Por qué es mejor hacer ejercicio al aire libre

Impulsado por los cierres de gimnasios a causa de la pandemia por COVID-19, el hábito se volvió una de las tres tendencias fitness de este año.
viernes 09 de septiembre de 2022
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Antes de que el SARS-CoV-2 hiciera su aparición en el mundo, las plazas, parques y demás espacios al aire libre eran destino de corredores y ciclistas. El que gustaba de realizar un entrenamiento de fuerza, una rutina aeróbica o una clase de zumba lo hacía puertas adentro, en clubes y gimnasios.

Pero ocurrió que como consecuencia de los cierres de esas instalaciones y la recomendación de no permanecer en lugares cerrados emitidas por las autoridades sanitarias -además de la necesidad de los profesionales del fitness de continuar con su fuente de trabajo, así como del común de las personas de volver a moverse, luego de largas semanas de aislamiento social- que la opción de ejercitar al aire libre pasó a ser de preferencia por más de uno.

Tanto, que este año el American College of Sports Medicine (ACSM, por sus siglas en inglés) incluyó a las actividades al aire libre entre las tres tendencias de fitness más importantes del año, junto a los wearables y el gimnasio en casa.

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A priori podría deducirse que pasar tiempo al aire libre tiene consecuencias favorables para disminuir los niveles de estrés y ansiedad, por mencionar algunos de los factores de la agitada vida actual que atentan contra la salud.

En opinión de la doctora Ostaiska Eguia Lecumberri, miembro de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED-FEMEDE), “el ejercicio al aire libre potencia el sistema inmune, mejorando el asma o las alergias, reduce la presión sanguínea, promueve la socialización, mejora la calidad del sueño (con ajuste importante del reloj biológico) y la luz solar aumenta la activación de la vitamina D, entre otros beneficios”.

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“La naturaleza te permite desconectar del todo. Tus prioridades cambian. El aire libre y el silencio te permiten ver las cosas de otra manera”, argumentó por su parte a favor de esta práctica el presidente de la asociación Grupo de Montaña del CSIC, decano del senderismo, el montañismo y la bicicleta de montaña en España, José Montejo.

En tanto, en opinión de la licenciada en Alto Rendimiento Deportivo, Claudia Lescano, “el ejercicio físico libera endorfinas que contribuyen a liberar el estrés y a sentirse más relajado”.

En relación a la actividad física en sí, está científicamente comprobado que practicar algún tipo de deporte regularmente es fundamental para mantener una salud óptima. En este sentido, la doctora Valeria El Haj destacó que “el ejercicio y la exposición al sol controlada contribuyen a mantener bajos índices de masa corporal, perder peso, regular la tensión arterial, aumentar la capacidad pulmonar, brindar flexibilidad y firmeza a los músculos, y a equilibrar los niveles de azúcar en sangre, incrementando nuestra respuesta inmunológica y reduciendo la incidencia de infecciones por el aumento del número de glóbulos blancos y linfocitos en la sangre”.

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Por otra parte, los expertos coinciden en que el solo hecho de estar al aire libre repercute positivamente en la vida social, ya que uno se pone en contacto con otras personas, pudiendo conocer gente nueva, cultivar amistades, distraerse, charlar, etc., lo cual abre oportunidades a nivel personal y profesional. Asimismo, genera una mayor sensación de vitalidad y optimismo, disminuye los niveles de tensión y estrés, confusión y enojo, y si las actividades se hacen en familia, crea mayores conexiones y vínculos más fuertes entre padres e hijos, además de inculcarles hábitos saludables.

La directora médica de Ospedyc profundizó en las virtudes ya conocidas del sol sobre la vitamina D y sus beneficios en la salud. “Esta vitamina es muy importante para la mineralización de los huesos, al favorecer la absorción en el intestino del calcio y el fósforo y evitar su pérdida en el riñón”, destacó.

El estilo de vida saludable incluye los siguientes hábitos:

  • hacer ejercicio físico en forma regular,
  • no fumar,
  • evitar el abuso de alcohol,
  • tener un peso saludable,
  • llevar una alimentación saludable
  • y mantener controlados los valores de presión arterial, colesterol y glucosa.

Otros factores de riesgo potencialmente modificables son:

  • la depresión,
  • el bajo nivel educativo,
  • el aislamiento social
  • y la inactividad cognitiva.