el apoyo y crearon milicias populares para derrotarlos en su territorio. Tuvieron un millón y medio de muertos. Es una falta de respeto calificarlos de nazis cuando tuvieron tantas víctimas".

Además de los grupos de ultraderecha, en el frente ucraniano también dan pelea milicias feministas, sectores anarquistas y grupos antifascistas. Si bien tienen menor tamaño y exposición, muchos de ellos se encuentran en las primeras líneas de batalla contra los rusos, como es el caso del grupo Acción Revolucionaria, cuyos miembros combaten desde el inicio de la invasión pero bajo una posición ideológica diferente a la del gobierno central: la democracia directa y el poder en manos de la sociedad.

Algo similar ocurre con la hinchada antifascista del Arsenal Kyiv, un equipo de la segunda división de Ucrania. El documental Frontline Hooligan, del periodista británico Jake Hanrahan y el sitio Popular Front, cuenta cómo el grupo, surgido en el ámbito deportivo, pasó de pelearse en las calles con otras hinchadas a tomar las armas para combatir al ejército ruso en el frente de batalla.

 
El Ejército ucraniano tiene enfrente a Rusia, la segunda potencia militar del mundo, cuyo número de tropas movilizadas alcanzaría los 500.000, según estimaciones, con la diferencia que se trata de movilizaciones parciales ya que cuenta con la capacidad humana para triplicar dicha cifra. El factor “tiempo” es sustancial a la hora de hablar de una guerra de este calibre. Sin una solución negociada a la vista, todo parece indicar que el conflicto se extenderá por fuera de las fronteras temporales previstas.

Dentro de ese panorama, Rusia podría sacar ventaja ya que cuenta con la cantidad de armamento necesario para extender el conflicto, sumado a que buena parte del complejo industrial ruso se volcó para sostener la invasión. Del otro lado, Ucrania depende exclusivamente de Occidente, y las potencias no alcanzan a dar una respuesta rápida a la demanda de material militar.

“Una guerra extensa, de desgaste, parece ser el camino a esta altura”, vislumbró Hutin de cara al futuro, y adelantó que ese escenario “perjudicaría menos a Rusia por el sólo hecho de que los combates son en Ucrania”. Martínez, en cambio, puso el foco en lo económico: “A pesar del enorme poderío militar que tiene, cuanto más tiempo pasa más caro le sale a Moscú mantener esta guerra”.

Hasta el momento, los ucranianos han registrado entre 100.000 y 120.000 víctimas, mientras que para los rusos la cifra se ubicaría en 180.000, de acuerdo a cifras provisorias.

Las sanciones económicas

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Una vez consumada la invasión, EEUU y la Unión Europea lanzaron un sin fin de sanciones económicas contra Rusia. Por ejemplo, se retiró al país del sistema de pagos internacionales SWIFT que conecta a cientos de países y miles de entidades financieras. Además, en diciembre se prohibió -con limitaciones- importar petróleo crudo mientras que este mes se hizo lo propio con productos petrolíferos refinados.

“Un total de 1386 personas y 171 entidades son objeto de medidas de inmovilización de bienes o prohibición de viajar”, entre los que se encuentran Putin, el ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, miembros de la Duma, empresarios como Roman Abramóvich. En doce meses, cientos de empresas abandonaron el país.

De acuerdo a estimaciones del Banco Mundial, la economía rusa se contrajo 4,5% en 2022. Se espera que continúe la contracción en 2023 en una cifra cercana al 3,6% mientras que para 2024 reportaría cifras positivas (+1,6%). En el mismo período, Ucrania registró una destrucción económica del 35% producto de la invasión y la ruptura de las cadenas de producción y comercialización.

“Las sanciones tuvieron un efecto limitado porque no fueron tantos los países que las impusieron. Por ejemplo, ningún país africano lo hizo, casi ninguno de Latinoamérica y muy pocos de Asia-pacífico. Las sanciones vienen predominantemente de Europa”, explicó Hutin. En el mismo período las exportaciones de hidrocarburos a China y especialmente a India “aumentaron exponencialmente”.

De igual manera opinó Martínez: “Algunas sanciones tuvieron efecto, pero otras no. Las que menos resultaron fueron las vinculadas a la energía. En el caso del gas, se disparó el precio y, si bien vende a menos países, ahora está ganando más que antes. Por ese lado se vio favorecida”.

Respecto al efecto en el complejo tecnológico, Hutin señaló que “hay productos a los que Rusia ya no puede acceder, como ciertos microchips que produce Estados Unidos” pero la demanda “la está compensando China”.

Fuente: Ámbito