Un fantasma "vive" en un Centro Cultural
El espíritu de un hombre, que supuestamente reside en el Centro Cultural 13 de Febrero de la ciudad de Güemes, Salta, fue visto por muchas personas, a las que esta aparición les provocó miedo, pero ninguna tuvo un ataque de pánico.
A esta aparición, es muy frecuente que se la pueda ver en fotos, especialmente aquellas que son sacadas dentro del Centro Cultural, aunque muchos no reconocen de quién se trata. Por eso pasa desapercibida, pero para quienes saben la historia, la figura en el fondo de las instantáneas es muy clara de identificar.
Los empleados que trabajan en forma diaria en las oficinas de Planeamiento Ambiental, la Dirección de Cultura o Ceremonial, que son las áreas que ocupan oficinas dentro del Centro, no viven pendientes de que pudieran tener un encuentro con este "fantasma", salvo cuando por alguna razón les toca quedarse solos, algo que es muy poco frecuente, debido a que el Centro Cultural siempre está colmado de gente, tanto a la mañana como a la tarde o a la noche.
Al menos el 20% del personal que se desenvuelve allí asegura haber visto algo. Extraños movimientos de objetos o ruidos inexplicables fueron percibidos por el 40% y las fotos con una imagen de alguien que no debiera estar ahí son muchas. Pasó que, simplemente, no se dieron a conocer para evitar tener que dar explicaciones.
La historia
Lo que se pudo saber, en base relatos de operarios que construyeron el antiguo frigorífico, sobre cuyas bases se gestó luego el Centro Cultural, es que por la década de los ´40 del siglo pasado, el dueño del único frigorífico de Güemes contrató a un ingeniero, tal vez de origen alemán, para la instalación de la parte mecánica necesaria para la generación de frío, lo que incluía los motores.
El ingeniero, cuyo nombre no se recuerda, estaba trabajando en la prueba de uno de esos motores, cuando éste explotó quitándole la vida. Hasta allí llega el relato. Nadie sabe dónde lo enterraron o qué pasó con su cuerpo.
El frigorífico trabajó muchas décadas, hasta que cayó en desuso, sus puertas fueron cerradas y quedó abandonado. En los primeros años de este siglo, el intendente de turno, Daniel Segura, vio un potencial en ese gran galpón para ser usado como un lugar de desarrollo de la cultura, además de la instalación de un cine.
Así fue que la comuna compró el frigorífico y como primera medida recuperó sus viejas oficinas ubicadas sobre calle Gorriti, para trasladar allí algunas dependencias municipales, mientras se conseguían los fondos para la concreción del proyecto.
Con la presencia de varias personas en el exfrigorífico comenzaron las apariciones, desorientando a los trabajadores que desconocían su historia, la que fue narrada por quienes alguna vez fueron empleados del frigorífico al tomar conocimiento de la presencia del supuesto "fantasma".
Luego, cuando el predio se transformó en un Centro Cultural, se ambientaron salas de conferencias, de reuniones, de exposiciones, baños, vestuarios, buffet, además de las oficinas para el personal.
