Juicio por Luis Espinoza: declaró Claudio Zelaya

Juzgan a nueve policías y un empleado municipal. Le dispararon a la víctima, quemaron su ropa y tiraron el cuerpo en un precipicio de 80 metros. Seguí en VIVO
lunes 31 de octubre de 2022

Desde Los Primeros seguimos al Tribunal Oral Federal que comenzó la tercer jornada del juicio por el crimen de Luis Armando Espinoza, apuntan contra nueve policías de la comisaría de Monteagudo: José Morales (32), Gerardo González Rojas (30), Mirian González (44), Claudio Zelaya (39), Carlos Romano (35), José María Paz (49), René Ardiles (42), Víctor Salinas (42) y Rubén Montenegro (44).

Están detenidos en la cárcel de Villa Urquiza, acusados de "homicidio agravado", delito que prevé una pena de prisión perpetua.

Los otros imputados son Héctor Villavicencio (42), empleado municipal, y Álvaro González (21). Este último es el único que llegó al juicio en libertad, y que está acusado de "partícipe secundario". 

En este contexto, este lunes arrancó el testimonio de Claudia Espinoza, hermana de Luis y Juan ante la justicia. Al comienzo de la jornada, el Personal de Gendarmería prohibió a los familiares de Luis Espinoza entrar al juicio, consultado por la prensa aseguraron que era "por orden de la Fiscalía”, ahí salió el Prosecretario; le dio orden estricta al gendarme de que todo el mundo puede pasar, siempre que no sea testigo. Apareció el fiscal y le dijo, de frente y delante de toda la familia, que su fiscalía no había dado orden de nada.

Además, el imputado Claudio Alfredo Zelaya pidió declarar. Relató lo que vivió el día del crímen. “Yo lo voy a hacer desaparecer” aseguró que manifestó Montenegro. "Pide 5 litros de nafta para quemar el cuerpo. Yo en todo momento decía que hagamos las cosas como corresponde. Montenegro me amenazó con lo que más me duele: mis hijos".

“Montenegro tiene que hacerse responsable de todo lo que hizo, él es el único responsable de todo, perdí mi trabajo, mi libertad”, sentenció.

Más de 200 testigos

Se calcula que por el juicio pasarán más de 200 testigos y se estima que la sentencia del Tribunal Oral Federal de Tucumán se conocerá en febrero del próximo año. En la primera audiencia, declararon dos imputados (el resto se negó) y Juan Espinoza, como testigo.

Juan contó que el día en cuestión se subió a su caballo, y Luis al suyo, y fueron hasta la casa de una de sus hijas, en Melcho. Ambos eran peones de campo. Almorzaron y luego le pidió a Luis que lo acompañara a cobrar al Correo del pueblo. Ese trayecto lo hicieron en moto. A la tarde volvieron a subirse a los caballos. Harían los cuatro o cinco kilómetros que los separaban del pueblo en el que vivían.         

La versión de los policías es que encontraron a los hermanos Espinoza en medio de una carrera de caballos. Que llegaron al lugar en el marco de un operativo policial y que habrían sido recibidos con disparos de arma de fuego. "Es inverosímil", plantea Carlos Garmendia, abogado de la familia Espinoza.

"Estaban en el medio del campo, llegaron los policías, ¿cómo van a atacarlos a tiros? No es que eran Al Capone ni mucho menos", afirma.

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El siguiente paso de los imputados (nueve policías más el empleado municipal, que estaba destinado a la Seguridad) fue arrastrar el cuerpo hasta un monte, a quince metros.

Veinte minutos después, apareció en escena el último imputado. Álvaro González, primo de uno de los policías, bajó de su auto y facilitó "una bolsa blanca de gran tamaño tipo silobolsa" en la que meterían el cuerpo de Luis.

Antes de retirarse, lo subieron al baúl de uno de los autos (un VW Fox azul) en los que habían llegado. En grupo, se trasladaron hasta la comisaría de Monteagudo.

Juan Antonio Espinoza, por los golpes, perdió el conocimiento durante unos minutos. Cuando lo recuperó, estaba esposado. Lo liberaron sin darle información sobre su hermano.

Ya en el patio de la dependencia policial, "los policías procedieron a sacarle la ropa y envolver el cuerpo en una colcha y un plástico y atarlo con cables". Antes de volver a subir el cadáver al Fox azul, prendieron fuego la ropa de Luis.  

Morales (auxiliar), Montenegro (subcomisario), González Rojas (agente) y Zelaya (cabo) trasladaron el cuerpo por la ruta 65 hasta la provincia de Catamarca (en el límite con Tucumán).

Siempre según la versión de la Fiscalía, "arrojaron el cuerpo desde la orilla de la ruta hacia un precipicio unos 80 metros, para luego retirarse del lugar". Horas después, otra vez en la comisaría, le negarían información a la familia de Luis, que tenía seis hijos.   

Los policías que declararon juran que fue un plan de Montenegro y denuncian que fueron amenazados por el subcomisario.

"Vos podés tener miedo uno o dos días", opina Garmendia, el abogado. "Pero después vas y declarás. No estamos en dictadura para temerle tanto a un subcomisario. Recién cuando la familia empezó a protestar por la aparición del cuerpo y la fiscal Mónica García de Targa recibió las primeras pruebas para incriminarlos y los detuvo, uno de ellos brindó información sobre el paradero del cuerpo".