Rosario suma más de 2300 homicidios en la última década

A partir de 2012 se produjo un quiebre en esta ciudad: los asesinatos se triplicaron con respecto a 2010 y nunca lograron bajar de manera estable.
lunes 26 de septiembre de 2022

El número es frío y parece distante: 2327. Pero encierra dolor. Es la cantidad de personas asesinadas en Rosario en los últimos diez años, un periodo en el que la violencia eclosionó a partir de 2012, a causa de la llamada guerra narco, y nunca logró detenerse y retornar a los niveles de 2010, cuando se cometieron 97 crímenes, una cifra un poco por encima de la de Córdoba.

Después de una década, este año la cantidad de asesinatos –hasta hoy, 221– puede superar la de 2013, cuando se produjeron en el departamento Rosario 264 crímenes. La tasa de homicidios puede volver a romper el valor de 21 asesinatos cada 100.000 habitantes, y situarla más cerca de los 30.

Una simple comparación expone lo escalofriante de las cifras rosarinas: en 2020, en todo el país hubo 2416 víctimas de homicidios dolosos; ese año, en Rosario hubo 213, un 9% del total argentino. La tasa de asesinatos cuadruplica la media nacional.

Desde hace tiempo aparece el clisé de comparar a Rosario con Medellín, por su historia centrada en la década del 90, cuando esa ciudad colombiana era escenario de la guerra de los carteles en pleno auge de Pablo Escobar. Una vieja postal que nada tiene que ver con la Rosario de hoy. En 1991 se cometieron 6809 asesinatos en Medellín, pero la situación es otra, actualmente. Luego de grandes cambios a nivel urbano y social, Medellín tiene una tasa de homicidios de 15,6 cada cien mil habitantes. En conclusión, si Rosario va a sobrepasar los 21 asesinatos cada 100.000 habitantes se podría interpretar que hoy está peor que la capital de Antioquia.

Si la lupa se amplía un poco más allá de la última década en Rosario se ve claramente el salto y el cambio que proporcionan las estadísticas. En 2010 se cometieron 97 asesinatos en Rosario. Era una cifra “tolerable” en una ciudad donde empezaba a crecer la inseguridad, y los casos sangrientos vinculados al narcotráfico comenzaban a aparecer en el radar, pero de manera esporádica.

Entre enero y abril de este año se produjeron 99 homicidios, según datos del Observatorio de Seguridad Pública. Es decir, en los primeros cuatro meses de 2022 fue asesinada casi la misma cantidad de personas que murieron por causas violentas en todo 2010.

La violencia empezó a crecer a partir de ese año, cuando comenzaron a producirse fenómenos nuevos, que advertían que con la violencia extrema se pretendía dominar un mercado de drogas ya consolidado. Once años antes de aquel 2010, el 27 de febrero de 1999, fue detenido por primera vez por una causa de drogas en Itatí, Corrientes, Máximo Cantero, El Viejo, que actualmente está preso en el penal de Piñero.

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El fundador de Los Monos ya andaba comprando marihuana hace 23 años y le iba a hacer promesas a la Virgen de ese pueblo correntino, como declaró en la causa federal en ese momento. El Viejo hoy sigue en lo mismo. Volvió a ser detenido el 27 de abril pasado en su casa en la villa Vía Honda, donde a la par de la venta de drogas también manejaba el comedor comunitario Gauchito Gil. El viernes fue asesinado su nieto Nahuel, de 20 años, que había quedado como encargado del negocio narco tras su detención este año.

Y desde las primeras luces de hoy, la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) de la policía provincial, la Gendarmería y la Agencia de Investigación Criminal (AIC) realizaron, por disposición de la fiscal de Homicidios Marisol Fabbro, 40 allanamientos contra la banda de Los Monos; en uno de ellos fue detenido uno de los hijos menores de El Viejo: Dyan Cantero.

Para esa hora todavía se hablaba del más reciente homicidio: el domingo a la noche, en una fiesta de cumpleaños en una vivienda ubicada en avenida Uriburu al 5200, del barrio Avellaneda Oeste, en el sudoeste rosarino, una discusión terminó con la muerte de Carlos Orellano, que recibió varios tiros de un revólver calibre .32; el asesino es un joven de 22 años que por estas horas es buscado por la policía. 

Los orígenes del terror


El primer homicidio en 2010 se produjo el sábado 2 de enero, cuando en la llamada Villa Moreno, un lugar que dos años después se transformaría en el escenario emblemático de una masacre, con el crimen de los tres pibes que militaban en el barrio y fueron acribillados por “error” en un ataque narco, mataron a Sebastián Fernández. Este muchacho de 30 años, muy querido en la zona, era un vendedor ambulante. Fue asesinado por un sicario que se movía en moto.

En ese 2010 el entonces ministro de Seguridad, Daniel Cuenca, un académico de larga experiencia en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que había sido designado por Hermes Binner cuando asumió la gobernación, en 2007, dejó el cargo, que fue ocupado por un hombre que nada tenía que ver con la seguridad: Álvaro Gaviola, quien era el titular del Registro Civil.

El 4 de febrero de ese año se produjo otro crimen que quedó en la historia por sus protagonistas. Tres colectivos de la barra brava de Newell’s, que lideraba en ese momento Diego “Panadero” Ochoa fueron emboscados sobre la autopista Rosario-Buenos Aires, a la altura de barrio Las Flores, y Walter Cáceres, un pibe de 14 años, recibió una ráfaga calibre 9 milímetros que lo mató. En el juicio fueron acusados varios integrantes de Los Monos, entre ellos Claudio “Pájaro” Cantero, pero el abogado Carlos Varela logró que la Justicia no encontrara pruebas para condenarlos. Los Monos fueron condenados por primera vez en 2018, esa deuda y demora de la justicia –sobre todo federal, que entiende en delitos vinculados al narcotráfico- provocó que esa banda rústica y marginal creciera y se expandiera por toda la ciudad.

El 19 de marzo de 2010 fue asesinado el jefe de la barra de Newell’s Roberto “Pimpi” Camino. Este hombre que manejó la barra durante 14 años, que coincidió con la presidencia del fallecido Eduardo José López, contrató a Los Monos para ese atentado, aunque la Justicia nunca lo pudo probar. Uno de los condenados por el crimen de Pimpi fue René Ungaro, quien está preso actualmente en el penal federal de Ezeiza, luego de sumar varias sentencias. Ungaro, aliado hoy del clan de Alan Funes, un joven también preso en ese penal federal, está detenido desde 2011, pero nunca dejó de operar en la sombra de los pabellones, y 12 años después domina parte del engranaje narco del barrio La Tablada.