Después de 4 años se hizo justicia por un crimen que no cometió

Tenía el mismo nombre y apellido que un hombre que asaltó una comisaría. Lo detuvieron sin ninguna prueba y después de 4 años pudo quedar en libertad.
viernes 26 de agosto de 2022
Fue condenado por un crimen que no cometio
Fue condenado por un crimen que no cometio

Luego de estar más de tres años preso en el pabellón 3 de la Unidad 23 de Florencio Varela por un delito que no cometió, fue condenado a 50 años de cárcel por tener el mismo nombre que un sospechoso. Un año más tarde, Casación de la provincia de Buenos Aires lo absolvió.

Para entender lo que sucedió hay que remontarse a las 5 de la mañana del 30 de abril de 2018, cuando un grupo de personas irrumpió a los tiros en la comisaría 1era de San Justo para intentar liberar a Leandro Aranda, un delincuente que estaba detenido acusado de homicidio.

El objetivo que tenía la banda no se logró y se desató un tiroteo en plena comisaría. El saldo fue grave y el hecho tomó una gran notoriedad porque la sargento Rocío Villarreal quedó parapléjica y en silla de ruedas.

La investigación tomó su curso y la policía comenzó a detener sospechosos. La primera en caer fue Zahira Bustamante, la novia de Leandro Aranda, el preso que intentaron rescatar. Luego cayeron Tomás Sosa, Gonzalo D´Angelo y Leticia Tortosa. Faltaba uno, un tal “seba”.

Para aquella época, Sebastián Rodríguez estaba en “situación de consumo”, su adicción al paco lo había llevado a vivir en una carpa y dormía en autos abandonados. Era parte de una “ranchada” de quince familias, que deambulaba por la zona de Parque Avellaneda.

Un día, como tantos otros, Sebastián fue a pedir comida a una panadería. Allí lo interceptó la DDI de La Matanza y le preguntó si se llamaba Sebastián Rodríguez y si era uruguayo. “Quedate tranqui. Tenés un 85% de posibilidades de irte, negrito. Te tiramos los antecedentes y si no hay pedido de captura te vas”, le dijeron.

Lo que parecía un trámite se volvió una pesadilla. Los efectivos policiales lo detuvieron y al poco tiempo fue trasladado al pabellón 3 de la Unidad 23 de Florencio Varela. “Ellos sabían bien a qué Rodríguez buscaba, pero les caí como anillo al dedo: tengo el mismo nombre y antecedentes penales”, contó Sebastián en una entrevista con Clarín.

La única prueba presentada por el Tribunal en aquel momento fue un testigo que reconoció a Sebastián Rodríguez minutos después del hecho, a cien metros de la comisaría de San Justo. Supuestamente el hombre de 44 años habría descartado una gorra y un chaleco antibalas de la Policía Bonaerense, entre otras cosas. Jamás se hizo un test de ADN de esa ropa.

Durante la rueda de reconocimiento, el testigo señaló a Rodríguez. Sin embargo, la investigación nunca solicitó las imágenes de las cámaras de seguridad en la que el testigo se habría cruzado al acusado. Además, el hombre contó que se subió al 55 mientras que Sebastián se quedó a esperar el 406. Para la familia, el testimonio es llamativo: si una persona debía escapar de la Policía, se hubiese subido a cualquier colectivo.

Y un día encontró la verdad


La situación parecía irreversible. Pasaron más de tres años para que una testigo de identidad reservada desenmascarara la injusticia con el hombre de 44 años. La mujer contactó al defensor de Rodríguez y brindó información sobre el verdadero delincuente que buscaba la policía. Además, facilitó fotos del hombre, que coincidieron con el identikit de la investigación.

Rodríguez, junto a su abogado Fernando Sicilia, más Innocence Project Argentina y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), a principio de año llevaron el caso a la Sala 1 de Casación de la Provincia de Buenos Aires.

Durante el debate, dos de los condenados afirmaron que Sebastián Rodríguez era inocente, y que no debía estar en el banquillo. El primero fue Leandro Aranda, el preso al que fueron a rescatar, y el segundo fue Gonzalo D’Angelo, quien declaró que fue amenazado de muerte por “Seba” para ser uno de los conductores de los dos autos en los que habría llegado la banda.

El identikit que hizo la Policía de uno de los atacantes de la comisaría 1era. de San Justo y la foto del detenido, que
El identikit que hizo la Policía de uno de los atacantes de la comisaría 1era. de San Justo y la foto del detenido, que finalmente era inocente.

 

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Cuando le preguntaron si la persona nombrada se encontraba en la sala, respondió que no. Durante su declaración, detalló que la casa de “Seba”, donde habría llegado por Zahira, quedaba en Roque Sáenz Peña y O’Gorman, Lomas de Mirador, La Matanza.

La familia de Rodríguez también aportó información: sumó una foto del frente de la propiedad y el dato de que estaría viviendo en la villa Las Antenas, del mismo municipio. El mismo Rodríguez generó información desde su pabellón.

Desde allí se enteró de que el otro Rodríguez paraba en la metalúrgica del padre de Tomás Villamil López, otro de los detenidos que se ahorcó en la Unidad 3 de San Nicolas, antes del juicio.

También averiguó que Tomás había sumado al otro Rodríguez a la banda. Que eran amigos íntimos. Les habían prometido kilos de cocaína y dinero en efectivo en caso de que lograran rescatar a Aranda. Constantemente recibía información sobre los pasos del otro Rodríguez.

Finalmente, le llegó la hora de la verdad. Este jueves la Sala I de Casación de la provincia de Buenos Aires lo absolvió por insuficiencia probatoria, y desde el pabellón de evangelistas se prepara para salir en libertad. Del otro lado lo espera su familia y su primer nieto, al que todavía no conoce.

Los otros detenidos y condenados fueron Tomás Sosa (a 50 años), Gonzalo D’Angelo (a 8 años) y Leticia Tortosa (a 3 años).