Europa "se cocina" por la ola de calor y aumentan riesgos

En un mapa, la NASA muestra que en varios países las temperaturas han rebasado los 40 grados por la ola de calor. Además ha aumentado los incendios
jueves 21 de julio de 2022
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La ola de calor está pegando en diversas partes del mundo, principalmente a Europa, el norte de África, el Medio Oriente y Asia; en donde las temperaturas han pasado los 40 grados Celsius en varios lugares.

A partir de estas altas temperaturas, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) publicó un mapa en el que se muestran las altas temperaturas del aire en gran parte del hemisferio oriental del 13 de julio.

Este pudo ser producido por la agencia aeroespacial del gobierno estadounidense a partir de haber combinado observaciones con una versión del modelo global del Sistema de Observación de la Tierra Goddard (GEOS, por sus siglas en inglés).

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“Si bien hay un patrón evidente de una ‘onda atmosférica’ con valores alternos cálidos (más rojos) y fríos (más azules) en diferentes lugares, esta gran área de calor extremo es otro indicador claro de que las emisiones de gases de efecto invernadero, debidas a la actividad humana, están causando extremos climáticos que afectan nuestras condiciones de vida”, declaró Steven Pawson, jefe de la Oficina de Modelado y Asimilación Global en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, respecto el mapa.

La NASA muestra mapa en el que se muestra las altas temperaturas, varios lugares han pasado los 40 grados Celsius. (NASA)
La NASA muestra mapa en el que se muestra las altas temperaturas, varios lugares han pasado los 40 grados Celsius. (NASA)

El cambio climático aumenta el riesgo de incendios forestales

Un estudio internacional con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha comprobado que el riesgo climático de incendios forestales está aumentando en todo el mundo debido al calentamiento global. La investigación, que revisa 500 trabajos de investigación previos e incluye un nuevo análisis de datos de última generación con observaciones por satélite y modelos climáticos, apunta a que las acciones y políticas humanas pueden desempeñar un papel fundamental en la regulación de los impactos regionales.

“Cada vez son más frecuentes paisajes más secos y calurosos que son más susceptibles a quemarse y, además, con más severidad, lo que incrementa el riesgo de grandes incendios forestales, también llamados megaincendios o incendios de sexta generación. El número de días con riesgo extremo de incendios ha aumentado en todo el mundo y se ha duplicado en la cuenca mediterránea en los últimos 40 años”, explica la investigadora del CSIC Cristina Santín, del Instituto Mixto de Biodiversidad de Mieres, centro compartido entre el CSIC, la Universidad de Oviedo y el gobierno del Principado de Asturias.

La imagen muestra la ubicación de incendios detectados en Portugal y España, según lo observado por el Conjunto de radiómetros de imágenes en el infrarrojo visible. (NASA)
La imagen muestra la ubicación de incendios detectados en Portugal y España, según lo observado por el Conjunto de radiómetros de imágenes en el infrarrojo visible. (NASA)

Los modelos climáticos utilizados en este estudio indican que la frecuencia con la que se dan condiciones climáticas propicias para grandes incendios en la actualidad en algunas regiones, como, por ejemplo, la cuenca mediterránea y la Amazonía se desvía ya considerablemente de lo esperado sin calentamiento global, debido al aumento de temperatura de 1,1 °C inducido por el ser humano. El incremento en el riesgo de incendios se ha producido, además, de forma más rápida que la prevista por los modelos.

Los autores destacan, sin embargo, que este aumento de riesgo climático de incendios no siempre se está traduciendo en mayor superficie quemada, ya que los seres humanos han reducido la propagación de incendios en algunos paisajes naturalmente propensos a ellos. Este es el caso de las sabanas africanas o de Brasil, donde el aumento de la superficie destinada a la agricultura y el pastoreo ha reducido la vegetación natural y, por tanto, los incendios.