Los micro marcapasos son una realidad en Tucumán

Profesionales tucumanos, de la mano del cardiólogo Luis Aguinaga, concretó este martes las primeras operaciones en el país. Un marcapasos sin cables.
jueves 18 de agosto de 2022
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Los marcapasos sin cables han demostrado a corto plazo un rendimiento eléctrico muy satisfactorio acompañado de un perfil de seguridad más que aceptable. A partir de estos estudios, el cardiólogo tucumano especialista en arritmias y en electrofisiología, Luis Aguinaga, encabezó el equipo de profesionales que concretó en Tucumán las primeras cirugías para colocar los tres primeros dispositivos, los micromarcapasos.

Este nuevo sistema representa una nueva era en la estimulación cardiaca, y nace con el objetivo de evitar las complicaciones relacionadas con los cables transvenosos, tanto en el momento del implante como a lo largo del seguimiento. "Estamos muy contentos, este es un trabajo y capacitación de más de un año", dijo Aguinaga y estimó que esta practica que comenzó este martes en Tucumán se extenderá en poco tiempo más a todo el país.

El especialista aseguró que “este marcapasos es el más pequeño del mundo, apenas un poquito más grande que un chip de celular, o que una memoria SD, que se adhiere al corazón sin el uso de cable y con una pila que tiene una duración de unos 12 años".

Aguinaga destacó que este es un descubrimiento muy importante en la cardiología y específicamente en la estimulación cardíaca. "Muchos pacientes necesitan tener los famosos marcapasos, pero a veces con lo convencional vemos algunos problemas, no son pocas las complicaciones que pueden ocurrir, en cuanto a infecciones o pacientes que no tienen accesos vasculares (como los que tienen trombosis), entonces estos al ser tan pequeños se inyectan por la vena de una pierna, se los aloja en el corazón y funciona a partir de una batería que tiene un uso de 12 años. Esto le permite hacer una actividad normal al paciente", expresó.

Vale resaltar que el doctor Aguinaga estuvo acompañado en esta nueva experiencia con su colega Alejandro Bravo. A ellos se sumaron los técnicos (bioingenieros) José Bertotti, Carlos Calvo y Roberto Marrero, que vinieron desde Buenos Aires, Chile y Estados Unidos.

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