La UNESCO sugiere prohibir celulares en escuelas y provoca polémica
Los expertos sostienen que baja en el rendimiento académico y que en las aulas tiene más efectos negativos que positivos
La UNESCO presentó en Montevideo, Uruguay, el Informe Global de Monitoreo de la Educación (GEM 2023), en el cual advirtió sobre las consecuencias del excesivo uso de la tecnología, especialmente de celulares y computadoras, en el aprendizaje de los estudiantes.
Es un largo documento, que lista una serie de trabajos científicos sobre el tema y deja recomendaciones a las autoridades educativas de los países, entre ellas que prohíban el uso de los teléfonos inteligentes en las aulas porque interfieran en los aprendizajes, a menos que esté cumpliendo con un objetivo educativo específico.
Es decir, encuentran que el celular en el aula tiene más efectos negativos que positivos, y solo en este último caso habría que habilitarlos.
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Los expertos de Unesco dicen que “hay datos claros” que relacionan a los celulares con la reducción de los resultados escolares. Presentan, para eso, evidencias de distintas partes del mundo y se lamentan de que, a pesar de la evidencia, “menos de una cuarta parte de los países prohíben su uso en las escuelas”.
“Hay que regular su uso en las escuelas. Tiene que haber reglas claras: si ayudan en los aprendizajes se usan. Si no, no deberían estar. Hay países, como Francia, en donde se prohibieron. Pero con excepciones. Por ejemplo, los alumnos discapacitados sí los pueden usar, con aplicaciones que los ayudan. Para el resto no: está comprobado que los teléfonos móviles distraen”, dice Stipanovic.
Voces de los expertos
En una entrevista para Clarín, Santiago Bilinkis, experto y divulgador de nuevas tecnologías, explica que su opinión fue cambiando con el tiempo.
“Cuando escribí mi primer libro tenía un capítulo donde planteaba que para mí era fundamental incorporar este tipo de herramientas a la enseñanza. Ahora, mi perspectiva cambió. Básicamente porque ya buena parte de las plataformas que corren en los teléfonos están diseñadas para intencionalmente inducir un uso adictivo. Entonces, es muy difícil para un docente competir en el aula con una aplicación”.
“Tanto en la selección, como en el tipo o duración del contenido, todo está intencionalmente diseñado para producir picos de dopamina y una serie de efectos que son los que generan esa reacción de adictividad. Por eso mi posición es que es competencia desleal y no tienen que estar en el aula, porque es imposible que el teléfono esté sin TikTok, Instagram o alguna otra de estas plataformas adictivas”.
Fabio Tarasow, coordinador académico del Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías (PENT) de Flacso, tiene una visión más contemplativa respecto a los celulares en el aula.
“Las aplicaciones móviles están diseñadas para capturar la atención, por lo que es recomendable tener momentos libres de pantallas. En ese sentido, tiene sentido que no compita con las actividades educativas de los alumnos. Además, no podemos pensar que la escuela no sea un lugar donde los jóvenes aprendan y expandan el uso de estas tecnologías, experimenten sus potencialidades y reconozcan riesgos, construyendo así su ciudadanía digital. El problema surge cuando se convierte en una vía de escape ante propuestas de clase que no logran involucrar de manera significativa a los estudiantes a través de actividades estimulantes y desafiantes. La pantalla se convierte en lo que antes era la ventana o la mancha de humedad en el techo del aula. Lo que se requiere es llegar a un acuerdo sobre cuándo es apropiado y cuándo no el uso de celulares, y que dicho acuerdo sea respetado”, dice.
El desafío de la Inteligencia Artificial
El informe de Unesco también hacen “un llamamiento urgente” para que se haga un uso adecuado de la Inteligencia Artificial (IA), “a pesar de la euforia pública”.
Señalan que “el 54% de los países han definido las competencias que quieren desarrollar para el futuro, pero solo 11 de los 51 gobiernos encuestados tienen currículos sobre la IA”.
Duros contra los sistemas automáticos de enseñanza, afirman que “algunas tecnologías favorecen el aprendizaje en determinados contextos; pero no cuando se usan en exceso y nunca funcionan sin profesores”.
“Lo nuevo no siempre es mejor. Las herramientas de baja tecnología, como la televisión y la radio, suelen ser las más eficaces para mejorar el aprendizaje en muchos casos”, subrayan.
Bilinkis diferencia a la IA de los celulares, porque -dice- son “situaciones bastante distintas”.
“La IA es una tecnología mucho más amplia en su rango de aplicaciones y va a tener algunos usos extremadamente interesantes. Entonces, gran parte de la ecuación va a ser cómo separar la paja del trigo e incorporar mucho de las oportunidades increíbles que trae para la enseñanza. Con todos los riesgos, porque se pueden hacer cosas más adictivas todavía, claro”, afirma.
“Nadie tiene la respuesta aún, pero saber usar herramientas de IA va a ser crucial para el mundo del trabajo futuro y que por lo tanto no puedo excluirlo por completo del aula. Porque si bien no es la única función de la educación, preparar a los chicos para el mundo que van a encontrar como adultos es una de las más importantes. Y mantener la IA afuera va a significar un handicap importante para esos chicos”, agrega.
Otros riesgos de la tecnología
El informe de Unesco también habla acerca de la preocupación por la privacidad de los datos, el ciberacoso y el impacto en emocional del uso de los celulares por tiempos prolongados.
También advierten a los países de que no se dejen encandilar por las soluciones de la industria tecnológica: “Los productos tecnológicos para la educación cambian cada 36 meses, promedio. Es difícil obtener pruebas de los resultados porque la tecnología evoluciona más rápido de lo que es posible evaluarla. Y porque muchas pruebas proceden de quienes intentan venderlas”, señalan.
El informe lleva como título “La tecnología en la educación: ¿Una herramienta según los términos de quién?”. “Nuestro mensaje principal es que hasta ahora se piensa en la tecnología antes que la educación. Nos enfocamos en qué tipo de tecnologías tenemos y vemos cómo las aplicamos. Hay que hacer al revés, enfocarse en los intereses de los alumnos primero”, dice Stipanovic.