Cómo reaccionan los jóvenes cuando se les restringe el celular

Las conclusiones se hicieron de un estudio realizado en la ciudad de Málaga, España, en relación al uso abusivo del teléfono móvil.Cómo resultó la experiencia.
jueves 06 de octubre de 2022
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¿Qué sentirían las personas si le restringen el uso el teléfono celular durante una semana? Un grupo de 97 jóvenes tuvo la oportunidad de saberlo y detectar la influencia real que el dispositivo ejerce sobre ellos.

El resultado general es que la desconexión impacta de forma clara en su salud mental causándoles “ansiedad, inseguridad e incluso dependencia”, aunque, para algunos, supuso una cierta liberación prescindir del dispositivo, según un estudio pionero en el que participaron voluntarios de entre 15 y 24 años que estudian en la Universidad de Málaga (UMA) y el colegio Platero de la capital.

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Al restringir el uso del celular, los jóvenes se concentraron en los estudios.

   
Durante la primera semana podían hacer uso de la forma habitual, pero en la segunda tenían que desconectar el dispositivo y en la última recuperaban su uso normal.

En esos 21 días, debían recoger las impresiones por escrito y, además, someterse a un cuestionario, según indicó el grupo de investigación liderado por el profesor Pedro Farías y codirigido por el profesor Bernardo Gómez (ambos de la UMA).

Cuáles fueron los resultados


De las conclusiones, se extrajo que los estudiantes dedican cinco horas diarias a usar el teléfono y están especialmente volcados en las redes sociales a las que dedican cuatro horas. WhatsApp es la aplicación que les ‘roba’ la mayoría de su tiempo, seguida por Instagram y TikTok, esta última es la preferida por los jóvenes para informarse.

Otro de los aspectos fundamentales que abordaba la investigación era estudiar la credibilidad de las noticias que recibían por las redes sociales y de ahí la necesidad de conocer su comportamiento ante el uso permanente del dispositivo.

    

Uno de los jóvenes dijo que pudo leer un libro completo al no estar pendiente del teléfono.
Uno de los jóvenes dijo que pudo leer un libro completo al no estar pendiente del teléfono. 


Cuando los jóvenes recuperaron sus teléfonos, la mayoría volvió al nivel de consumo habitual, cinco horas, a pesar de que el experimento les hizo darse cuenta del “enganche” que sufrían y “de que toda su vida está ligada a su dispositivo”.

“Tenía necesidad de tener el teléfono cerca. Tenía ansiedad si estaba lejos y me tranquilizaba solo con tenerlo cerca”, “Tuve más ansiedad que cuando intento dejar de fumar”, “Ver a todo el mundo con el celular en el transporte público me creaba necesidad de usarlo”, fueron algunas de los comentarios de quienes realizaron el estudio.

Los beneficios de no estar siempre conectado

Preocupante: Cada vez hay menos jóvenes con trabajos de calidad



Alejarse del teléfono celular tuvo, además, una repercusión positiva en el ámbito familiar para los jóvenes debido a que desconectarse hizo que se conectaran con los más cercanos. “El aislamiento en sus casas era hasta entonces moneda común, pero los comportamientos empezaron a cambiar tras esta experiencia que a muchos de ellos los marcó”, señalaron los expertos.

“Cuando estoy en mi casa, después de cenar me voy a mi cuarto a ver TikTok y, al no tener móvil, hice más vida en familia”, indicó uno de los jóvenes. Otro comentó: “Vi series con mis padres sin distracción y lo disfruté”. Por su lado,, varios de los progenitores indicaron que, a menudo, discuten con sus hijos por el uso del teléfono, pero dijeron no hubo peleas durante la semana que estuvieron sin el dispositivo y eso lo sintieron como “un alivio”.

También fueron relevantes los comentarios acerca del impacto en los estudios. “Me ayudó un montón el estar sin teléfono, hice todos los trabajos en menos tiempo”, destacó uno de los jóvenes. La lectura también se fomentó al no utilizar el dispositivo: “Conseguí leer un libro completo. Hace seis años que no leía un libro por placer”.

A pesar de haber vivido las citadas sensaciones, cuando se les preguntó a los jóvenes si serían capaces de vivir sin su teléfono, una amplia mayoría respondió que no podrían, pero que, si tuvieran que hacer frente a ese desafío, ahora se sentían más preparados que antes.