El sueldo de jugadoras de fútbol no cubre la canasta básica

Se les exige que entrenen y compitan como atletas de alto rendimiento. Son profesionales pero la remuneración que perciben no cubre todos sus gastos.
jueves 30 de junio de 2022
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Ser jugadora de fútbol de primera división en la Argentina es una actividad que implica muchos esfuerzos y sacrificios. Sin embargo, las condiciones de trabajo y los salarios en la gran mayoría de los casos no se equiparan con ese empeño que se pone en la tarea. De hecho, la retribución generalmente no llega a cubrir una canasta básica.

En la Argentina, el fútbol femenino de primera división es semiprofesional desde marzo de 2019. Esto implica que, de acuerdo a las reglamentaciones vigentes, cada equipo debe tener al menos 12 jugadoras con contrato. Sin embargo, los montos salariales que se manejan son bajos y hay clubes grandes que pueden firmar vínculos con todas las jugadoras de su plantel, mientras que otros solo sostienen el mínimo requerido por AFA, profundizando así las brechas.

Cuánto cobra una jugadora de fútbol femenino en Argentina

El contrato básico que tienen las jugadoras en los clubes argentinos de la máxima categoría es el mismo que perciben los varones en la Primera C (la cuarta división masculina). El salario es de 37.800 pesos brutos, es decir, poco más de 30 mil en mano (a la fecha, unos 130 dólares). En un país en el que la canasta básica total asciende a casi 33 mil pesos, según la última medición del Indec, está claro que el monto no alcanza para cubrir todos los gastos que una persona tiene en el mes.

Es cierto que hay clubes que pueden pagar cifras más elevadas, por encima del mínimo, y lo hacen para asegurarse a las mejores jugadoras y, en algunos casos, para evitar que se vayan al exterior. Además, hay unos pocos equipos que pagan premios por puntos conseguidos, partidos ganados o títulos alcanzados. Sin embargo, es un porcentaje muy minúsculo respecto del universo general.

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Algo que valoran algunas de las jugadoras consultadas por TN es el hecho de que los clubes paguen en tiempo y forma, algo que no pasa en todas las instituciones. Cuando no se cumple con lo acordado, es otro factor que también conspira contra la economía de las atletas.

En algunos equipos, incluso, en el inicio de la semiprofesionalización las jugadoras hacían un pozo común. ¿Qué implicaba? Se reunía el dinero de los contratos obligatorios estipulados en ese momento y luego ese monto se dividía en partes iguales entre todas las integrantes del plantel. De esa manera, cada una podía llevarse al menos una suerte de viático para sostener su práctica deportiva.

Ser jugadora de fútbol profesional y estar en el alto rendimiento implica cumplir con los entrenamientos diarios, alimentarse bien y descansar correctamente, entre otras cuestiones. La gran pregunta es cómo se puede sostener un nivel de competencia elevado cuando, además, hay que tener otro trabajo -muchas veces de tiempo completo- para subsistir.

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“Pero ser profesionales les exige que rindan exactamente igual que un varón jugador de fútbol, a razón de horas de entrenamiento y partidos”, explica.

En diálogo con TN, García agregó: “La dedicación profesional que se requiere a la jugadora queda supeditada a que cobra como un varón de Primera C, eso quiere decir que necesariamente tiene que trabajar en otro tipo de actividad distinta a la deportiva para poder subsistir y sobrevivir. Hay una cuestión de dedicación e incluso de rendimiento que obviamente se va a ver afectada”.

Existe una idea errónea y muy extendida de que las jugadoras exigen cobrar lo mismo que sus colegas varones de primera división. Respecto de esta creencia, la fundadora de Abofem Argentina aclaró: “Para que el fútbol masculino tenga la llegada que tiene y para que ese jugador se convierta no solamente en ese talento sino en ese producto, hay una inversión económica de marcas deportivas y también todo tipo de visibilización dentro y fuera de la cancha. Eso no es lo que pasa con el femenino”.

“No vamos a poder comparar a ningún jugador del masculino de primera división con las jugadoras del femenino ya que de por sí tienen una diferencia salarial enorme, más allá del valor agregado de que cada jugador puede tener una renta diferente en base a acuerdos o negociaciones con su club. La realidad es que las jugadoras todavía están peleando por sus derechos básicos: muchas veces las condiciones en las que juegan o las que entrenan están muy por debajo de los que corresponde", expresó García.

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Y agregó: "Lo cierto es que hay mucho que se esconde todavía detrás de esa idea de que van a ser iguales una vez que generen lo mismo”, dijo dejando en claro que exigir a las mujeres futbolistas que tengan el mismo rendimiento que sus colegas varones suena utópico si se tiene en cuenta que las condiciones de trabajo aún están lejos de ser similares y que en el femenino hay muchos pasos por dar para mejorar la situación.

Fuente: TN