Consejos útiles para conocer la Ruta del Adobe de Catamarca

La provincia incluye recorridos con paisajes únicos, de inenarrable belleza, que sorprende al visitante por sus edificaciones de barro.
sábado 20 de agosto de 2022
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Catamarca tiene paisajes que parecen sacados de otro planeta, rutas escenográficas para hacer road trips, piletas naturales y calientes en la montaña, volcanes entre dunas de arena. 

El territorio catamarqueño tiene mucho potencial para descubrir. Te recomendamos emprender este viaje en otoño o primavera, que es cuando el clima es más ameno y agradable. 

Un tramo de la espectacular ruta nacional 60 es la Ruta del Adobe. Durante unos 50 kilómetros que separan a Tinogasta de Fiambalá, historia y arquitectura hacen sinergia. 

La clave es comenzar el tour rutero con mate en mano, nueces confitadas rellenas de dulce de leche –algo muy típico de la provincia- y la playlist en Spotify de la reconocida banda folklórica catamarqueña “Carafea”. 

En el camino verás muchas construcciones de adobe, como capillas, casonas y oratorios, algunas con 300 años de antigüedad. Este material rojizo se hacía en aquella época con arcilla y greda, una tierra que sale de la orilla de los ríos, se le agregaba paja y agua y se secaba al sol.

La ventaja, en estas tierras áridas y calurosas, es que el adobe es un aislante térmico, que naturalmente ventila por dentro trayendo bocanadas de aire “acondicionado” cuando afuera pueden marcar unos 40 grados.

Todo comienza en Tinogasta, una ciudad a las orillas del río Abaucán y a 276 kilómetros de la capital, San Fernando del Valle de Catamarca. Su nombre significa en lengua cacán “junta o reunión de los pueblos”. Acá ya comienza al recorrido por el Hotel de Adobe Casagrande, una casona tradicional del año 1897 que hasta hoy se mantiene de pie.

Acá se instaló en esa época el Comando del Batallón “Cazadores de los Andes”, cuando teníamos diferencias limítrofes con Chile – al estar tan cerca del Paso San Francisco-. En el año 1904 fue adquirida por la familia Orella y hoy funciona como hotel colonial y restaurante de comida casera. Cerquita está el Centro Cultural Tinogasta, de 1898, donde funcionó un hospital público, hoy está en reforma y no se puede acceder. Tiene en su interior una biblioteca y el Museo Arqueológico Tulio Robaudi.

La tercera parada de este corredor turístico y cultural está ubicada dentro de la pequeña localidad de El Puesto. Entrar por sus callecitas es perderse en el tiempo. Acá se visita el Oratorio de los Orquera: una capillita muy pintoresca construida a principios del siglo XVIII, construida en adobe y tapias de barro, su nave interior tiene vigas de algarrobo curvas que es algo típico de la región.

En su interior se conserva la imagen de la Virgen de Nuestra Señora del Rosario. A su lado, hay un Museo Familiar con fotos en blanco y negro, vajilla y carteras y más objetos de época. Este lugar es privado y piden un significativo bono contribución para ingresar de $100 por grupo familiar. El complejo es pequeño pero encantador.

Andando un poco más al norte, nos encontramos con la cuarta parada y el spot más fotografiable de esta ruta: la Iglesia de Andacollo. A unos metros de desvío de la ruta, ella imponente da la bienvenida a un predio donde la rodea una belleza natural, de fondo las montañas le dan el marco final.

La fachada original tiene dos torres en línea y se ingresa a través de un arco con pilares. Durante la primera mitad del siglo XIX se construyó este edificio religioso con una arquitectura poscolonial, los años la fue deteriorando hasta que en 2004 se llevó a cabo un excelente trabajo de recuperación.

Hoy, impecable, forma parte del Patrimonio Histórico Cultural de la Provincia de Catamarca. Una buena idea es ir a verla al atardecer y quedarte hasta cuando prendan las luces. Un lugar mágico para sacar muchas fotos.

En Anillaco, hay dos joyitas escondidas que tenés que marcar en tu mapa. Se trata de uno de los principales asentamientos del siglo XVIII. La primera es la iglesia más antigua de Catamarca, construida, por supuesto, en adobe. Del año 1712, esta Capilla Nuestra Señora del Rosario atrae curiosos de la arquitectura, de la historia y de la cultura. Es una nave larga y angosta, su altar fue construido totalmente con barro instaurando una de las expresiones estéticas del arte sacro popular. Y a su lado, están las ruinas del Mayorazgo de Anillaco, construido aproximadamente en 1687 por Don Gregorio Bazán de Pedraza, lugar donde se realizaban actividades agropecuarias, sociales y religiosas. Se puede caminar entre escombros de paredes de adobe e imaginarse cómo habría sido la vida por aquellos años.

Antes de ingresar a la localidad de Fiambalá, a mano derecha e izquierda yacen ruinas arqueológicas conocidas como las Ruinas de Watungasta. Esta parada es la única que no está señalizada en la ruta ni puesta en valor, un paisaje con restos de construcciones de adobe bajo la tierra que aún no fueron excavados.

Fiambalá también viene de la lengua cacán que significa “casa del viento”. Una localidad del 1701 que tiene bellezas naturales, hitos históricos pero también tiene a un gran protagonista: el viento que corre fuerte por sus calles.

Entrando ya se puede visitar la penúltima parada de la ruta del adobe: la Iglesia de San Pedro, una capilla del blanco más puro que puedas imaginar con paredes de adobe con un metro de espesor.

Construida en 1770 por mandato del capitán español Domingo Carrizo. Se dice que su historia trae una leyenda: cuando Carrizo descubrió la imagen del Santo en Bolivia tuvo un sueño en el que San Pedro le pedía que lo llevara hasta otras tierras para reinar, se lo llevó sin autorización del cura y perseguidos por la denuncia de robo entraron por Antofagasta de la Sierra donde un viento zona borró los rastros y escaparon, y cuando se detuvo el carro que transportaba al santo fue el lugar elegido para construir su iglesia.

La última parada es la Comandancia de Armas, un conjunto arquitectónico del año 1745 donde se desarrollaban actividades militares. Casitas de adobe y un museo donde se exhiben objetos encontrados en la restauración. Y acá finaliza la tan conocida ruta del adobe catamarqueño con estos nueve puntos para visitar pero también verás muchas más construcciones con este material que es un denominador común en la zona. 

Hay 14 piletas en pendiente que sus aguas son curativas y llegan turistas de todas partes para sumergirse en ellas: las Termas de Fiambalá.

Las temperaturas van ascendiendo desde los 30 hasta los 45 grados, recomendando empezar con las más frías primero para ir aclimatando el cuerpo. Estas termas contienen minerales como calcio, bicarbonato de sodio y azufre y quedan a unos 15 kilómetros de Fiambalá.

El lugar es ideal para dedicarle algunas horas y podés llevar comida y bebida para  sentarte a disfrutar en una de las muchas mesas de picnic que hay en el predio. Te recomendamos sacar la entrada con anticipación al WhatsApp 3837-401815.

La organización de las visitas son en tres turnos: 8 a 13 hs 15 a 20 hs y de 20:30 a 23:30 hs. El precio para ingresar es de $300 (argentinos), los extranjeros pagan $450, provincial $250 y jubilados $150. Personas con discapacidad y menores de hasta 6 años tienen acceso gratuito.

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