Netflix: todo lo que tenés que saber de Sandman

Con su irresistible cóctel de metanarrativa y multiculturalidad, este viernes se estrena la primera temporada de esta ficción que adapta el clásico cómic de DC
viernes 05 de agosto de 2022
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Para muchos es el cómic que hubiera escrito Borges si, efectivamente, Borges se hubiera dedicado a ello. Y, como (muy) apurada síntesis no está mal. Porque Sandman, la historieta que consagró al guionista inglés Neil Gaiman, comparte con la obra del escritor argentino no solo la fina orfebrería en el uso de la palabra, sino también la recurrencia de ciertos temas existenciales y metafísicos, como la mecánica del universo; la intromisión de los dioses en las cuestiones humanas, la circularidad del tiempo, la esencia de la eternidad, la inmortalidad y los sueños, y la idea del infinito como una biblioteca en eterna expansión.

Según Gaiman, Sandman es “un exquisito blend entre los mitos modernos y las fantasías oscuras, donde la ficción contemporánea, el drama histórico y la leyenda antigua se entrelazan a la perfección. Y lo hace mientras visita a las personas y los lugares afectados por Morfeo, el rey de los sueños, durante sus intentos por reparar los errores cósmicos y humanos que ha cometido durante su vasta existencia”. Frases que definen el arco argumental de la primera temporada de Sandman, la esperada serie que Netflix estrena hoy.

De acuerdo con el guionista y productor David S. Goyer –el mismo de la trilogía de Batman filmada por Christopher Nolan“Sandman es una narrativa sumamente compleja y, al mismo tiempo, muy fácil de seguir para el espectador. Esa doble condición es la mayor fortaleza de la serie. En realidad, no es otra cosa que la voz autoral de Neil, la cualidad que lo ha convertido en un escritor reverenciado por millones de fanáticos alrededor del mundo. Mantenernos fieles a esa voz ha sido el gran triunfo de la serie”.

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Universo Metanarrativo

Desde que el cómic se diera a conocer en enero de 1989, Sandman logró construirse como un universo metanarrativo cargado de símbolos, habitado por referencias multiculturales y nutrido por una profusa tradición literaria, filtrado todo por la sofisticada y elegante flema británica del autor. De Shakespeare a Cervantes, pasando por Lewis Carroll, Mark Twain, Dickens, Chesterton, Tolkien, Michael Moorcock, H. P. Lovecraft, Ray Bradbury, el propio Borges, los cuentos de hadas, las leyendas centroeuropeas, los textos de Las mil y una noches, El mago de Oz, los medios masivos de comunicación, la potencia revulsiva del punk y el romanticismo gótico, la poesía de Elvis Costello, David Bowie y Tori Amos, las distintas corrientes filosóficas contemporáneas pero también el wiccanismo y el ocultismo; la mitología y las religiones; la ciencia y la razón: todo tiene su espacio.

“Para mí -aseguró alguna vez Gaiman, en un alarde de falsa modestia-, sólo era la historia de una familia disfuncional”. La familia de los Eternos (no confundir con los superhéroes de Marvel), conceptos encarnados en personificaciones antropomórficas del Sueño, la Muerte, el Deseo, el Delirio, la Desesperación, el Destino y la Destrucción. Son seres inmortales e inmemoriales, entidades transversales a todas las culturas, sean humanas o alienígenas. Existen desde antes de que hubiera “algo” y seguirán perdurando una vez que no quede nada. Influyen en la cotidianeidad de cualquier ser vivo y, en parte, son volubles a las vicisitudes emocionales de las criaturas que los adoran, los odian, les temen o los ignoran.

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Cuatro presentes

De los siete Eternos, sólo cuatro dirán presente en esta temporada de Sandman: Sueño, Muerte, Deseo y Desesperación, interpretados por Tom Sturridge, Kirby Howell-Baptiste, Mason Alexander Park y Donna Preston, respectivamente. El casting que levantó polvareda en las redes sociales: el propio Gaiman se encargó de justificar y celebrar la elección de cada uno de los actores. “Me encanta vivir en una época en la que nada de lo que hice hace 35 años resulte extraño. Sandman incluyó personajes LGBTIQ+ mucho antes de que ese término existiera. Poder tener a un actor no binario como Mason Alexander Park representando a un personaje no binario como Deseo, es algo fantástico. Y si Muerte se muestra como afroamericana, es porque la interpretación de Kirby Howell-Baptiste es sublime, mágica, perfecta. Lo sé porque vi las más de 800 audiciones que se hicieron para el papel. Y Sturridge es Sandman, mi Sandman al menos”.

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Buscando representar la nueva agenda social en lo referente a las cuestiones de género, la serie de Netflix rompió el molde hegemónico. El bibliotecario blanco Lucien pasó a ser la afroamericana Lucienne; el investigador de lo paranormal John Constantine (que Keanu Reeves y Matt Ryan interpretaran, respectivamente, en el cine y las series televisivas del Arrowverse) se transformó en la demonóloga Johanna Constantine; Lucifer (el mismo personaje que Tom Ellis encarna en la serie de Netflix) abandonó su iconografía masculina para asumir una apariencia femenina, y hasta los hermanos bíblicos Caín y Abel cambiaron su etnia por la pastún pakistaní.

“Respetar la apertura mental con que Neil encaró esta obra hace tres décadas implicaba mantener lo que había que mantener y modificar aquello que debía ser modificado”, sostuvo Goyer. Donde no pudo hacerse mucho, por orden de Warner, fue en la interacción con el universo superheroico de DC, cuya única pantalla parecería ser la de HBO Max. Salvo algunos guiños puntuales, que quedaron como elementos de color, todas las referencias a la Liga de la Justicia fueron eliminadas. John Dee ya no es el archivillano que puso en jaque a Superman y a Batman, sino el desequilibrado mental que hace quedar a Hannibal Lecter como un inofensivo corderito; Lyta Hall no es la hija de la Mujer Maravilla, y Héctor Hall nunca fue el hijo del Hombre Halcón y la Mujer Halcón.

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