Kira, la “médica de cuatro patas” que acompaña a niños

Se trata de una perra de raza Australian Labradoodle, mezcla de Labrador y Poodle. Desde 2019, junto a una psicóloga, acompaña a pacientes pediátricos
martes 09 de agosto de 2022
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La mirada es esencial. Hasta que no obtiene la aprobación, Kira no se sube a la cama. Con un solo gesto, ella sabe que ya puede comenzar a jugar. Primero, se hace la dormida y luego levanta el hocico para jugar. Por un rato, ella será el paciente y un niño será su médico. Revisación mediante, el pequeño la “cura” con una inyección de fantasía. Contenta tras su sanación, “choca los cinco” con su patita y sale de la habitación del sanatorio moviendo la cola.

Este relato, que se trata de una simple concatenación de palabras sobre un renglón, es mucho más para Kira y cada uno de los pacientes pediátricos que la espera. Es que esta “médica de cuatro patas”, desde 2019, visita a bebés, niños y adolescentes internados y hace más amigable el ámbito sanatorial. Con su presencia logra que los pacientes expresen sus miedos, bajen la ansiedad y tengan mayor adhesión a los tratamientos.

Kira es una perra de raza Australian Labradoodle, mezcla de Labrador y Poodle, que actualmente tiene 3 años y desde cachorra fue entrenada en terapia asistida con animales. Desde 2019, forma parte del servicio de psicología en internación pediátrica de Swiss Medical Medicina Privada. Su compañera es la psicóloga Carolina Micha, quien la guía en el trabajo que realiza con pacientes pediátricos, desde bebés hasta adolescentes, en su recuperación o tratamiento.

Kira, con su presencia, logra que los pacientes expresen sus miedos, bajen la ansiedad y tengan mayor adhesión a los tratamientos
Kira, con su presencia, logra que los pacientes expresen sus miedos, bajen la ansiedad y tengan mayor adhesión a los tratamientos 

“La intervención con Kira ayuda a aliviar la ansiedad, mejora la adherencia al tratamiento y reduce el tiempo de internación de los pacientes. La interacción con los padres en la habitación o cuando entran a ver a sus hijos en terapia intensiva alivia el estrés asociado con lo que están pasando. Y también previene el burnout en el equipo de salud. Cambia el clima sanatorial”, resume Micha, coordinadora del Servicio de Psicología en Internación de los sanatorios de Swiss Medical.

Kira, con su presencia, logra que los pacientes expresen sus miedos

Kira es la primera “terapeuta peluda”, como le dice su guía, del equipo integrado por 12 psicólogos que trabajan en las unidades de internación de adultos, pediátrica, neonatología, unidad coronaria, unidad de terapia intensiva y la guardia del centro ubicado sobre la avenida Juan B. Justo al 900 y de la Clínica Zabala, en el barrio de Belgrano. Por el momento, la terapia asistida con el animal se concentra en la internación de bebés, chicos y adolescentes, incluida las unidades de cuidados intensivos.

Mientras Kira y su guía caminan hacia la habitación 120, donde las espera Mateo, Micha señala que el encuentro con los pacientes tiene objetivos terapéuticos a lograr definidos con los médicos tratantes, a partir de las necesidades y las dificultades de cada caso. Por protocolo, un infectólogo tiene que habilitar ese contacto. La primera vez, la Australian labradoodle esperará sentada en la puerta de la habitación hasta que Micha se presente y pida permiso para entrar. Excepcionalmente, según recuerda la psicóloga, algún paciente se resiste. “Cuando hay miedo, pero no resistencia, los chicos enseguida avanzan y terminan abrazándola. Kira percibe el clima con cada paciente y es cautelosa. La llegada al objetivo es bastante rápida”, dice.

Los problemas más comunes que la intervención con el animal ayuda a “destrabar” para avanzar en la recuperación, iniciar un tratamiento o mejorar su cumplimiento cuando un paciente no se quiere movilizar después de una cirugía, por ejemplo, y necesita hacerlo; si no quiere recibir o tomar un medicamento, desde una inyección hasta un inhalador o un catéter, o es baja la adhesión a un tratamiento.

“Los chicos viven de manera pasiva las intervenciones: no eligen estar en el hospital, que es en un medio desconocido, no entienden bien su enfermedad o el motivo de la internación y no comprenden por qué se ven invadidos –afirma Micha–. Lo que hacemos, entonces, es familiarizarlos con los elementos médicos, ponerlos en un rol activo donde son los que hacen. Esto les da la sensación de control y reduce la ansiedad, y así mejora la adhesión al tratamiento porque ven que no es tan terrible. Cuando hay malas experiencias previas es más difícil porque hay que trabajar sobre los miedos”.

Con Kira, según indica Micha, los chicos manifiestan esos temores y pueden ser más colaborativos. Hay niños y adolescentes que tienen más dificultades para expresar sus emociones y, a través del juego, con una jeringa grande de plástico o un puff se familiarizan con las intervenciones.

“En Mateo, influyó positivamente en su estado de ánimo. Es un paciente que reingresa para continuar con su tratamiento. Irse con una experiencia y un recuerdo positivos ayuda a que pueda reingresar permeable y receptivo para la continuidad de su tratamiento y, en definitiva, su experiencia en el centro de atención resulte positiva, resiliente y no traumática”, detalla la guía.

Kira logra que los pequeños, que antes eran reticentes, acepten los tratamientos
Kira logra que los pequeños, que antes eran reticentes, acepten los tratamientos

Aprender a usar un puff o aplicarse insulina es parte del trabajo con KiraGentileza Sanatorio de Los Arcos
Una vez que le sacan el chaleco que la identifica como animal de terapia, vuelve a su rutina familiar en casa con Micha, su esposo y sus tres hijos. Y los fines de semana son para pasear.

Su entrenamiento arrancó cuando era cachorra. La Australian labradoodle tenía 5 meses cuando empezó a visitar los pasillos de las unidades de internación; hoy tiene 3 años. “Son perros hipoalergénicos, que no babean, no pierden pelo, no tienen olor; son muy dóciles y es una raza que quiere congraciar y ser reconocida, lo que facilita el trabajo con los pacientes”, enumera Micha.

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Un instructor especializado en terapia asistida con animales estuvo a cargo de esa preparación, que incluyó la desensibilización y la familiarización con la dinámica sanatorial para sus encuentros con pacientes que van desde bebés hasta adolescentes y sus padres. En paralelo, Micha también recibió capacitación, incluido el cuidado animal para asegurar el bienestar de la perra, detectar cuando está estresada, tiene que salir de una habitación o aparece otro indicador de que no está bien o cómoda.