Con ganas de mucho más: abanderado a los 73 años

Un hombre de Jesús María tiene 73 años, está terminando la secundaria y fue elegido abanderado. Una historia de superación que debe conocerse.
martes 31 de mayo de 2022
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Rubén Cuchero vive en Jesús María, en Córdoba. A los 70 años decidió anotarse para terminar la escuela secundaria, motivado por un amigo de unos de sus hijos. Si bien tenía temores, por ser el estudiante más grande, no claudicó y se esforzó durante los últimos tres años.

Cuchero cursa el tercer año en el Cenma de Jesús María. Y en 2022 fue elegido abanderado. Logró un promedio general de todas sus materias de 9,25.

Según informó el sitio JM Noticias, el hombre a lo largo de su vida, trabajó de camionero y colectivero. Nació un 8 de mayo de 1949 y transitó su infancia y preadolescencia en el barrio Puesto Viejo, en Colonia Caroya, donde vivió junto a su madre, Alcira Ana Strasorier D’Olivo, ama de casa; su padre, Luis Alberto Cuchero Civilotti, agricultor y albañil; y su hermana menor, Ester, a quien califica como la viva imagen de la “mujer tana”.

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De sangre friulana, no puede evitar recordar cómo eran aquellos días en la Colonia: “Cuando venían parientes, mis padres hablaban en furlán. También entre vecinos”, dijo Rubén, y agregó que al día de hoy a él se le suelen mezclar las palabras en español con las del dialecto italiano.

El hombre hizo la primaria en el Centro Educativo Mariano Moreno de Puesto Viejo, sus padres resolvieron enviarlo de pupilo al “Instituto Técnico Salesiano Villada”, en La Calera, donde sólo curso dos años y luego pidió salir.

“No quería estudiar más ahí porque no me gustaba. Le dije a mis padres: ‘no quiero’ porque estaba encerrado y salíamos para las vacaciones, y me dijeron que o estudiaba o trabajaba y me fui a Buenos Aires”, recordó.

En aquel entonces, apareció la oportunidad de viajar a Capital Federal para trabajar en una heladería durante la temporada alta y, así, entre viajes y algunas changas cuando volvía, pasaron los años hasta que llegó el Servicio Militar, el cual hizo durante ocho meses en el Batallón de Comunicaciones 141 del Ejército Argentino, en La Calera. Al salir, la vida de adulto lo encontró delante de un volante: se transformó en camionero y logró conocer todo el país.

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Cerca de los 25 años se enamoró de Catalina Aguirre, una joven oriunda de Jesús María. “Una amiga me la presentó y desde ahí empezamos a tener esa chispa, y quedamos en vernos otra vez. Yo no la había visto nunca en los bailes, hacía un año que habían muerto los padres. Hasta el día de hoy es bella. Me gustó la forma de ser de ella y los pocitos en la cara (por los hoyuelos)”, indicó el hombre.

Para los 30 años de Rubén, ya estaba radicado en Jesús María, casado con Catalina y, con los años, llegarían los hijos: Alexis Martín y Cristian Andrés. También el hijo y la hija del corazón, claro: Julio Cuitiño y “la hija del contador”, Emilia, a quien reconoce como “mi adoración. Una ahijada del corazón. También son mi familia”, reconoció.

VOLVER A LA ESCUELA EN PANDEMIA

En 2020, se anotó para terminar la secundaria, una deuda que tenía pendiente. “Fui 15 días y me agarró la pandemia. Ese año fue virtual”, dijo el estudiante, y agregó: “Para mí fue un martirio por el teléfono, después había que imprimir los libros, manuales y material de consulta. El contador – Julio - me imprimió las cosas pero ese año lo hice a duras penas, aunque lo pasé”.

Lejos del uso de las nuevas tecnologías, el hombre fue superando cada obstáculo que se le presentaba con la ayuda de sus afectos.

En 2021retomó la presencialidad y, allí, las cosas se tornaron más simples: “Me hizo un clic la presencialidad. Me dio otra motivación porque había materias como matemáticas e inglés, que son difíciles, las que más me cuestan. La matemática de hoy tiene raíces, fracciones, ecuaciones”, enumeró.