Excursión al pasado: tras las huellas del Inca en Shincal

En el norte catamarqueño, a la vera de la ruta nacional 40, cerca de la particular ciudad de Londres, se levantan las ruinas de un gran asentamiento incaico.
miércoles 13 de julio de 2022
shincal catalarca ruinas inca
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Los Incas, que reinaron en Perú desde la imponente capital que levantaron en El Cuzco, fueron sin duda una de las civilizaciones más avanzadas de América, tanto que se expandieron hacia el sur hasta abarcar buena parte del territorio argentino, donde aún quedan firmes rastros de su presencia.

Esa impronta se percibe sobre todo en el Norte del país. Más precisamente en Londres, a 280 km de San Fernando del Valle de Catamarca, donde se encuentran las Ruinas del Shincal, un sitio arqueológico que muestra la organización que caracterizó a este pueblo. 

"Este lugar fue un centro administrativo, político y ceremonial de la cultura inca. Los Incas convivieron con los pueblos locales que eran diaguitas calchaquíes", explica, la guía del lugar.

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Excursión al pasado: La presencia Inca en el norte

El Shincal fue construido y habitado por los Incas entre 1457 y 1536, respetando el trazado urbano del Cuzco. Los habitantes estaban liderados por un curaca y se distribuían en unas 24 hectáreas. Un centenar de edificaciones entre depósitos y viviendas de pirca quedan como vestigio de las habitaciones comunales.

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El lugar sufrió varias invasiones hasta que, en 1900, los arqueólogos llegaron al lugar y empezaron a restaurarlo. Tras su puesta en valor, hoy el lugar puede ser visitado con guías especializados.

"El sitio cuenta con varias visitas en diferentes horarios, por la mañana y por la tarde. En estos recorridos, se conocen diferentes circuitos, estructuras del sitio incaico y el ascenso a uno de los cerros ceremoniales", agregó la guía.

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Entre las estructuras que se recorren, se podrán visualizar los espacios de administración, ceremoniales, sitios de ritos, reuniones o los morteros que utilizaban para la molienda.

Londres: el punto de partida del recorrido

Como si fuera una precuela de la particular película Máquinas Mortales, en la que Londres es una suerte de urbe mecánica con la capacidad de desplazarse de un lado a otro, la ciudad catamarqueña fue también en sus inicios una urbanización nómade.

El primer registro un tanto impreciso de su fundación data del año 1558, posiblemente en junio, a cargo de Juan Pérez de Zurita, quien decidió bautizar el emplazamiento pensado como parte de una línea de defensa que preservara a Santiago del Estero de los ataques aborígenes, como Londres de la Nueva Inglaterra.

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Cuatro años más tarde, se trasladó al valle de Huasán, cerca de lo que hoy es Andalgalá, y en 1591 el gobernador tucumano Juan Ramírez de Velazco decidió refundar Londres en lo que hoy conocemos como los llanos de La Rioja, justamente con un nuevo nombre, que no era otro que Todos los Santos de la Nueva Rioja.

El 24 de mayo de 1607, la ciudad vuelve a territorio catamarqueño, refundada en lo que hoy es Belén. Cinco años más tarde volvería a su lugar original y luego, en 1663, en lo que se contabiliza como su quinta fundación, Londres, la ciudad trashumante de Catamarca, se movió a lo que hoy es la capital catamarqueña, desde donde ahora sí, fue a parar a su actual emplazamiento.

En cuanto a su particular nombre, la elección de Pérez de Zurita fue para homenajear a la reina María Tudor de Inglaterra, nacida en la capital británica y casada en 1553 con el rey Felipe II de España.