Brian May cumple 75 años: la vida del guitarrista de Queen

No todo es éxito en la vida del músico, quien desde hace años lucha contra fuertes bajones anímicos, que comenzaron a aparecer luego de la muerte de su amigo.
martes 19 de julio de 2022
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En más de 50 años de carrera, Brian May no paró de cosechar aplausos y gestos de admiración. Sin embargo, este genio de la guitarra esconde una personalidad voluble, con una fuerte tendencia a la depresión, a quedarse en el sector oscuro de las cosas que lo rodean. “Vivo demasiado en mi cabeza”, se autodefinió.

Brian May tuvo algunos picos hacia abajo que lo llevaron a buscar ayuda psiquiátrica y psicológica para enfrentar a sus fantasmas. Y uno de esos puntos de mayor depresión fue a comienzos de la década del 90, cuando le tocó transitar dos duelos durísimos, apenas separados por unos meses: la muerte de Freddie Mercury y la de Harold May, su papá.

Ambos se fueron jóvenes y con muertes lentas. El cantante de Queen murió de HIV, a los 45 años; mientras que el padre de Brian, falleció de cáncer a los 66. “Hice terapia, trabajé mucho en eso. Pero todavía hay mañanas en las que me despierto y pienso: ‘Realmente no quiero levantarme, no creo que pueda resolver los problemas de hoy’”, contó May en una entrevista en 2021 al periódico británico The Telegraph.

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En 1991, Freddie Mercury estaba cada vez más enfermo y su papá transitaba una lenta agonía. Además, Brian May se sentía desolado tras haberse divorciado en 1988 de Christine Mullen, la madre de sus tres hijos, con quien estuvo casado desde 1974. En ese contexto, comenzó a escribir canciones para un disco propio.

Y justamente fue Mercury uno de los que más le insistió a Brian para que avanzara con el proyecto en solitario, en vez de esperar algo más de Queen. “Sabemos que no voy a estar aquí por mucho tiempo más. Es el momento en el que deberías dar un paso al frente”, fueron las palabras del cantante que el propio guitarrista reveló. Según May, esa fue una experiencia “muy Freddie, muy valiente en decirlo de un modo tan práctico”.

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Al año siguiente editó “Back to the light (”De vuelta a la luz”), un título súper significativo en el marco de composiciones que tenían la musicalidad de Queen pero mostraban la desgarradora soledad de May, quien escribió, cantó y grabó en medio de un dolor muy grande. “Estaba en un lugar oscuro, buscando la luz”, recordó.

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A fines de la década del 90, May volvió a tener un fuerte bajón anínico que lo hizo buscar amparo en la terapia. “Mi guitarra es mi voz, principalmente, y la encontré confusa, dividiendo mi atención. Sentí que mi forma de tocar estaba sufriendo”, describió. Pero volvió a salir adelante gracias a la música.

Sin embargo, lo peor llegó 20 años después, con casi 73 años de edad y siendo parte del “grupo de riesgo” del Covid-19, cuando el encierro de la pandemia estuvo a punto de destruirlo. Y ya no solo desde lo psicológico, sino también desde lo físico: en mayo de 2020, Brian May sufrió un infarto.

“No perdí mi sustento, pero perdí mi libertad, lo que encontré doloroso. En un momento estás dando la vuelta al mundo en la cresta de una ola, al siguiente estás encerrado como un prisionero. Y luego me enfermé”, relató a The Telegraph. Ese infarto, además, lo enojó porque no encontraba motivos físicos, ya que no toma alcohol ni fuma, y hace ejercicios como andar en bicicleta y nadar.

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Aunque afirme metafóricamente que aún no lo entiende “porque no marcaba ninguno de los casilleros”, lo cierto es que tuvo que pasar por el quirófano del que salió con tres stents. Como si fuera poco, la primavera londinense llegó con mucha agua y una inundación arruinó viejos álbumes de fotos y recuerdos familiares que guardaba en la planta baja de su casa en el coqueto barrio de Kensington.

Las cosas que no pudo recuperar una vez que el agua abandonó el lugar, lo volvieron a bajonear. Las huellas de la inundación le dolían y no podía evitarlo. “Sé que no es el fin del mundo y que nadie murió”, reflexionó tiempo después.

Casi resignado en su pelea, Brian May trata de convivir con sus demonios y admite: “No soy una persona que pueda dejar que las cosas fluyan fácilmente. Tienen en mí un efecto emocional desproporcionado: como si quitaran partes de mi vida y yo luchara por agarrarlas”.