Opinión (*) Dictadores son amores

Esta semana tocó Jumbo iraní camuflado de avión venezolano, con carga confusa y tripulación sospechosa, proveniente de Rusia, Irán, Venezuela y Ciudad del Este. Solo faltó que se abra la compuerta y aparezcan abrazados Firmenich y López Rega.
domingo 19 de junio de 2022
Maduro y Cristina
Maduro y Cristina

Antes que nada, vaya desde acá nuestro sincero agradecimiento al kirchnerismo y a sus distintas sucursales en el gobierno nacional por esta catarata interminable de episodios que facilitan notoriamente la hechura de esta página.

No es cuestión de ser mezquinos y esperar que llegue diciembre de 2023 para reconocérselos. Es tan variado y extravagante el menú temático ofrecido por el gobierno que, nobleza obliga, no hay que escatimar a la hora del agradecimiento. Además viendo que, tanto Alberto como Cristina, tienen especial debilidad por las más bellas dictaduras de este mundo, por ahí se les ocurre quedarse para siempre negándonos la oportunidad de expresarles un merecido “gracias totales” final.

Esta semana tocó Jumbo iraní camuflado de avión venezolano, con carga confusa y tripulación sospechosa, proveniente de Rusia, Irán, Venezuela y Ciudad del Este. Hermoso. Solo faltó que se abra la compuerta del avión y aparezcan abrazados Firmenich y López Rega. Gracias por tanto.

Para ponerle un poco más de pimienta a este episodio, en el medio de la confusión general, apareció Aníbal Fernández explicando que Gholamreza Ghasemi, el comandante iraní del avión, no es el Gholamreza Ghasemi que las agencias internacionales de inteligencia señalan como terrorista sino que se trata de un “homónimo”. En todo caso, es un homónimo medio raro porque, además del mismo nombre también tendría la misma cara. Cosas que pasan cuando el kirchnerismo se pone a explicar lo que no hace falta explicar porque ya todos entendimos todo. Por si quedaba alguna duda, el gobierno paraguayo las terminó de despejar: para ellos es tan homónimo que es el mismo tipo.

Sin embargo, la declaración de Aníbal nos permite comprender mejor otros aspectos de esta comedia. Por ejemplo, el tipo que apareció en C5N explicando que los iraníes del avión eran instructores que le estaban enseñando a “manejar” un Jumbo a 14 venezolanos, no era Agustín Rossi como todo el mundo cree sino un homónimo de Agustín Rossi. Mismo nombre, misma cara, mismo pullover rotoso de siempre, pero homónimo.

Ese muchacho que vimos en la tele no era nuestro flamante Jefe de Inteligencia sino un muñeco que salió a decir pavadas con el único objetivo de desprestigiar al verdadero Agustín Rossi, justo en el momento en que asumía el cargo. Conclusión: o este tipo fue enviado por Cristina para hacer aparecer como un ridículo a un funcionario de Alberto o directamente lo mandó el Gato. De otro modo no se explica. Ya sea que haya sido una cosa o la otra, el sketch que el falso Rossi protagonizó con el croupier de pantalones chupines que aparece en C5N quedará en la historia de la televisión.

La excusa de los homónimos es una gran idea que debemos reconocerle a Aníbal. Sirve para todo tipo de situaciones. Por ejemplo, la carta de 14 páginas que escribió Kulfas donde dice que los de ENARSA son todos una manga de inútiles, tal vez no haya sido escrita por Kulfas sino por un homónimo de Kulfas. Luego, la respuesta de Gerez y del resto de los dirigentes de La Cámpora que manejan ENARSA, a quienes no se les puede pedir que entiendan algo de energía cuando quedó demostrado con el comunicado que no saben ni leer ni escribir, también pudo haber sido escrita por homónimos de Gerez y su grupete. Habrá que prestarle atención a este asunto de los homónimos. En cualquier momento va a aparecer el verdadero Alberto Fernández denunciando que el que está en la Rosada es otro homónimo, dándole un giro impensado a la línea argumental de esta serie.

Mientras tanto, ya hay gente que se está dando de baja de Netflix porque el espectáculo que ofrece el gobierno es mucho más divertido, aunque bastante más caro. Con el dólar llegando a 230, el asado a 1200 mangos y la inflación camino a tres dígitos, es un entretenimiento que nos va a terminar costando uno y la mitad del otro.

El argumento de esta serie tiene una secuencia clara: Chávez + Memorándum + Nisman + Putin + Sputnik + Putin invadiendo Ucrania y finalmente Alberto defendiendo a Venezuela, Cuba y Nicaragua, luego felicitado por Maduro desde Teherán. En este contexto hay que leer el aterrizaje del avión escuela iraní con los alumnos venezolanos. Se ve que Putin se tomó en serio la propuesta del “presidente” para que Argentina sea la puerta de entrada de Rusia en Latinoamérica. Guión más pochoclero no se consigue.

Al mismo tiempo que sucede todo esto, Cristina se muestra cada vez más preocupada por la situación como si ella no fuera la principal productora y guionista de este quilombo, y exige que le expliquen la razón por la que no hay dólares en el Banco Central. Alguien del peronismo debería animarse, acercarse despacito y explicarle que no hay dólares justamente porque Ella es la productora de esta serie. Un buen título podría ser “Dictadores son amores”.

Cristina y Alberto coquetean con Putin en el mismo momento en que el ruso amenaza al planeta con una tercera guerra mundial y nuclear, Alberto sale en defensa de Venezuela, Cuba y Nicaragua que son los tres únicos países de la región que apoyan a Putin y, para rematar la situación, recordemos que Cristina viene arreglando desde hace tiempo cositas raras con los iraníes. Así las cosas, después no pueden pretender que los dólares quieran vivir en la Argentina.

Lo más probable es que cada dólar que entre al país trate de escaparse al punto cardinal más alejado del lugar donde está Cristina, salvo sus propios dólares que deben estar atrapados vaya uno a saber donde, pobrecitos. Llevan tantos años encajonados que deben ser todos billetes de cara chica. Ahí se le viene otro problemita, como si ya no tuviera suficientes.

¿Cómo sigue la serie? No lo sabemos, pero podemos esperar confiados. Talento para entretenernos no les falta. Todo indica que ahora viene la parte en la que el gobierno trata de congraciarse con las democracias occidentales para compensar un poco tanto desatino en las últimas semanas. Los rublos y los yuanes serán muy lindos pero lo que acá necesitamos son dólares.

Quizás le manden a Biden la foto de Luana Volnovich con su novio tomando mojitos en Cancún para demostrarles que los genios de La Cámpora, puestos a elegir, se van al Caribe antes que al Mar Caspio. O la foto de esta semana con Mario Ishii, intendente de José C Paz, bronceándose la busarda en Bal Harbour, Miami.

Se hacen los antiimperialistas pero, a la hora de los bifes, Daniel Muñoz, el secretario de Néstor Kirchner, demostró que prefieren el Rockefeller Center a una mariposa, diría Serrat. Tienen más activos en el imperio que Warren Buffet.

¿Les creerá Occidente? Obvio que no, pero vale la pena prender la tele y ver qué pirueta hacen esta vez. No nos perdamos el próximo episodio.

Mientras tanto, acá en Ciudad Gótica, no queda un dólar. El kirchnerismo podrá hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias.

(*) Alejandro Borensztein - Clarín

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